02 - junio

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1996 - El Congreso Eucarístico
Fueron unos días inolvidables en los que se puso de manifiesto en las calles de San Sebastián el fervor religioso no sólo de los donostiarras sino de los guipuzcoanos, pues la presencia de gentes de toda la provincia fue constante durante todo el Congreso Eucarístico de Guipúzcoa. Se inició el 30 de mayo de 1946, festividad de la Ascensión, a las 8 de la tarde en la parroquia de Santa María con asistencia de las autoridades y de los obispos de Vitoria, Mns. Ballester Nieto, de Santander, doctor Eguino y de Orihuela, doctor Goldaraz. Comenzó el acto pronunciando unas palabras el alcalde de San Sebastián, señor Lataillade, luego el presidente de la Diputación, señor Brunet, terminando el obispo de la diócesis, que leyó un telegrama del Papa. Finalizó el acto dándose la bendición con el Santísimo. Al día siguiente fueron los niños los protagonistas de la jornada. Se calculó que fueron unos 30.000 los que asistieron a los actos. Se celebraron cuatro misas a la vez en cuatro altares colocados en el ensanche de Amara, oficiadas por el obispo de Santander, el párroco del Buen Pastor, don Ignacio Lasquibar, el superior de los PP. Carmelitas y el secretario de la Junta de Congresos Eucarísticos, P. Arratibel. La Sagrada Comunión fue dada por 94 sacerdotes. Por la tarde, hubo una procesión de niños desde el parque de Amara a la plaza de Vasconia. El sábado, 1 de junio, fue el día de las mujeres y entre otros actos hubo una misa celebrada en la terraza del Ayuntamiento por el arzobispo de Burgos doctor Luciano Pérez Platero, homenaje a las madres de sacerdotes en el Kursaal y procesión eucarística La solemne clausura tuvo lugar el domingo 2 de junio, con una misa de pontifical celebrada en la bahía de La Concha por el Nuncio de San Sebastián monseñor Gaetano Cicognani. En un gánguil se había instalado un altar, montando guardia soldados de Infantería de Marina, situándose a ambos lados del gánguil las traineras de Orio y Loyolatarra con sus tripulaciones. Terminada la misa, el Nuncio embarcado en una canoa llevando la Custodia, recorrió la bahía en medio del sonar de sirenas de los vaporcitos. Las dos traineras situadas a ambos lados de la canoa, daban guardia de honor. Por la tarde, hubo una procesión eucarística y al término de la misma el ministro de Justicia, don Raimundo Fernández Cuesta, leyó el acta de consagración de Guipúzcoa al Sagrado Corazón de Jesús. Con ello terminó el Congreso. |
1998 - Junio EL origen del nombre
del mes de junio es, según unos, de June,
esposa de Júpiter, el rey de los dioses; según otros, del
asesino de César, Junio Bruto.
Es el sexto mes en el año civil
según el calendario gregoriano,
y era el cuarto en el primitivo
romano, que comenzaba el año
en el mes de marzo, cuando se
sembraba la tierra, origen de la
riqueza de la Roma antigua у
agrícola y por tanto, del calendario sołar que tenía el pueblo
romano.
Junio comprendía en un compren principio veintiséis días, a los
que agregó cuatro Rómulo; después quitó uno Numa, y por fin
Julio César le restituyó los treinta, que desde entonces ha conservado sin variación.
En este mes, en el que termina la primavera y comienza el
verano, se celebran entre otras
las siguientes fiestas en nuestra
tierra: el día 13 la dede San Anto
nio de Padua. En la ermita de
San Antonio de Urquijo, se cele- bra la más clásica y tradicional
romería de Vizcaya. Casi todos
los años en este mes caen la Pascua de Pentecostés y la festividad
del Corpus Christi, uno de los
tres jueves que relumbran más
que el sol.
El día 24 es San Juan Bautista, fiesta en varios pueblos de aoblaedo
Guipúzcoa, entre otros Tolosa.
Hernani v Pasaies Pasajes, con hogueras
en los montes de la provincia v
la fiesta del árbol en la plaza de
la Constitución, de San Sebastián, celebrando la noche más
corta del año; el día 29, San
Pedro, y el 30, San Marcial, con fiesta en Irún. En junio murió el ilustre cos- mógrafo guipuzcoano Fray
Andrés de Urdaneta y en este
mes fue alevosamente asesinado
por los luteranos a su vuelta a
España don Alfonso de Idiáquez,
secretario del emperador Carlos V
El 24 de junio de 1618 el
almirante guipuzcoano don
Miguel de Vidazabal, que mandaba diez navíos españoles y dieciséis flamencos, batió cerca del
Estrecho de Gibraltar una escua
dra mora de veintiocho embar
caciones, apresando veintidós y rescatando 1.500 cautivos cristianos
El 17 de junio de 1871 se
inauguró en San Sebastián el
Teatro del Circo, sito en la esquina de las calles Garibay y Andía,
donde en la actualidad se halla
la iglesia de los PP. Jesuitas.
Aquel día se puso en escena la
obra de Ventura de la Vega 'El
hombre del mundo'
En 1828 llegó a San Sebastián el rey Fernando VII, que fue
en la procesión del Corpus que
salió de la iglesia de Santa María,
y el día 10 colocó la primera piedra de la Casa Consistorial.
El día 20, a las 11 de la
noche, entra el sol en el signo de
Cáncer y empieza el estío para el
hemisferio boreal yy el invierno
para el austral. En esa fecha el
día dura 17 horas y 35 minutos. |
1999 - El Corpus de 1880 CADA vez admiro más a los cronistas que llena
ban con su prosa los
periódicos de hace un siglo.
Describían los acontecimientos
y los hechos intranscendentes
con la misma prosa llena de
adjetivos rimbombantes, de
símiles ingeniosos.
A través de una de aquellas
crónicas de la época, podemos
saber cómo fue el día del Corpus en San Sebastián en 1880.
Estamos a finales de mayo y el
periodista empezaba así su escrito:
<<¿Visteis ayer mañana un ojeroso rostro, una joven de macilento color, o a alguien que bostezaba? El primero, de seguro
era un sastre, modista la segunda y zapatero el último, que habian pasado, respectivamente, la noche cosiendo el último
botón a un soberbio traje aquél,
planchando sin descanso un
vestido ella o dando martillazos
unos futuros zapatos éste:
zapatos, vestido y traje en los
que fundaban mil sueños dorados aquellos felices mortales
que iban a lucir un diminuto
pie, o tal vez sus sólidos cimientos; bien un airoso y gentil talle
o su desgarbado cuerpo».
Y tras esta entrada, el cronista nos dice que los dos principales templos de la ciudad,
San Vicente y Santa María, se hallaban atestados de devotos
para asistir a la misa mayor. En la iglesia de San Vicente
había «crecido número dee jóvenes atraídos por los encantos de
singulares beldades, quienes
eran causa de no pocas distracciones, a pesar de la solemnidad del acto y de las religiosas y melodiosas notas arrancadas magistralmente del órgano
por el respetado organista don
José Santesteban
Terminado el oficio divino.
tan pronto tropezaba uno uno con con
serios caballeros, embutidos en
el aristocrático frac. con elegantes señoras y señoritas ataviadas con los mejores vestidos
del ropero, o con alguna escalera puesta en la acera para la
colocación de los cortinones,
tapices antiguos y lienzos pintados, que ocultarían más tar- de portales y tiendas en las
calles por donde es costumbre
pase la procesión de este día».
Va a comenzar la procesión.
Las charangas y músicas de los
regimientos que guarnecen la
ciudad van a cubrirb la carrera
tocando variadas marchas.
Abren el desfile procesional
cinco caballeros sobre corceles.
detrás van innumerables chiquillos armados de sus corres- pondientes 'chaucha-bas', imitando unos al gorrión, otros al
canario, aquél al tordo v. sobre
estos cantos, resaltan las agudas notas y los redoblados
toques del tamboril que les
sigue ejecutando un 'contrapás'.
En la procesión, estandartes,
banderas y pendones, después
el cabildo de las las tres tres parroquias, parroquias,
el Santísimo, las autoridades, la
banda del regimiento de la
Libertad, piquete del Ejército y multitud de fieles |
2000 - El convento de San Bartolomé E vez en cuando cuando se se
vuelve a hablar del
proyecto de derribar
el alto de San Bartolomé, lo que supondría el derribo del convento-colegio que
allí está. ¿Se llevará a cabo algún día este proyecto? proyecto? Si es así
habría que decir adiós a una página de la historia de nuestro
pueblo. El historiador Serapio
Múgica escribió: «El que supera en mucho en orden de antigüedad a todos los demás conventos de Guipúzcoa, es el de
San Sebastián, cuyo origen se
remonta al año 1250, inclinándose a considerarle como el primer convento instituido en la
provincia». Existe una bula del
Papa Inocencio IV, de 28 de octubre de 1250, que prueba que
ya existía ese convento. El doctor Joaquín Camino y Orella
escribía a finales del siglo XVIII
sobre la historia de este monasterio,y recordaba que fue re- edificado el año 1280, y cómo
cuando en 1290 estuvo en San
Sebastián el rey don Sancho IV rou
de Castilla para entrevistarse
con el rey de Francia don Felipe el Hermoso, dio al monasterio de San Bartolomé, que se hallaba extramuros de la ciudad, un privilegio, recibiendo a
las canónigas bajo su protección. Momentos dificiles para
el convento lo fueron los vividos en 1476, en el mes de mayo, ante el ejército del señor de
Labrit, M. Aman, Aman. y el v el 17 de poviembre de 1512 cuando aquí
llegaron los hombres del duque
de Borbón. El 23 de mayo de
1719 las monjas tuvieron que
abandonar el convento por dos
años, y antes de terminar el si- anos, y anmes glo, el 2 de agosto de 1794 volvieron a desalojarlo por cuatro
años, vel y el 27 de junio de 1813
ante la guerra, nuevo abandono del convento. Aquel año estaba San Sebastián ocupada por
los franceses y se acercaron las
tropass del eiército et aliado a las
órdenes del general inglés Thomas Graham y como el convento había sido fortificado, sus
hombres atacaron «hasta destruirlo y reducirlo a escombros».
Iniciado el ataque el 13 de agosto, fue tomado el convento el
día 17 «cuando el número de
cadáveres que quedaban entre
sus muros pasaba de 250». Тоmado el convento a la bayoneta <«con pérdida de centenares
de combatientes, y vencida
aquella dificultad, los persiguieron por la aldea de San
Martín, que estaba quemada
hasta los mismos muros». Reconstruido el convento, lo ocuparon los carlistas el 27 de noviembre de 1835, siendo de
nuevo atacado el 5 de mayo de
1836. La comunidad se trasladó a Astigarraga en 1850. El
obispo de Vitoria dictó el 3 de
marzo de 1868 un auto por el
que se erigía canónicamente en
la Casa Vista Alegra, del barrio
de San Martín un nuevo convento de la Compañía de María
con la advocación de «Inmaculada Concepción». |
2001 - La isla de Santa Clara EL nombre de Santa
Clara le viene a nues-
,tra incomparable isla
de la ermita que allí
había. La isla era propiedad del
Ayuntamiento, pero no la ermita: ésta era propiedad del
monasterio de San Bartolomé.
El Ayuntamiento planteó en diversas ocasiones pleitos al convento sobre la propiedad de la
ermita, ante los Tribunales de ermita, ante fos iridunales de Pamplona, de Burgos y de la Nunciatura, resolviéndose a favor de las famosas canónigas
agustinas de San Bartolomé.
Hay quien ha sostenido, que el
monasterio estuvo primitivamente en la isla, pero esto es inverosímil.
En los siglos XV y XVI un día
al año, el día de Santa Clara, la
isla y la ermíta recibían a numerosas piadosas gentes que
acudían a cantar las vísperas.
Desde que salían del puerto las
lanchas en que iban los fieles
hasta que llegaban a la isla, laş
campanas de San Bartolomé repicaban.
En el siglo XVI la peste estaba causando abundantes bajas en Andalucía y el Consejo
Municipal de San Sebastián
acordó que los marineros que
de allá viniesen, pudiendo contagiar del mal de San Lázaro a
los donostiarras, hicieran cuarentena en la isla. Se habilitó su
ermita, acordándose «aderezarla, trastejarla, poniendo maderamiento, puertas, rejas y cerrajes»
El acta municipal dice que todos los marineros y gente que viniere de dichas partes, se 'eche' a la isla, sin darles lugar a la a que puedan comunicar con sus mujeres ni otras gentes. Que se pregone que cualquier persona que de tres días a esta parte han venido a esta villa y su jurisdicción, y a los que vinieren de aquí en adelante de Sevilla, Lisboa y sus comarcas, donde se sospecha que hay en- fermedad de peste, no entren en ella y salgan de la villa y su jurisdicción o se vayan a encerrar a la isla de Santa Clara, y no salgan de ella hasta que sus mercedes (los señores del Concejo) les den licencia para ello, so pena de cien azotes y de ser desterrados perpetuamente de esta villa v su jurisdicción, v de que les quemen las ropas y mercancías que trajeren». La isla de Santa Clara sirvió en diversas ocasiones de lazareto. En la isla vivió una especie de Robinson, Joshe Vicen- cie de ropimson, Josne Vicente Arruabarrena, nacido en el monte Igueldo, en el caserío Mendigaiñ. Había tomado parte en la primera guerra carlista y tras ella desapareció. Volvió a los tres años, pero no quiso vi- vir con con susu laia, familia, haciéndose nacrendose una choza al final del paseo de La Concha. Repoblada la isla de conejos fue nombrado guarda de la isla. Se hizo una casa y con lo que cogía del mar y los conejos tenía para vivir, hasta que una enfermedad lo llevó al otro mundo. Con los años, desapareció la ermita, se construyó un faro, se hizo un embarcadero y comenzaron a llegar visitantes |
2002 - EL HOMBRE DE LOS CAFÉS Hace bastantes años -sesenta, cien- los cafés públicos eran
☑ los que daban
ambiente y personalidad a las u a las ciudades. En los cafés se reunían los intelectuales, los profesores, los fabricantes, los señores de la burguesía y de la alta
clase media. Sonaba la música
y sonaba el run-run de las conversaciones.
Pero el tiempo cambia los gustos, y los cafes han ido práctinte desapareciendo de
nuestras calles. Hace cien años
no se concebía un San Sebastián
o un Madrid sin sus cafés. Y hoy
no queda más que un mínimo
recuerdo de su época explendorosa.
escribir de los cafés
donostiarras de un ayer no tan
lejano, resulta imprescindible
hablar de Florentino Rojo. Aquel
hombre excepcional había naci- do en el pueblo de Velilla de
Valladolid y estuvo como soldado en la guerra de Cuba. Terminada ésta y licenciado, cayó
en San Sebastián donde encontró trabajo como camarero en el
Café Oteiza, empezando así su
rrera empresarial. Allí demostró sus dotes de organización y
su espíritu de iniciativa.
Pocos años después fue asumiendo la propiedad de uno tras
otro de hasta cuatro de los más
importantes cafés de San Sebastián. En un momento dado, el
Café del Norte y de la Marina,
ambos en el Boulevard, y el del
Rhin y el Royalty, los dos en la
Avenida, eran suyos. Era la edad de oro de los cafés,
sobre todo cuando la primera
guerra europea volcó sobre San
Sebastián «aquella fauna heteróclita y hasta multitudinaria
de refugiados y huidos de todos
los pueblos beligerantes, entre
quienes bullian o se agrupaban
ex-ministros, espías, contraespías, desertores, revolucionarios, vividores y gentes que sólo
aspiraban a vivir, mujeres equívocas y bellas...».
Los cafés donostiarras, escribió un cronista hace más de
medio siglo, fueron por aquel
entonces algo magnífico, no sólo
por la animación que en ellos
reinaba, sino por la variedad de
tipos, de lenguas y, sobre todo,
de tragedia latente sentada a sus
mesas de mármol.
Era la época en que por un
par de reales, se tomaba excеlente café, se veía cine, se es
chaba música y podían leerse no
tan sólo periódicos locales y de
Madrid, sino diarios y revistas
extranjeros.
«Florentino Rojo fue en el café
del Rhin donde estampó el sello
de su personalidad de cefetero
a la moderna, dándole fisonomía y confiriéndole el confort
que conservő hasta su desaраrición en 1952. Puede decirse que
el Café del Rhin dio la pauta del
nuevo estilo de los cafés donostiarras, dos de los cuales,
Madrid y Raga, pertenecieron a
sobrinos suyos».
Florentino Rojo se aclimató
al espíritu donostiarra donde
vivió hasta su muerte en junio
de 1952. |
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