(LUNES)
(*).- HERNANI, 13 de Septiembre:
.- A las nueve y cuarto de la mañana nos ha enviado hoy Santiago-mendi su primera granada, alternando en sus disparos sobre esta plaza y Montevideo, cuyas obras de fortificación siguen sin cesar y tocan ya a su fin.
El número de proyectiles lanzados ha sido hoy muy reducido, pues no ha pasado de veinte, cayendo el último sobre esta plaza a las siete de la tarde.
Afortunadamente no hemos tenido baja alguna personal.
Entre once y doce de la mañana los cañones Krupps han hostilizado al enemigo con certeros disparos, metiendo dentro de su batería una granada que ha destrozado la cañonera y les ha causado muchas bajas.Momentos después se les ha visto retirar en camillas cinco o seis heridos, algunos más han marchado por su pie, y se asegura que han tenido también varios muertos.
Por la tarde Oriamendi ha metido también con mucha suerte hasta tres granadas en la misma batería, que es seguro les habrán ocasionado más bajas. Mal principio de semana han tenido pues los carcas.
Hoy han marchado en dirección a esa Ciudad una parte de los ingenieros, y más tarde también el capitán de artillería Sr. del Rio y el Sr. Belmonte con la batería Plasencia. Este vecindario ha sentido como es natural su ausencia, pues todos estaban muy satisfechos de los servicios que han prestado, los primeros en las obras de Montevideo y los segundos en el manejo de la artillería, con la que han causado a nuestros enemigos no pocas bajas.
A las doce del mediodía han entrado en esta villa dos pobres familias de Zumaya compuestas de mujeres, niños y ancianos. Estos infelices, cansados de tantas contribuciones como han tenido que satisfacer y obligados a nuevos pagos que les exigian, agotados ya todos sus recursos, han tenido que adoptar la dolorosa resolución de abandonar sus hogares pidiendo pase para venir a nuestro campo, donde hay más caridad y más religión , a pesar de lo mucho que blasonan de estas virtudes nuestros enemigos. Estos desgraciados han llegado entre nosotros rendidos y fatigados de tan largo camino, en el cual han sido insultados, y lo que es peor hostilizados por esos bárbaros.
La medida ha llegado ya a su colmo, y no está lejano el día en que los caciques de esos pueblos tendrán que desaparecer con las uñas ensangrentadas todavía, cual las aves de rapiña, de sus inocentes víctimas, para las que ha de venir alguna vez el día de la justicia.
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