(*).- ASEDIO DEL DUQUE DE BERWICK
22 de junio de 1719. Durante la tarde, las 2 compañías de Oñate entran en el amenazado Puerto de Guetaria. En el puerto también concurrieron también 2 ingenieros que tenía el Rey, para realizar importantes obras para la defensa. Allí ya estaban emplazadas 2 compañías de Aya, y otras 2 compañías militares, cuyo comandante era el capitán de infantería Fernández de Cardona.
En Guetaria (en la imagen) se preparaban socorros de gente, víveres y municiones que se enviaban en chalupas a San Sebastián ,entre muchos peligros, exponiéndose muchas noches al fuego que habían los Ingleses desde el mar, especialmente cuando apresaron una fragata del Rey; se respondió con gran fuego de artillería y fusilería desde el puerto, combatiéndose más de hora y media en aquel lance. Se estimó que los locales obraron bien, por lo cual se decidió no sacar a aquellas 2 compañías de Oñate de la localidad, aunque se mudasen las de otras localidades de la Provincia, esto fue así hasta que el diputado Oquendo, que informaba a menudo de sus operaciones a los Diputados, ordenó su retirada tras la rendición de San Sebastián.
Ese mismo día la infantería del Príncipe Pío, que se hallaba en Berástegui, se encaminó por la montaña de Belauresto a San Sebastián, seguida del Príncipe y su comitiva, acompañados de Blas de Loia. Al llegar a Hernani, encontraron que venían de retirada todas las tropas, tanto la Caballería como los soldados y los milicianos, por haber observado que los franceses se habían movido desde Irún y Rentería, creyendo que venía a Hernani. Pero a la tarde se supo que los franceses habían hecho alto en los Zamalbides, y el Príncipe se dirigió para San Sebastián, deteniéndose en Andoain, sin que se atreviese Ribadeo al registro, aunque convidado de Loya. Beroiz se ofreció al registro, volviendo con serenidad. Entonces pasaron a San Sebastián, donde se reconoció con la dirección de Francisco de Beroiz, arriesgado pero con suerte, los puestos y avenidas de aquellos parajes y los vados del Urumea, viendo todos aquellos sitios donde estaban apostadas las compañías de milicias, sostenidas, aunque a distancia por los soldados del marqués de Gaona.
El príncipe Pío, ya en Andoain, envió en apoyo a los de Oyarzun 600 catalanes llamados irónicamente "Fusileros Reales de la Banda Roja" y que debían ser verdaderamente miqueletes (mercenarios) de la peor especie, al parecer castigaría a aquellos que osaran tratarlos por su verdadera identidad. Fueron recibidos y agasajados a su costa por el capitán Jugo, que los distribuyó en los sitios donde podían hacer mayor daño a los franceses, y con ventajosa defensa y seguridad para ellos. Pero los catalanes se entretenían en robar cuanto tenían caserías y mujeres, y hacer todo tipo de estragos. Una de ellas, y la más infame, fue el haber sido convidados y acompañados de Jugo y su gente a una acción, y en vez de luchar, 100 de ellos se volvieron contra Jugo y los soldados de este, disparándoles, pero sin tino por el miedo, pasándose a los franceses. Los demás prometían lo mismo y seguían molestando en Oyarzun, que se enfadaban por momentos. Jugo, que vió el peligro de la situación y sus consecuencias, marchó rápidamente al campo del Rey (en aquel momento en Navarra) e informó a Diego González, coronel de Dragones, y a otros oficiales, del riesgo de la situación de que los naturales se levantasen contra los Miqueletes. Se decidió dar orden para su pronta retirada. #Berwick1719.
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