25 - mayo
 . |
2000 - Novedades en 1901
EN el primer año del siglo XX San Sebastián era bastante diferente a lo que es hoy. Aquí la Reina Doña María Cristina había construido su residencia veraniega sobre la bahía de La Concha. Había en los veranos tertulias de políticos en la galería de los baños de la Perla. Azares de la ruleta en el Gran Casino. Música en el Boulevard. Y cierta indecisión ante la prestancia de la Zurriola, terrenos ganados al mar por iniciativa del marqués de Salamanca, раseo del que los elegantes se preguntaban si resultaría o no deambular por él durante las tardes. Así lo escribió Fernando Castán Palomar, gran periodista de la época, al que copio una de sus crónicas casi te tualmente. En aquelel añc a 1901 la novedad en Madrid era la apertura de la nueva central de la Compañía Madrileña de Teléfonos, que acababa de inaugurar las obras de la red, con la «asombrosa audacia» -frase de la épоca- de llevar los hilos conductores por las galerías del Canal de Isabel II. La Central de Teléfonos tenía en aquella época 65 empleados más 12 suplentes. A cada uno de ellos le correspondía atender a un cuadro de 50 abonados. Por lo que se ve, entonces no había erı Madrid ni casi 350 casas con teléfono. ¿Cuántos había en San Sebastián? Entonces eran frecuentes las fiestas en las casas aristocráticas. Se abrían varias veces al año los salones de los Squilache, de los Arguelles, de los Cerralbo, de los Villamediana de los Casa Valencia, de los Castillo de Chirel… La clase media se esforzaba por dar brillo y realce a sus reuniones caseras, a sus tertulias de domingo, a sus fiestas íntimas con motivo de un onomástico o de una petición de mano. Una clase media pobre y afanada en apariencia de un bienestar económico, lucha por el querer y no poder, que era la frase más dolorosamente expresiva de las señoritas de la clase media. Estas paseaban en las mañanas domingueras por la calle de Alcalá, al salir de Calatravas, cuya acera era conocida por el Pinar de las de Gómez. Al atardecer, la reunión casera con amigos entrañables y vecinos de más frecuente trato. Por menos de nada organizaban una cachupinada. Dicen que fueron las señoritas de Cachupin quienes dieron nombre a estas tertulias, en las que tocábase el piano, se jugaba a las prendas, se hacían juegos de prestidigitación, se recitaban versos y se armaban proyectos de verano suntuarios que no llegaban a tener efectividad nunca. Y había llegado el foot-ball. Los muchachos daban en las calles con el pie a un pelotón y en este ejercicio atropellaban a los señores con barba.. |
2001 - Cambia la ciudad
SAN Sebastián iba cambiando con el paso de los días, y José María Salaverría se lamentaba de algunos de los cambios que no le gustaban. En el otoño de 1903 escribió un artículo del que copio unos cuantos párrafos: “Está el día claro, apenas refrescado por una brisa de las montañas que incita a la carrera, a la actividad y a la risa. Al volver de cada esquina pueden verse, como una tentación insuperable, las praderas, los setos vivos y los altos árboles donde andan los gorriones como locos, locos verdaderamente de libertad y alegría. A lo lejos, sobre la línea del mar, hay unas dunas desiertas bien asoladas, bien llenas de olores acres que hinchan el pe- cho y hacen correr la sangre holgadamente. Y más arriba están los campos, los espléndidos manzanares que se ofrecen bondadosamente a los chicos atrevidos». Le escribía Salaverría a un niño que no quería ir a la es- cuela y le decía iba a enfrentarse con un hombre fatigado e con un nombre ratigado que le hablaría de rezos, de números y de las guerras de los persas, y a ti «qué te importan las conquistas de Jerjes, ni la ta- bla de Pitágoras. Pero has lle gado tarde a la vida, pobre niño. Poco a poco una cinta de oco a poco una obstáculos te robará el encanto de San Sebastián. En cambio yo, iqué a tiempo llegué a conocer todas las sorpresas de sus contornos! Figúrate que había un arenal, bajo severa montaña, en que podían vagar los pilletes como los gorriones entre los matojos. Allu había, donde hay casas y palacios, extensa fronda de pinos que gemían al ser batidos por el viento fuerte del mar, y en los estériles altozanos zanos podía podla creerse creerse uno habitante de un país desierto y desconocido. En aquella soledad y silencio, podía uno también tumbarse panza arriba, fumar pitillos y contar cuentos de via- jes extraordinarios. Y como el sol caldeaba las imaginaciones. más de una vez salíamos en grupo y esgrimiendo largas саñas, en busca de aventuras maravillosas, por aquellas arenas y aquellos pinos... ¿No valen na- da las correrías aquellas en busca de lagartos verdes v terribles. extendidos sobre la yerba como joyas brillantes de esmeralda? ¿Y los ribazos desiertos de la playa, que hoy no existe, llena entonces por la marea y seme- jante a una inmensa bahía. donde, o bien pescábamos cangrejos bajo las piedras, o bien botábamos al agua pequeñas naves, cuyas velas de papel se hinchaban gallardamente y co- rrían, mecidas por un diminuto oleaje? Nosotros las seguíamos con la mirada, llenándonos el alma de quiméricas fantasías; y las empujábamos con el deseo muy lejos, hacia países muy remotos y muy bellos que presentíamos...» |
2002 - UNA SOCIEDAD POPULAR
Creo que los donostiarras no nos damos exacta cuenta de lo que ☑ soy y de lo que representan las sociedades populares. Acostumbrados a ellas, bastantes socios de alguna, no apreciamos lo que por San Sebastián hacen, el carácter que dan a nuestro pueblo. Cuando algún forastero visita alguna de ellas, no encuentra palabras para des- cribirlas, para «retratar» su ambiente, y nada digamos para elogiar lo que en la cocina elaboran sus socios. ¿Cuántas sociedades populares hay en San Sebastián? Yo l0 ignoro, y en los últimos años ha crecido su número. Antes, prácticamente estaban casi todas en la Parte Vieja y muy pocas fuera, en el centro y en los barrios más alejados. Hoy se hallan en mayor número fuera del casco viejo que dentro de él. A las tradicionales sociedades, como la Artesana, Olagorra, Euskal Billera, Gaztelupe, Gaztelubide, etcétera habría que añadir otras asentadas en Gros, en el Antiguo, en Amara. Todas ellas, las primitivas y las más modernas, son sedes de paz, de buena armonía, de gastronomía y conversación, son reuniones de tranquilos ciudadanos, de hombres de buena voluntad, de típicos donostiarras. No he encontrado muchos datos sobre estas sociedades y no puedo escribir de todas. Pero si he visto algunas notas sobre la historia de Ollagorra. Se constituyó hace cien años en la plaza de Lasala. en un local de la Casa de la Candelari, siendo pre- sidente don Felipe Machimbarrena. Fundadores fueron con él don Ramón Insausti, don Venancio Załacain, don Lorenzo Arrillaga, don Angel Arizmendi, don Tomás Cotade y don Enrique Mora. El 22 de mayo de 1910 se trasladó a su sede actual, a un edificio ancestral y sólido, amparado junto a la subida del Castillo. con algo que rememora los tiempos de la ciudad amurallada. El traslado se hizo después de festejar en el Muelle, en Portaletas, a Santa Rita y a Santa Quiteria. Un cronista local, al dar cuenta de este traslado, hacía una pequeña semblanza de la sociedad y decía que sus socios se reunían al atardecer. «No necesitan, como en otras partes, mujeres para sus guisos, que son una maravilla. Todos saben hacer una sopa de ajo, una salsa, asar como se debe las sardinas, y preparar anchoas a la papillote.Y alli acuden muchos arrantzales luego de arribar al puerto, encontrando otro puerto seguro, donde no se siente la molestia de la granizada ni el peligro de los vientos. Todos son personas llanas v cordiales, hospitalarios v sin egolatrías veteranas. Sencillez, amabilidad, humor tranquillo…” Y como en Ollagorra como ejemplo, es aplicable a las otras sociedades.
|
|
1 comentario:
UN DÍA COMO HOY EN LA HISTORIA
615.— Fallece Bonifacio IV, papa de la Iglesia católica entre 608 y 615.
1681.— Fallece Pedro Calderón de la Barca , dramaturgo español.
1810.— Se produce en Buenos Aires la Revolución de Mayo, que depone al virrey Cisneros y organiza la Primera Junta, el primer gobierno autónomo de lo que sería la Argentina.
1921.— Nace Jack Steinberger, físico germano-americano, Premio Nobel de Física en 1988.
1963.— En Addis Abeba, se forma la Organización para la Unidad Africana, precursor de la Unión Africana.
Publicar un comentario