Durante la noche los franceses extendieron varios ramales para la comunicación de las paralelas tirando una hacia el hospital muy cerca de la empalizada.
Un piquete de 50 hombres hizo una salida y los franceses, abandonaron el trabajo, desviándose tan fácilmente, que entraron en sospecha los españoles, y procedieron con cautela, porque se llegó a saber que los enemigos podrían hacer celadas simulando grandes obras, para emboscar a la guarnición cuando hiciera salidas. El nuevo intendente, instado por la Mota, dispuso con la ciudad de varias mujeres valerosas, que despreciando el fuego francés, proveyeron toda el agua necesaria para los soldados de la entrada encubierta. La artillería donostiarra disparaba incesantemente, cayendo en las trincheras francesas; pero los franceses las habían fortificado con tres hiladas de cestones, reparaban el daño con las mismas ruinas. #Berwick1719.
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