ASEDIO DEL DUQUE DE BERWICK
(*).- ASEDIO DEL DUQUE DE BERWICK. 1719
(*).-30 de junio de 1719. Una partida de la compañía de Asturias, llega a las 10:30 a Tolosa (en la imagen), solo para asustar a los vecinos, que ya habían visto a las 05:30 el principio de la marcha del Príncipe Pío, el cual supo al parecer con anticipación esta novedad, porque dirigió en la víspera parte de sus acémilas por el camino de la seguridad y dejó órden para que le siguiese, como le siguió hora y media después el batallón de Infantería que tenía en Tolosa, donde iban entrando algunos soldados, no para su defensa, sino para avisar de la venida de los franceses. Alarcón dió el mismo aviso al Diputado Mendoza, y éste a sus compañeros, y todos se juntaron con los generales para no discrepar.
El diputado Atodo, escarmentado de tantos informes falsos, decidió ir él mismo a informarse, atravesando entre los fugitivos hasta las tropas francesas que estaban en la Magdalena, y casi, mezclado con los franceses, a tiro de fusil de su vanguardia, entró en la villa y explicó a sus compañeros y generales lo que pasaba. Los franceses se juntaron en aquel campo a las 09:30. La caballería por la calzada y la infantería repartida por el monte de Santa Lucía y por le de Izascun, dirigiéndose ésta por el puente que llaman de Navarra. El Alcalde y algunos vecinos eclesiásticos y pocos seglares, por hallarse los más ocupados en la guerra, acompañados de la comunidad de San Francisco y de sus dos médicos, franceses, por intérpretes, salieron a la Magdalena donde saludaron Silli, que los recibió agradablemente. Para mayor tranquilidad ataron las campanas y se mandó que nadie disparase. Entraron las tropas con gente que salió al cumplimiento en la Villa, que envió seis cargas de vino para refresco al trozo que quedó en San Juan. Los que entraron pasearon por las calles hasta el convento de Santa Clara, batiendo los pañuelos en señal de amistad, y verdaderamente la practicaron, pues no causaron ninguna hostilidad. Los vecinos, correspondieron a su conducta, bajando refrescos, que les dieron en la misma calle, porque se complacían de escuchar a muchos oficiales franceses "su inclinación a la nación española y sus amorosos obsequios al Rey Felipe V, si bien clamaban al mismo tiempo contra el Ministerio que con su mala conducta y con sus irreverencias contra todo un Duque de Orleans, Regente de Francia, habían obligado a la presente rotura". El marqués de Silli preguntó sobre el Príncipe Pío, murmurando sobre él. A las 16:00 volvieron, desocupando enteramente la Villa los franceses, sin otro daño que lo que ejecutaron, como suelen los pícaros y los ladrones que se disimulan en los ejércitos, robando en muchas caserías y hasta las campanas de Santa Lucía y San Juan, si bien los oficiales siempre que pudieron atajaron y castigaron estos excesos y obligaron a varias restituciones.
Los Diputados a Guerra, siguiendo a Alarcón, Loya y sus tropas, se retiraron por Alegría, a Villafranca. Al día siguiente lo harían a idiazábal, desde donde se acercaron más a los franceses, haciendo alto y formándose la Diputación en Villafranca, aunque los generales se mantenían en Lazcano, más asegurados por haberse acercado más a Navarra, si bien volvieron a Villafranca con algunas tropas y tal vez destacaban porciones de ellas en parajes más avanzados.
El diputado Oquendo proseguía en Guetaria y sus alrededores, y sin seguir fechas, sucedió que le había seguido por orden de la Diputación el mayor Mendiola, después que con sus 6 compañías, apostándolas donde era necesario, había hecho sus marchas a Urnieta, Andoain, Villabona y finalmente por Hernialde a Albistur, Legorreta Zarra y Villafranca, donde la Diputación la despidió, porque sobraban aquellas 6 compañías. En Zarauz se agregó a los otros mayores que allí residía, alternando con ellos, defendió las orillas del río Oria y otros puertos con solo la compañía de Alegría, hasta que capituló la Provincia y se le mandó como a los demás la retirada. El Diputado, comunicándose con Alarcón, recibió la órden de que los militares y oficiales que se hallaban en la costa, junto con su jefe, el teniente coronel Diego de Villavicencio, no se moviesen si no por dictamen del diputado, en todos los lances de la defensa hasta la última retirada.
Hallándose exhausto de caudales el Intendente Zornoza, aunque con dispensa de los suyos, tuvo forma para contentar a los soldados y marineros y alentar que se arriesgasen por mar y penetrar entre los navíos y barcazas francesas para llevar tropas y víveres a las plazas sitiadas (San Sebastián y Fuenterrabía). Mantuvo gustoso todas las compañías de marina que estaban a sus órdenes y que tenían por misión guarnecer y apostarse a la orilla del mar y disparar a los franceses.
En San Sebastián, el número de franceses aumentó por el camino de Hernani, donde se detuvo el mariscal Berwick hasta el 1 de Julio.
Los de Fuenterrabía reciben contestación por el mensaje del día 24, sería contestado por Durán, con la satisfacción del Rey sobre cómo fue llevada la rendición y el pesar por la situación de la localidad y se disculpaba por no haberla podido socorrer. #Berwick1719.
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