REVISTA DE LA SOCIEDAD CENTRAL DE ARQUITECTOS – 10 – 09 - 1885
LAS OBRAS HIDRÁULICAS DE LA ZURRIOLA EN SAN SEBASTIÁN.
Tenemos la satisfacción de insertar en nuestra REVISTA la carta que ha dirigido a La Época el corresponsal de la misma en San Sebastián, referente a tan importantes obras, ya terminadas, cuya dirección ha estado encomendada a nuestro distinguido compañero D. Sebastián Cámio, a quien sinceramente felicitamos.
«El día 21 de Julio, fiesta de S. M. la Reina Cristina, quedaron terminadas las soberbias obras hidráulicas llevadas a cabo en la majestuosa, a la vez que furiosa barra del Urumea, en la Zurriola, gracias a la energía y constancia del difunto Marqués de Salamanca.
Como prometí a La Época, y por la importancia que representan dichas obras bajo el punto de vista de la prosperidad futura de San Sebastián, voy a ocuparme de ellas, sirviéndome de los datos que poseo y me tiene facilitados el director de las mismas, representante de la empresa
constructora, o sea del Banco general de Madrid, nuestro amigo D. José de Cárcer y Salamanca.
Dichas obras, que se conoce bajo el nombre oficial «Ensanche Oriental de San Sebastián,» y el vulgar (por lo tanto, más popular) de «Barrio de Salamanca,» fueron ideadas por un hijo de Hernani, el registrador de la propiedad de ésta D. Ramón Berasategui, quien murió en los mismos días en que se terminaba el muro que encierra los nuevos terrenos.
Otorgada la concesión en 1874, se empezaron algunos trabajos preliminares, que arrancaban desde el estribo del puente de Santa Catalina; pero la guerra civil no permitió llevarlas a cabo.
En esto vino a San Sebastián en 1882 el inolvidable Marqués de Salamanca, y al contemplar el Cantábrico y el embravecido Urumea en la ensenada de Zurriola, desde un balcón del hotel Ezcurra, precisamente en compañía del Sr. Cánovas del Castillo, según se dice, aquel espectáculo y la topografía del terreno llamaron poderosamente la atención del infatigable D. José de Salamanca, a quien ya se había consultado anteriormente el particular.
Visitó el terreno, examinó los planos, y acto seguido se decidió a llevar acabo empresa tan atrevida.
En diferentes ocasiones he tenido el gusto de ocuparme en La Época de tan gigantescas obras, y hoy, aprovechando datos y recordando que toda la colonia madrileña las visita diariamente, haré a ustedes una reseña.
El espeso murallón avanza desde el extremo Oeste del puente de Santa Catalina hasta la barra del Urumea, y a unos 650 metros en dirección al Norte, vuelve hacia el castillo de la Motta, abarcando así en la margen izquierda de la Zurriola un triángulo casi rectángulo, cuya hipotenusa es la línea que terminaba el antiguo y nuevo San Sebastián por su parte E.
Dentro de este triángulo se halla comprendido un espacio de 51.000 metros, de los cuales, según la concesión, 14.000 se destinan al ensanche del paseo de la Zurrióla y continuación de la Alameda, y 11.000 a las calles interiores y aun boulevard de 20 metros de ancho que, siguiendo el nuevo murallón, formará uno de los paseos más bellos y admirables, no sólo de
España, sino de Europa entera.
Los 26.000 metros restantes se destinan a la construcción de edificios: un gran hotel inglés, chalets y hotelitos, emplazamiento el más envidiable de San Sebastián y uno de los mejores que existen en el O. de Europa, sobre las costas del Océano.
El proyecto tiene una segunda parte, un ensancho análogo, ala derecha del Urumea, por medio de otro fuerte murallón que, arrancando del extremo Este del puente de Santa Catalina, tiene en la línea extrema del boulevard de la Alameda y que volviendo completamente sobre el
NE., cierre un nuevo espacio otra muralla que termine en el cabo de Compas-Muturra del monte Ulía.
Esta extensión de terreno comprenderá unos 227.000 metros, y se unirá a la actual ciudad por medio de un puente.
Con este proyecto, la actual Alameda iría hasta la Concha, arrancando desde el hermoso Casino en construcción, hasta la falda del monte de Ulia, formando así un paseo sin rival, magnifico parque, mitad sobre la ciudad y mitad sobre el mar, de una extensión de cerca de dos kilómetros.
Pocos paseos habrá, seguramente, en Europa tan frescos, hermosos y aireados.
Para llevar a cabo las obras de la parte ya terminada, ha sido preciso construir un muro do 1.500 metros de largo, cuyo término medio tiene de espesor sobre cinco metros por una altura de ocho, y rellenar el hueco del nuevo terreno con 300.000 metros cúbicos de arena, extrayéndose la piedra de una cantera de la falda del monte de Ulia, que ha dado por término medio 400 metros cúbicos diarios, y la arena de los terrenos de los señores herederos de D. José Gros, el gran filántropo donostiarra., fundador del barrio obrero y fabril que lleva su nombre y primo del Sr. Don Patricio de Satrústegui, el poderoso naviero de la Compañía Trasatlántica.
El Sr. D. José Gros compró dichos terrenos incultos y verdaderas dumas de arena, ha medio siglo, y gracias a su actividad, constancia y energía, los ha convertido en un oasis, y hoy por su situación topográfica, valen millones dichos campos y colinas. El precio de venta fue unos 8.000
reales.
Desde la cantera de Ulia y los arenales de Gros, un ferrocarril de un metro de ancho, sistema Decauville, como el empleado por las tropas inglesas en el Sudan y mar Rojo, une ambos puntos con las obras hidráulicas.
El ferrocarril atraviesa un puente de pilotes, sistema americano, tan hábilmente construido, que ha resistido a todos los embates de la barra durante tres inviernos.
Gracias a dicho ferrocarril y a las cuatro grúas existentes en las canteras, se ha podido formar una escollera de defensa, arrojando al rio junto al murallón miles de bloques que pesan por término medio de dos a tres toneladas.
Los vagones destinados al arrastre de la arena, llevan dos toneladas y media cada uno; los trenes se componían de 12 vagones, y por término medio se han echado al día en el relleno sobre 1.000 metros cúbicos.
La gran dificultad de las obras, que siempre casi se tuvo por invencible, fue cerrar la parte Norte, o sea en la curva que mira al Cantábrico, y sobre la cual rompen continuamente con furia las olas de la Zurrióla.
El murallón que arrancaba del puente y el que nacía al pie del castillo, habían avanzado con gran tenacidad; pero en un espacio de 90 metros se veían constantemente las obras despedazadas por las mareas.
Grandes y críticas fueron las circunstancias por que atravesaron las obras durante dos años; pero principalmente los inviernos, durante los cuales la lucha del hombre contra los elementos embravecidos, fue indescriptible.
La corriente arrastraba toda la piedra y arenas; los temporales y los vientos destruían las murallas, arrancando cuantos peñascos se echaban por formar muro; pero la empresa tampoco cedía.
El ferrocarril continuaba acarreando peñascales desde Ulia, recorriendo un trayecto de cerca de una legua con la gran curva que forma; pero todo era inútil.
Entonces se echó mano de un procedimiento tan sencillo como natural; arrojar la arena al espacio comprendido entre ambos murallones, continuando poco apoco el trabajo en sus extremos.
De tal modo se venció al furioso elementó, que cuando el ferrocarril fue llegando al boquete, la mar fue rechazada por la playa artificial formada por ella misma, y más fuerte que ella, se fue retirando, permitiendo llenar el espacio, de piedra y luego con hormigón, cerrándose con actividad incansable, y trabajando cientos de hombres día y noche, gracias a la luz eléctrica, dicho boquete de 90 metros.
Este suceso se verificó la noche del 13 al 14 de Agosto del año pasado (1884).
Se cerró tan a tiempo que a los dos días se levantó una horrorosa marejada, que de seguro hubiera destruido las obras.
Hoy, relleno todo con arena la parte interior, y defendida la exterior con una escollera de 10 metros de base por cinco de altura, la obra ha entrado en sus condiciones normales.
Según los datos publicados últimamente por el Banco general de Madrid, dicha Sociedad, cuyo balance de ganancias ha sido de 1.527.255 pesetas, compañía que a la muerte del Marqués de Salamanca se encargó directamente de dichas obras hidráulicas, el Banco general de Madrid tenía asignado un crédito hipotecario de Un millón Novecientas dos mil pesetas sobre los terrenos de la Zurrióla.
Los inteligentes creen que para cuando se empiece la edificación y se derribe la vieja muralla militar de San Vicente, dichas obras habrán costado cerca de doce millones de reales.
Ya ha empezado la venta de los terrenos y se comenzará en breve a abrir boquetes de comunicación entre el barrio de Salamanca y San Sebastián el Viejo a través de la muralla militar, en los puntos donde terminan las calles del Puyuelo, Iñigo y San Vicente.
En dicha parte de San Sebastián, que fue la que se libró del incendio de 1813, es donde existe al getto moral y material de esta capital.
La dirección de las obras ha estado encomendada al arquitecto D. Sebastián Cámio, bajo la alta inspección del ingeniero del Banco general de Madrid D. Recaredo de Uhagon.
Especial mención hay que hacer también del ex-ministro Sr. Moret por su constante inspección.
Ahora los Ministerios de Marina y Fomento se hacen cargo del muelle que forma dicho murallón, desde el pie del castillo hasta el canal del Urumea.
El año pasado se tenía todo preparado para que S. M. el Rey, en su viaje de Gijón a ésta, pusiera la última piedra de las obras; este verano, si D. Alfonso XII vuelve a Betelu y visita & esta capital, se le suplicará que coloque la primera del puente proyectado, después que los terrenos sean bendecidos.
En los mismos terrenos, en el ángulo que forman la Avenida y el paseo de la Zurrióla, han de levantarse las dos monumentales fuentes y la estatua al famoso almirante Oquendo.
A la vez, probablemente, tendrá lugar con gran ceremonia la imposición de la cruz de Beneficencia al director de dichas obras, D. Sebastián Cámio, y a los contramaestres Francisco Mambrona y Vicente Urresti, quienes la tienen justamente ganada por actos heroicos de valor, llevados a cabo en la terrible barra del Urumea.
Se me olvidaba decirles que ha habido continuamente trabajando más de 500 obreros.
(De La Época)
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