Hace cien años no era infrecuente que aparecieran abandonados niños recién nacidos. Hijos de madres solteras, se separaban de ellos por estar mal visto que sin previo matrimonio se trajeran niños a este mundo.
Uno de estos niños apareció el 9 de diciembre de 1902... en un confesonario de la parroquia de San Vicente, el que normalmente ocupaba el reverendo Iturrioz. Representaba tener unos ocho días de vida, siendo su constitución buena. En sus ojos aparecían unas pequeñas placas purulentas que denotaban que su madre había padecido alguna enfermedad. La criatura estaba envuelta en unos pañales, y a juzgar por la forma que se hallaba vestido se creyó que la madre sería extranjera, pues no era usual aquí aquella manera de empañar al recién nacido.
El celador del citado templo, que decubrió a la criatura, dio conocimiento del hallazgo al cura párroco y éste a su vez a las autoridades. En el acto se procedió a bautizar a la niña, siendo padrinos el expresado celador del templo y la serora del mismo. Impuso el agua bautismal el sacerdote don Miguel Zubiarrain, poniéndole el nombre de Leocadia, el santo que aquel día celebraba la Iglesia. Después de esta ceremonia, fue llevada la criatura al Asilo de expósitos de San Sebastián.
Por entonces había unos pequeños astilleros en el muelle donostiarra, en la zona denominada Cai-Arriba, y cada vez que se terminaba de construir un barco, acudía mucha gente a la botadura. Iban a ver como el casco resbalaba sobre las gradas "haciéndolas crugir como si exhalaran ayes de dolor al separarse del que hasta entonces guardaron en su regazo, y su caída majestuosa y solemne sobre las aguas que se agitan,revuelven y saltan como asustadas o enfurecidas por el atrevimiento con que llegó a turbar su reposo el neófito; todo eso, que es el nacimiento del nuevo barco, y los hurras y vítores y aplausos y lágrimas de alegría con que se recibe al recién venido, es altamente poético, profundamenteconmovedor",escribió un cronista local al ser botado el Ederrena el 11 de diciembre de 1902.
El vaporcito había sido construído por Francisco Andonaegui para el conicido patrón de nuestro puerto José Javier Urezberueta. Su casco era muy esbelto y estaba construido con costillas de acacia, procedimiento no conocido hasta entonces en nuestro puerto, que después de cocidas en larga caldera, se colocan sujetas con clavos de cobre.
La longitud de proa a popa por fuera del nuevo barco era de 15 metros y la de la quilla de 12,80 metros. Tenía una máquina de 20 caballos de fuerza y desarrollaría una velocidad máxima de 9 millas y admitía en sus calderas 5 toneladas de carbón.
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