Viernes. 27 de Agosto de 1813. 61º día de Sitio.
Las noches son frescas. La temperatura comienza a bajar considerablemente a lo largo de la tarde. A los oficiales ingleses les recuerda un poco el inicio del otoño en su país, Gran Bretaña. La constante comunicación con los puertos franceses obliga a los aliados a tomar la decisión de tomar la isla de Santa Clara, donde una guarnición de 25 franceses la defienden. Por este motivo, a las tres de la mañana, desde la escuadra de bloqueo zarpa una pequeña escuadra formada por dos botes a remo, dirigida por los Tenientes de la Marina Real, Honorable James Arbuthnot, de la Surveillant, y Bell. En ella se transportan a 200 hombres de infantería de marina y del 9º Regimiento, bajo el mando del Capitán Héctor Cameron, perteneciente a este último. Este oficial es ayudado por el Capitán George H. Henderson, de los Ingenieros Reales. El desembarco del grupo atacante se realiza en una de las zonas más difíciles de la isla. Estos lugares son los menos vigilados por la reducida guarnición, que tomada por sorpresa, opone una débil pero intensa resistencia que apenas dura cinco minutos. Algunos historiadores han afirmado que no se realizó ninguna defensa, hecho totalmente falso, como veremos al leer el informe del Teniente Honorable James Arbuthnot. Entre los muertos sufridos en la conquista, destaca la del Teniente John Chadwick, del 9º, que participaba como ayudante del oficial de los Reales Ingenieros. Este oficial resultó herido de gravedad, y falleció poco después como consecuencia de las heridas recibidas, motivo por el que no aparece como fallecido en el informe que seguidamente menciono. Conocemos este informe realizado por el Teniente de la Marina Real Arbuthnot, y recogido en La Crónica Naval. Vol.30. Jul-Dic. 1813. De Jammes Stainer Clarcke y John McArthur, publicado por primera vez en 1813, y reeditado por la Cambridge University Press, de Nueva York en 2010. En las posiciones al otro lado del Urumea ni se enteraron de que se había tomado esta posición tan estratégica. En el informe mandado por el General Rey se indica que la guarnición estaba compuesta por 21 hombres, al mando de un oficial del 34º de Infantería de Línea. Esta guarnición tenía víveres para un mes. El día sigue avanzando y el Sol impone su presencia sobre todos los presentes. Este día es descrito como muy caluroso y abrasador. En las posiciones, tanto de defensores como de atacantes se sufre mucho. El cañoneo es intenso. No hay pausa, y tal y como nos relata el Teniente Coronel Fraser, si en algún momento se forma un momento de pausa, todo el mundo se pregunta el porqué está todo tan tranquilo. El Teniente español De Lamadrid ve la ciudad desde el camino y nos relata la escena: Desde San Juan de Luz también escuchan la batalla. El Capitán Depogé en su informe dice que el cañoneo que se escucha ha sido fuerte y continuo entre las cuatro y las siete horas, además, también se ha escuchado fuego de fusilería durante media hora. Todos coinciden en lo mismo. El Capitán Chairto, comandante de la trincadura "Saint Laurent" logra entrar en Socoa a las cuatro de la tarde. Inmediatamente informa que las fragatas también estaban abriendo fuego contra las posiciones francesas. No pudo indicar ni su número, ni la categoría de los buques, ni siquiera si se encontraban fondeados o a la vela, al encontrarse completamente cubiertos por las nubes de humo de sus andanadas. En las baterías el trabajo es intenso, extenuante, frenético. Las piezas están servidas por marineros de la "Surveillante", ingleses, portugueses y alemanes. El mismísimo Sir George Collier, al mando de la escuadra de bloqueo inspecciona el trabajo de sus hombres a pesar de encontrarse algo cojo de ambas piernas a consecuencia de una herida reciente. Las minas empezadas el día 24, desde la parte más adelantada de la paralela están dando grandes quebraderos de cabeza a los ingenieros. Las galerías se realizaban en el terreno arenoso del istmo, por lo que sufrían continuos derrumbes como consecuencia de que la arena se ablandaba. El trabajo casi se limitaba únicamente a apuntalar la longitud ya excavada. Los mineros no estaban nada contentos. Era un trabajo muy peligroso, con el constante peligro de quedarse sepultados vivos. Los ingenieros idearon un nuevo método para construir las galerías, tal y como nos lo explica Jones. Mientras todo esto sucede, el Coronel Dickson organiza la construcción de la nueva batería adelantada ordenada por Wellington. Por la noche, justo al atardecer, a eso de las siete y media zarpa desde San Juan de Luz una pequeña lancha llevando de regreso al Ayudante del General Rey, Doat. En la embarcación se han cargado 10.000 sacos terreros. Las trincaduras recientemente llegadas desde San Sebastián, no pueden partir esta noche al encontrarse sus tripulaciones completamente agotadas. Todas han logrado romper el bloqueo de la escuadra británica, que está compuesta este día por un navío, dos fragatas, un brick y un lugre, fondeados a media milla al N.E. de la plaza. Alrededor también hay dos corbetas y un cutter, además de tres barcos de transporte. Wellington está muy enfadado por las constantes comunicaciones de la plaza con Francia, así como por la llegada de continuos suministros y refuerzos a los sitiados. Pide encarecidamente que se refuerce esta flota de bloqueo, porque cree que su ayuda es imprescindible para lograr rendir la ciudad. Hay un detalle que le ha resultado extremadamente insultante. Se trata de la publicación, en los periódicos parisinos, del relato escrito por el propio General Rey, del fallido asalto del 25 de Julio. De todas formas, no sería justo no señalar que exime de toda responsabilidad a Sir George Collier, a quien alaba su celo en el desarrollo de su misión. En el puerto de Pasajes ya se encuentran varias embarcaciones armadas tripuladas por marineros españoles, tras haber realizado una petición el mismísimo Wellington al General Freire. Estas embarcaciones serán inspeccionadas durante los próximos días por Sir George Collier, quien les dará el visto bueno para reforzar el bloqueo. Por la noche zarpa una lancha desde el puerto de San Sebastián con los despachos del General Rey. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario