El General Rey llega a San Sebastián y se encuentra una ciudad atestada de refugiados de todo tipo y condición, que huían hacia Francia ante el más que fundado temor de sufrir represalias por parte de sus compatriotas, al ser calificados por estos como traidores y "desnaturalizados", por haber apoyado al régimen invasor. Es decir, la ciudad era presa del pánico generado por cientos de "afrancesados" que huían al país vecino. La población de San Sebastián, normalmente rondaba los 8.400 habitantes. En estos momentos, según las fuentes, podría albergar entre sus muros y barrios exteriores a más del doble de almas. Rey llegaba dirigiendo un destacamento de soldados veteranos, procedentes de la guarnición de Burgos, que escoltaban a uno de estos convoyes de refugiados hacia la anhelada frontera. Una parte de este grupo continuó camino hacia Francia, pero muchos otros de esos refugiados se quedaron en la ciudad, acrecentando de esta manera la cantidad de bocas que alimentar.
Los ojos del oficial francés contemplaban escenas de caos, de nervios, de pánico. Las calles estaban atestadas de gentes. Unos mal vestidos, otros con ropas que los delataban como pertenecientes a la alta sociedad. Todos sucios, sudorosos, desaliñados. La gente se movía de forma rápida, sin ver a sus semejantes, chocando unos con otros, esquivando carros y carruajes. Las tiendas llenas de frenéticos clientes, gritando, ansiosos por poder comprar, a Dios sabe qué precios, alimentos suficientes con los que afrontar unos días inciertos. Gritos, suciedad, caos...
Cuantas veces habrá pasado por la mente de nuestro general francés un "Oh, mon dieu".
Rey, estaba muy preocupado ante la situación en que encontró la ciudad, con esa ingente cantidad de bocas inútiles que alimentar, que agotarían todos los suministros rápidamente en caso de ser asediados. El día 22 el grueso de las tropas aliadas se encontraba ya en Mondragón donde, las tropas del General Longa, tras un leve pero valiente intento de resistencia por parte de los franceses al mando de Foy, se apoderaron de la localidad junto a seis piezas de artillería. Ante la inminente y ya casi segura posibilidad de quedar aislados en un territorio controlado por el enemigo, Rey empieza a organizar la salida de todos los civiles que huyen, tanto franceses como españoles. |
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