miércoles, 15 de marzo de 2017

ANUARIO - 1976 - URTEKARIA



01 – ENERO - URTARRILA
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02 – FEBRERO - OTSAILA
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03 – MARZO - MARTXOA
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04 – ABRIL - APIRILA
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05 – MAYO - MAIATZA
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8.05

Ángel Iruretagoyena Elorza, de 20 años, muere al explosionar un artefacto que pretendía colocar en el chalé de un industrial, a la salida de Zarautz (Guipúzcoa).




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06 – JUNIO - EKAINA
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07– JULIO -
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08 – AGOSTO -
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09 – SEPTIEMBRE -
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10 – OCTUBRE -
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# SOBRE LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES (DV.28.10)


# TRAER LA DEMOCRACIA (I)( José María DE AREILZA)(DV)
# GENERALIZAR LAS ELECCIONES (II)( José María DE AREILZA)(DV)
# SALIR DE LA CRISIS (III)( José María DE AREILZA)(DV)
# RECONCILIAR LOS PUEBLOS DE ESPAÑA (IV)( José María DE AREILZA)(DV)
# LIQUIDAR LA CORRUPCIÓN (y V)( José María DE AREILZA)(DV)
OCTUBRE








11 – NOVIEMBRE -
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# FALLECIMIENTO - Fallece el bersolari "XALBADOR " (DV) (LA VOZ )(LA VOZ ) (UNIDAD)(HOJA DEL LUNES)
# INCENDIO - LA SALA DE FIESTAS CARNAVAL DESTRUIDA POR EL FUEGO (HdL)
# SUCESO TRÁGICO - 4 MUERTOS EN UNA CASA DEL BARRIO LA PAZ - (HdL)


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#SIRIMIRI - Después de una noche lluviosa y fría el día nos salió metido en agua, con viento noroeste que transportaba los chubascos de la borrasca atlántica encima de nuestras cabezas. Tiempo desagradable sin que fuera frío, aunque nos dejara fríos. A la mar la movían estos soplos de la veleta y la superficie se pobló de borreguitos.
Así que a chapotear por charcos y rincones inundados por obstrucción de sumideros al apelotonarse las hojas difuntas que el otoño hace caer de las ramas.


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# FUNERALES POR "XALBADOR" en el Buen Pastor (Solemnes funerales ...)


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# SÍ AL CAMBIO - APROBADA LA LEY DE REFORMA POLÍTICA
.- Por 425 votos favorables, frente a 59 votos negativos y 13 abstenciones, ha sido aprobada esta noche por el Pleno de las Cortes el proyecto de ley para la reforma política. (......)
(DV)(DV)(LVE)(LVE)(LVE)(LVE)

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# CONSEJO DE MINISTROS EXTRAORDINARIO 
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# EL DIARIO VASCO - LOCAL - GUIPÚZCOA 
01 - Aprobada la Ley de Reforma Política
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01 - SÍ AL CAMBIO - APROBADA LA LEY DE REFORMA POLÍTICA
# UNIDAD - LOCAL
01- AHORA, REFERENDUM

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01 .CONSEJO DE MINISTROS EXTRAORDINARIO 
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01.NORMAS PARA EL REFERENDUM 
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UNIDAD - LOCAL

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LOS ÚLTIMOS DÍAS DE FRANCO 
(18-11) - INQUIETUD EN EL PARDO 
(19-11) - EL EQUIPO MÉDICO HABITUAL 
(20-11) - TRES INTERVENCIONES QUIRÚRGICAS




12 – DICIEMBRE -
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16.12

José María Izaguirre Laburu, en Zarautz (Guipúzcoa).




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Real Sociedad Real Sociedad


LA CALLE DE LA MEMORIA

1976 - Insalubres aguas estancadas en Amara Berri

# En la zona de Mercaderes, un gran agujero se llenaba de agua los días de lluvia y se volvía verde los siguientes
# "Sano, lo que se dice sano, perfumado, lo que se dice perfumado y limpio, lo que se dice limpio, no es"
# Para cruzar la calle Prim, los peatones " tenían que emular a los mozos del encierro sanferminero"

La calle de la Memoria de hoy desemboca en diversos puntos de San Sebastián 

20-25 Julio 1976
Las actuaciones de Herbie Hancock y Lionel Hampton se programaron en el Polideportivo, ante las previsiones de afluencia de público.
El Polideportivo presentaba dificultades de sonorización y su aforo de cuatro mil espectadores podía ser demasiado grande para unos conciertos y demasiado pequeño para otros. Por eso, solo fue sede del Jazzaldia durante tres ediciones, hasta dejar paso al Velódromo, pero reunió algunos de los recitales más destacados de la historia del Festival, como los de Sonny Rollins, Herbie Hancock, Lionel Hampton, Cab Calloway y los dos de Mingus.
El XI Festival contó también con la presencia de un grande del blues, John Lee Hooker, y con el buen sabor del jazz de siempre, aportado por la orquesta de Sy Oliver y la banda dirigida por Cootie Williams y Bootie Wood.

Fue la última vez que Jo Jones tocó en Donostia, y además en una aparición por sorpresa, no programada, junto a los Nice All Stars. Jones se había hecho muy popular entre los seguidores del Festival. La organización, sabiendo que al veterano batería le encantaban los gatos, le regaló uno. El músico lo bautizó “Sansebástian”.


LA CALLE DE LA MEMORIA

1976 «En la parte negativa...», Don Cicuta



Valentín Tornos, caracterizado para el 'Un, dos, tres'. ::
                             KUTXA FOTOTEKA/
Valentín Tornos, caracterizado para el 'Un, dos, tres'. :: KUTXA FOTOTEKA
En principio, la muerte de un actor secundario no debería ser asunto de portada de un periódico. Pero ahí está, y bien que está, en la primera plana de EL DIARIO VASCO del 21 de septiembre de 1976, un intérprete que por un solo papel televisivo ya estaba presente entonces en el imaginario colectivo y seguro que seguirá en un rincón de la memoria de los más veteranos.
«Ha muerto D. Cicuta», decía el titular de portada, junto a una fotografía suya. «A primeras horas de la tarde del domingo falleció en su domicilio de Madrid el actor don Valentín Tornos, popularmente conocido por 'Don Cicuta' tras su actuación, durante largo tiempo, en el espacio de televisión 'Un, dos, tres, responda otra vez'».
Antiguo régimen
El concurso más importante de la historia de la televisión en España había empezado su andadura en 1972. En aquella primera etapa del mítico 'Un, dos, tres', los telespectadores se sintieron atraídos por la verborrea de Kiko Ledgard, por la simpatía con gafas de las azafatas... y también por la insólita presencia de un personaje negativo. Don Cicuta era avaro, hipócrita, amargado y pedante. Odiaba abiertamente a los concursantes y, según algunos, suponía una caricatura de los sectores más inmovilistas del anterior régimen.
En la parte negativa (en el reparto se les definía así: «Y en la parte negativa... Esos que uds. saben»), acompañaban a Don Cicuta dos acólitos suyos, Remigio Cicutilla (encarnado por Ignacio Pérez) y Arnaldo Cicutilla (Javier Pajares). Los tres formaban un trío caracterizado por sus grandes sombreros de copa, largas barbas, trajes negros y espíritu cenizo. La diferencia estaba en que mientras Don Cicuta hablaba con propiedad, sus acompañantes no pronunciaban palabra alguna pero apoyaban a su líder con gestos. Supuestamente los tres vivían en el pueblo de Tacañón del Todo.
Valentín Tornos, veterano actor secundario, no pudo disfrutar demasiado del papel que viernes a viernes le hizo famoso. En la temporada de 1976, sus problemas de salud ya hicieron que fuera sustituido por el trío formado por el Profesor Lápiz (Pedro Sempson), Don Estrecho (Juan Tamariz) y Don Rácano (Paco Cecilio). Qué nostalgia televisiva...




San Sebastián en el Mar Por .J. M . Donosty

Izurun en las nieblas de la historia

Es de todo punto evidente que el nacimiento y desarrollo de los pueblos están determinados y condicionados por circunstancia geográfica , políticas y económica . San Sebastián confirma esta regla. Es el mar el que determina su nacimiento y ulterior de arrollo a lo largo de sus ocho iglo de existencia histórica, por no hablar de tiempos anteriores de e o que e dicen perdidos en las niebla del pa ado . . Es a esta bruma a época a la que pertenece el supuesto IZURUN a que se refieren los documento más antiguo relativo a San Seba tián: el de la Donación a Leyre, concretamente, allá a principios del siglo Xl, en el supuesto de u autenticidad. Sin gran esfuerzo, con los ojo de la imaginación, vemo al pie y al socaire del llamado con posterioridad Monte Urgull, un reducido y humilde poblado de pe cadore que, andando el tiempo, se convertirá en la más pró pera, activa y populosa Villa de la Vardulia, luego en la más brillante y prócer capital de la provincia de Guipúzcoa y una de la más bella y fama a ciudade de España.
Su mismo supuesto nombre antiguo, IZURUN, parece referirse , en la lengua vasca que lo denomina, a la más de tacada característica de este pueblo, o sea a su situación en medio o a la orilla del mar. Un itsmo de arena, dunas, juncales y mari - mas, flanqueado por un río, el Urumea, lo une a la tierra montuo a, firme y agrícola de la Artiga. Todo parece indicar que en pasados tiempos el Monte Urgull fue un islote, como lo es hoy la isla de Santa Clara. Y es en medio de aquella nieblas de la histori~ a que aludíamos, y de las reales nieblas meteorológicas que la envuelven - a la sazón mucho más que ahora, a causa de las marismas que la rodean o avecinan- , que el más remoto antecedente histórico, la más antigua imagen urbana de San Sebastián, aparecen ante los ojos de nue tra imaginación. Quizá el má antiguo y prócer de sus pobladores - o uno de los más antiguos- , explota agro-pecuariamente el monte U rgull, de cuyos cultivo , árbole , rebaño y molinos de viento tenemo vaga noticia . Al lado de la casa-solar de este el más antiguo prócer donostiarra, cuyo nombre ignoramo , pero cuya anónima exi tencia no deja lugar a dudas, se halla la humilde ermita o antuario cri tiano del lugar, que andando el tiempo se convertirá en la iglesia matriz de la naciente villa. En fin al pie y al socaire de este monte, un reducido puerto, sin obra de fábrica digna de tal nombre aún, pero puerto al fin; y un no menos reducido y humilde grupo de cabañas de pe cadores, constituyen incipiente poblado, pescadore que por aquel entonces son los famosos cazadores de la ballena cantábrica que en abundancia pulula en su litoral. Este supuesto IZURUN con su nombre genuinamente vasco, y expresivo, como buen topónimo, de la circunstancia fí icas de su emplazamiento, va a dar paso al histórico de San Sebastián cuya acta de bautismo político, más que de nacimiento, es su Fuero de Repoblación, otorgado de mediado a fines del siglo XII.  

El Fuero de San Sebastián (segunda mitad del S. XII)

La misma palabra "repoblación" contenida en el Fuero de San Sebastián, parece indicar la existencia anterior de ese incipíente poblado a que aludimos bajo el nombre de IZURUN, y al que ahora y en esta circunstancia histórica se le quiere dar la importancia urbana que con inmediata posterioridad a la concesión de dicho Fuero va a lograr. El territorio en que se asienta la futura Villa pertenece a la sazón, a í como el resto de Guipúzcoa, a la corona de Navarra. Es uno de los reyes más famo os de su primera y más antigua dinastía, Sancho el Sabio, quien va a convertirse en el verdadero fundador de San Sebastián. y es el mar, sobre todo, el que determina su destino. Las leyes contenidas en este Fuero, en efecto, pertenecen en gran parte al comercio que se hacía e iba a hacerse en lo futuro por mar a través de uest ra Villa. Graves juri con ultos han dicho que dicha leyes podían competir con las mejores hasta hoy conocida bajo este a pecto, y son de las más antiguas y especiales relativas al comercio marítimo de nuestra patria. Por eso, sin duda, los reyes posteriores de Castilla, a cuya corona e entrega Guipúzcoa - y, naturalmente, San Sebastián- , en 1200, (sin que de de aquel tan remoto entonces se haya roto tal vínculo) las extienden a las principales Villas marítima guipuzcoanas y hasta a San Vicente de la Barquera; más aún, a algunos lugares más o menos poblados del interior de nuestra provincia. Es al amparo de tan sabia legislación como los donostiarras de aquellos y posteriores tiempos, dan impulso a su mercantilismo, llevando y trayendo por mar, a travé de su puerto, con sus propias embarcaciones y con sus propios marinos, los producto de exportación de la propia Guipúzcoa, del reino de Navarra y de Castilla, los de importación de Francia, Inglaterra, Flandes y hasta de pueblos del Mediterráneo. Es también al amparo de este Fuero como se desarrolla la industria pesquera de San Sebastián, la famo ísima caza de ballenas, las pesquerías de bacalao, nuestro importante contacto con Terranova, por no decir nada de las actividades pesqueras genuinamente litorales, sobre las que tanta luz ha derramado la información practicada por orden del rey Felipe 111, a fine del siglo XVI, relativa a la industria pesquera guipuzcoana, publicada por la Diputación de nuestra provincia en 1944 por mano de su malogrado Archivero don José Manuel Imaz. Situados como no hallamos en este momento en la época inicial del Fuero de San Sebastián, hemos de advertir que el San Sebastián de aquel entonces, por paradoja que parezca, si por una parte era mucho más pequeño que el actual, por otra parte era mucho más grande. La Villa en sí u núcleo genuinamente urbano, estaba contenido dentro de lo límites del barrio hoy conocido por el nombre de "Parte Vieja", adosada al Monte Urgull y abigarrada a sus pies. Ese fue y ha sido siempre el San Sebastián meramente urbano hasta nuestros días, o sea durante los siete siglos aproximadamente que median entre 1160 y 1860, en números redondos. Frente a esta pequeñez de la parte urbana de la Villa, su jurisdicción territorial primitiva era muy grande, mucho mayor que la actual, puesto que se extendía, en lo litoral, de Este a Oeste, desde Fuenterrabía hasta Orio y, en lo continental, de Norte a Sur, desde el puerto de Pasajes hasta Arano. Es decir, que el San Sebastián del Fuero comprendía en los límites de su jurisdicción al puerto y poblados de Pasajes, razón por la cual, durante muchos siglos, la historia y vicisitudes de dicho puerto, su población, su comercio e industria, sus célebres Astilleros, sus hombres y empresas de mar, estuvieron vinculados a San Sebastián como parte integrante de su territorio y al amparo de su Fuero. Se ha dicho que la parte más original y saliente del Fuero de San Sebastián, y la que más claras luces proyecta sobre la vida y vicisitudes de nuestra población en aquel entonces, es la que se relaciona con el mar y el comercio marítimo. Aún no existía Bilbao; el reino de Navarra no disponía de más puerto marítimo que el o los de San Sebastián, puesto que el de Pasajes era uno de ellos; entre los puertos que el rey de Castilla tenía en el Cantábrico, no había ninguno cuyo comercio pudiera compararse con el nuestro; las mismas Ordenanzas marítimas de Barcelona son de fecha posterior a las nuestras ... A la sombra de las disposiciones del Fuero de San Sebastián, y al conjunto o complejo de su situación geográfica, política y económica, el comercio y la industria donostiarras nacieron y se desarrollaron considerablemente. A tal fin tendían, en efecto, los privilegios concedidos por el rey fundador, confirmados con posterioridad por Alfonso VIII de Castilla y sucesores suyos en la corona. Exentas de todo pecho, las naves donostiarras crecieron y se multiplicaron, dando origen a sus célebres Astilleros; fue grandísimo el número de sus armadores, e incontable el de sus marineros y marinos; el comercio y la pesca hiciéronse fructíferos; ya antes de finalizar el siglo XIII, las naves donostiarras iban a Flandes conduciendo hierro en bruto y objetos férreos manufacturados, trayendo de retorno paños y tejidos. En 1350, los vascongados - y los donostiarras, naturalmente- , poseían 10 en Brujas su famos'a Lonja o Casa de Contratación; desde fecha más remota aún, la tenían en La Rochelle de Francia; y en el mismo San Sebastián, la calle de los Esterlines, que aún conserva tal nombre, da fe de los mercaderes y cambistas extranjeros que en ella vivían y comerciaban. El Fuero de San Sebastián enumera entre los géneros que se exportaban e importaban el hierro, el cobre y el estaño; toneles, cueros, liz; pintura, cera, algodón; telas, cordaje, paños de lana, lienzos; especias, pieles de ciervo, pescado ... Como puerto de Navarra, don Pedro de Castilla, en 1351, confirió a los navarros la gracia de la habilitación del puerto donostiarra para los géneros que trajesen o enviasen por mar. Grandísima e importantísima fue, por otra parte, la participación de las naves y de los marinos donostiarras en las empresas de mar y guerra al servicio de la corona de España, de la Reconquista y de nuestro prestigio nacional, internacional y hasta universal. Cuando aún no se conoCÍan las marinas de guerra creadas y sostenidas por el Estado, la marina de guerra donostiarra al servicio del Estado era una brillante realidad. No sólo Sancho el Sabio de Navarra y Alfonso VIII de Castilla: también los sucesores de este último concedieron privilegios a San Sebastián en premio a los grandes servicios que recibían de los donostiarras al tomar éstos parte en sus guerras, especialmente por mar, con naves equipadas por la Villa, demostrándolo en 1247, que al mando del Almirante de Castilla, Bonifaz, contribuyeron a la conquista de Sevilla; en 1475, en Pontevedra; en 1582, en las Azores, y durante el siglo XVI, haciéndose célebres en sus luchas contra los barcos ingleses, obligando a los de esta nación a firmar tratados de paz y amistad favorables a nuestros intereses y prestigio. Grandes diferencias y altercados tuvieron los marinos de San Sebastián con los ingleses, en efecto, por pretender unos y otros el dominio de los mares, aunque parezca mentira; porque la verdad es que San Sebastián y sus aliados de la Costa Cantábrica - el peor y más peligroso de los mares- , constituían a la sazón una verdadera potencia marítima, en tanto que Inglaterra no había logrado aún por aquel entonces la grandeza que más tarde alcanzó. Como Bayona perteneció a Inglaterra durante cierto tiempo, las enemistades y discordias entre ambas poblaciones, las dos más importantes y próximas del Golfo de Gascuña o Golfo de Vizcaya (según el punto de vista), se suscitaban con más facilidad y frecuencia de lo que hubiera ido de deseaL Para poner fin o tregua, cuando meno , a e te e tado de cosas, concertáro nse reiteradamente tratado de concordia, de paz y de ami tad entre lo representantes de San Seba tián y los del rey de Inglaterra. Conocemos lo nombre de lo delegado donostiarras que a tal fin acudieron a la Junta celebrada en Fuenterrabía en 1353: llamában e Juan Gómez y Martín Guillermo Perquiz. Dicho tratado de tregua y paz se renovó ochenta año de pués, o sea en 1433. Pero si bien es cierto que e te impul o inicial favorable a la co a del mar en el má amplio sentido de la palabra, tenía su raíz en el Fuero, no menos cierto es que, bien fuera por la fuerza de la inercia, por la amplitud y velocidad lograda por la iniciativa, actividad e ingenio de lo donostiarras, por las circunstancias de lugar y tiempo, en fin, el hecho e que la vida marítima de San Seba tián logró extraordinario de arrollo, con tituyendo la ba e fundamental de u vida económica, política y ocial. u puerto, sus faros, su comercio, sus A tilleros y fábricas de ancla y otro pertrechos de mar su institucione públicas, sus hombres, su hazañas, todo en el San Seba tián antiguo e tá proclamando u carácter predominantemente marítimo. El emblema civil de su escudo da testimonio de ello: un navío sobre ondas de mar
 

El Prebostazgo (s . XIII)

La in titución del prebostazgo de San Seba - tiá n es poco menos que de conocida históricamente (1). Se sabe que exi tió una in titución de e te nombre; se hace menciéln de uno de los prebostes, Miguel Martínez de Ertgómez, sobre todo por el hecho de haber albergado en u casa-torre de San Seba tián a Enrique IV; conócense algunas de las prerrogativas inherentes a este cargo principalísimo de la Villa, y la diferencia que exi tieron entre é ta y el prebo te; y el hecho de que en el texto del Fuero figure el Prebo te ante que el propio Alcalde, parece dar a entender que aquel cargo era uperior al de éste , o cuando menos principalísimo. El cargo de preboste debió e'r en lo primeros tiempo electivo y de nombramiento popular, como el de Alcalde; pero con posterioridad, el rey de Ca tilla, San Fernando, hizo merced de él, por juro de heredad , a don Urdincho de Mans, el Bueno, cuyos legítimo de cendientes fueron sucediéndose hasta la extinción del cargo en el siglo XVIII, o poco menos.
Lo único que queremos hacer notar respecto al Prebo tazgo de San Seba tián, es que la merced del mi mo a favor de lo Mans fue debida a la partidipación marítima de lo de e te linaje en la Reco qui ta , y partichlarmente en la toma de Jerez. No meno característicamente marinero e el hecho de que uno de los privilegios inherentes al cargo de preboste, con istiera en que todo lo año la Villa de Guetaria hubiera de pre entarle la primera media ballena que cazaran los de dicho puerto. Por lo demás, el prebostazgo no era una in titución genuina o exclusivamente marítima, como lo fueron instituciones tales como la Hermandad de las Mari ma , la Compañía de Ballena , la Cofradía de armadore y de pescadore de Santa Catalina y de San Pedro re pectivamente, la E cuela de Náutica, el Con ulado, la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas y otras por el e tilo. E te di tinguido cargo de Preboste, que con el tiempo vino a pertenecer, aunque muy disminuido en autoridad , pre tigio y atribuciones, al mayorazgo de Alzolará , lo redimió la ciudad para sí en 1766, precedido de la consiguiente Real Licencia. Hacía tiempo ya que la ciudad veía en la in titución del Prebo tazgo un meno cabo en la atribucione propia del Municipio, una intromiión antipática en la administración local.
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(1) Tan sólo en tiempos recientes. el historiador Sr. Banú Agulrre ha prestado ingular atención y estudio al Prebo tazgo. iendo él y el autor de esta, notas. quienes. probablemente. mejor conocemo dicha Instit ución por haber bebido en la misma fuente : El rchlvo de an Mtllán.  

La Hermandad de las Marismas (1294)

De de época muy antiguas, cuyos principios son difíciles, 'Si no imposibles, de averiguar, los pescadore y mercaderes de algunos pueblos del litoral Cantábrico constituyeron o formaron agrupaciones de orden económico, político y social llamadas Asociaciones, Cabildos Hermandades y Cofradía de Mercantes. Había dos clases de asociaciones: la de pescadore y la de mercaderes. Las primeras tenían por fin principal fomentar la pesca, defender los intere es de los pescadore y acudir en socorro de sus asociados pobres y ancianos, y al de las familias de los que perecían en el mar; las segundas, o sea las de mercadere , tenían por fin principal habilitar los puertos para el comercio, y resolver del modo más breve, sencillo y económico, las cuestiones que surgiesen entre su a ociados en los casos y cosas del mar. Aunque por lo general cada una de estas dos clases de asociaciones se parecían las unas de las otras, no obstante la diversidad de los pueblos en que florecían, había también otra clase de hermandades o Compañías, de carácter más amplio y genérico las unas, de carácter más concreto y específico las otras. A la primera de estas clases perteneció la llamada Hermandad de las Marismas, y a la segunda la Compañía de Ballenas. . Siglo y medio aproximadamente después de la concesión del Fuero de San Sebastián se fundó la Hermandad de las Marismas, de la cual San Sebastián formó parte principalísima. Además de la nuestra, entraron en ella las principales Villas marítimas del Cantábrico, tales como Santander, Laredo, Bermeo y Castro Urdiales, Guetaria, Fuenterrabía y hasta Vitoria. Dicha Confederación tenía por principal objeto la conservación de sus respectivos fueros municipales recién concedidos, juntamente con sus usos y costumbres, estableciéndose jurados que dirimieran lo pleitos y divergencias entre sus respectivos moradores sobre todo, y afianzaran el comercio marítimo de todos y cada uno de dichos puerto. Muy poco se sabe acerca de la existencia y actividades de esta Hermandad marítima, y muy poco, por consiguiente, se ha hablado de ella entre nosotros. Esta especie de confederación o mancomunidad marítima Cantábrica, más que caracter exclusivamente local tenía un alcance regional, y estaba orientada, en cuanto al espacio, a las relaciones exteriores, y en cuanto al objeto, a las transacciones marítimo-mercantiles que, como queda dicho mantenían San Sebastián y consortes con los puertos de Francia, Inglaterra y Flandes.  

La Com pañía de Ba llenas (s. XII y XIII)

El origen náutico de los donostiarras tuvo dos motivos principales: la pesca y el comercio. Fue la pe ca la escuela de sus aptitudes. La arriesgada pe ca de la ballena tuvo por escenario, en un principio el propio mar Cantábrico. La Atalaya de los balleneros del Monte Ulía, de la que existe o subsiste aún un simulacro ba ado en la tradición, en la historia yen la lógica de los hechos, evoca aquella gesta cantada de modo distirámbico por el P. Larramendi en su "Corografía de GuipÚzcoa". Varios pueblos de nuestro litoral cantábrico en general, y de nuestra costa guipuzcoana en particular, ostentan en su escudo el blasón de la ballena . Esta arriesgada pesca contribuyó, cuando empezó a disminuir la aparición de este cetáceo en nuestras costas, a que los marineros donostiarras - así como los de las villas pesqueras del Cantábrico- , fueran en seguimiento suyo a lejanos parajes del mar. A esta circunstancia se debe el supuesto descubrimiento de Terranova por los vascos en el siglo XIV, así como el inicio y práctica subsiguiente de la pesca del bacalao que vino a sustituir la de la ballena. Sea o no cierto lo del descubrimiento de Terranova por los vascos, lo que sí lo es de todo punto, es que donostiarras y vascongados dejaron allí la huella de sus descubrimientos, de su paso o de su estancia, dando nombre a determinados lugares costeros de aquellos parajes. En la costa del Labrador, así como al Sur y Suroeste de la isla de Terranova, aparecen nombres genuinamente vascos denominando puertos y ensenadas, siendo de esta procedencia varios de los del lado occidental: Ulcillo, Barrachoa, Ederra, Anguchar, Antonportu, Oporportu" Portuchoa, ... por no decir nada de los Andia, Miguele y, sobre todo, del Echaide-portu que evoca la figura del donostiarra, durante cierto tiempo, supuesto descubridor, aunque en realidad no se compaginen las fechas de la existencia de éste con la del descubrimiento, muy anterior. La matanza de la ballena cantábrica data de tiempo inmemorial, pues ya a comienzos del siglo XIII, en 1237, se hace mención de ella en una cédula del Rey San Fernando y, posteriormente, en la petición 31 de las Cortes del Toro, se le supone así, inmemorial. Sin moverse de casa, como quien dice, o sea en sus propias aguas, los donostiarras procedían a la matanza del cetáceo descubierto y anunciado a los pescadores por .los atalayeros del Monte Ulía de San Sebastián, del de San Antón de Guetaria y de otros montes litorales del Cantábrico, antes de que iniciaran su éxodo a los mares de Terranova. Los marinos de San Sebastián y puertos inmediatos empezaron a encaminarse allí, saliendo de nuestros puertos las embarcaciones por Marzo y Abril, regresando en Octubre. Mucha era la riqueza que les proporcionaba a los donostiarras la matanza de la ballena, con sus grasas y aceites que no sólo se introducían en Navarra, Castilla y Aragón para el alumbrado (lumera) y fábricas de paños, sino que se exportaban también a Inglaterra y Países Bajos. Su destilación solía hacerse dentro de los mismos bajeles, o bien en barcos construidos a este fin expresamente, en los muelles de San Sebastián, extramuros de la villa, toda vez que una Ordenanza Municipal de 1445 prohibía se hiciera "lumera" dentro de sus muros, pues su olor debía ser un tanto nauseabundo y apestoso. Este ramo de comercio y pesca se propagó con el establecimiento de la famosa Compañía de Ballenas que e formó por aquellos tiempos en nuestra Villa. Su falta posterior, dice un historiador, lamentarán siempre los amantes de la patria, por ser el principal nervio con que se mantenía fuerte, vigorosa y próspera nuestra marinería; siendo más sensible aún esta pérdida, que motivó el que posteriormente se abandonaran las expediciones que desde Pasajes emprendían a los mares del Norte los navíos consagrados a esta pesca. El número de éstos era considerable. En tiempos relativamente recientes - 1625-, eran 41 los bajeles, 298 las chalupas y 1.475 los hombres que se consagraban a esta especialidad pesquera. Ya para entonces la ballena había torcido nuevamente el rumbo. En 1612 las costas de Terranova no ofrecían la abundancia de otros tiempos; pero en cambio eran próvidos los mares de Groenlandia. Allí arribó un navío de San Sebastián, subiendo hasta los 78 grados y medio. Hizo en aquel paraje una gran pesca. Volvió a nuestra villa rebosante, animando con este descubrimiento a varios vecinos donostiarras y de otros pueblos , costeros a emprender aquella descubierta y fecunda ruta. Desgraciadamente, la expedición de doce embarcaciones que salieron en 1613 fracasó totalmente, por haber sido apresada por dos galeones ingleses, contra cuya arbitrariedad no hubo reparación posible, decayendo el ánimo de los pescadores. Mucho se habló a la sazón de la restauración de la Compañía de Ballenas, particularmente de principios a mediados del siglo XVIII, con los Patiño y los Ensenada; pero la más antigua y única Compañía donostiarra consagrada a la pesca, industria y comercio de este cetáceo, no volvió a resurgir.

La Cofrad ía de Santa Catalina (S. XV)

El nombre de Santa Catalina e popular en San ebastián. El más antiguo, céntrico, transitado y bello de sus puentes, así como la primera calle a la derecha con que se topa entrando en nuestra ciudad por él, llevan el nombre de esta Santa. Ignoramos qué relación de causa a efecto puede haber entre Santa Catalina y la antigua y hace tiempo extinta Cofradía de mareantes puesta bajo u advocación, que e la que ha dado nombre al puente y calle de referencia; pero el hecho es que fue en estas inmediaciones donde estuvo en antiguos tiempos el arrabal e iglesia de Santa Catalina, y ésta, que era como el centro espiritual del barrio y el centro corporativo de lo mareante donostiarras, fue demolida, así como el arrabal en torno suyo, en 1719, a causa del sitio que pusieron lo franceses a la plaza de guerra de San Sebastián. Parece ser que esta Igle ia fue en un principio de los Templarios; después perteneció a la Orden de San Juan, yen ella celebraba u funcione la Cofradía, y posteriormente el Consulado, en que aquélla vino a refundirse. Dicha Hermandad y Cofradía de Mareantes de San Sebastián databan de tiempo inmemorial y se regían por unas Ordenanzas que confirmaron los Reyes Católicos, y posteriormente Carlos V, cuyo original, escrito en pergamino de cuero y sellado con ello de plomo pendiente de hilos de sedas de colores, e halla archivado en Simancas. La a ociación e taba integrada por maestros de mar pilotos, mareantes y mercaderes, y parece ser que su origen se debió a las necesidades de tener un muelle en el puerto de San Sebastián donde pudieran realizar e las faenas de carga y descarga de mercancías de las naves que lo frecuentaran, toda vez que a la sazón no existía puerto alguno digno de tal nombre. esto es, de obra de fábrica. La Hermandad realizó dicho muelle a sus expen as, al propio tiempo que obtenía del rey don Juan una carta-arancel de imposición de derechos para toda y cualesquiera mercancía que llegasen o aliesen en barcos por este puerto, lo que en 1473 fue confirmado por Enrique IV. Organizada la Hermandad y cumplido el principal de sus cometidos, y al cargo de la cual estaba la reparación del muelle, pronto extendió sus funciones a la resolución de los pleito urgidos entre pilotos, mae tre de naves, mercaderes y demá gente de mar, por cue tione de u oficio. Su importancia llegó a ser tan grande que hizo precisa la intervención de los ya citados Reyes Católicos para poner coto y remedio a sus abusos de autoridad. En vez de las grande reuniones y Ayuntamientos que hasta entonces se tenían, se instituyó el cargo de Mayordomo, que era electivo y anual, para que conociese, juzga e y determina e en los casos y co as de la mar de plano, umariamente, in figura de juicio en el cual no e escribió nada ab olutamente, ni síquiera la sentencia . No nos extendemos en lo curiosos detalles de cómo e hacían a la azón las elecciones para éste y otro cargos de la Hermandad la cual, a imismo, cumplía otra funciones sociales, como la de socorrer a los hermanos necesitados y sufragar las misas en sufragio de los asociatlos muertos.  

La Cofradía de San Pedro (1491)

Si la Cofradía de Santa Catalina agrupaba en su seno a los mareantes propiamente dicho - maestres de mar, pilotos y mercaderes- , la Cofradía de San Pedro reunía a los pescadores. Se ignora su antigüedad; pero sí consta que los Reye Católicos, en 1491 , un año antes de la toma de 14 Granada y fin de la Reconquista, confirmaron las Ordenanzas de dicha Cofradía, por las que se rigió en años posteriores. La mayor parte de sus disposiciones e refieren, como es natural, a la pesca y a los pescadores; pero más interesante aún que su articulado, e la Cuenta y razón de sus ingre os y gasto, que lo Mayordomos de la Cofradía sometían cada año, al cesar u mandato, a examen, consideración o aprobación de los entrantes. Gran parte de los ingresos de la Cofradía provenían de lo que aportaban los cofrades dueños de las pinazas dedicadas a la pesca y, parte también, aunque pequeña, de los llamados "perdones de Viernes Santo" y del "plato que se recoge para San Pedro". Más curio a son las partida de gastos: la cera de todo el año en ervicio del altar en día tales como el Corpus y San Pedro, octavarios y enterramiento de hermanos y procesione ,por una parte; y por otra, la hachas de palo, o sea teas, yel llevarlas hasta la casa del farol, el carbón y la paja para el mismo, esto es, para el faro. En salarios se gastaban los correspondientes a los dos mayordomo , a cuatro ducados de a once reales cada uno; al capellán, catorce; al e cribano, por a entar la cuenta de la Cofradía y tener cuenta de us co as, seis; y al bedel, por su alario de cobrar lo que se aca de las pinazas, eis ducados. También esta Cofradía parece ser se excedía en sus atribuciones; razón por la cual fue en alguna oca ión cesada y anulada por jueces y pesqui idores en nombre del rey, impidiendo us reuniones o ayuntamiento porque la experiencia había demo - trado que dichos ayuntamientos movían en la Villa alteraciones en de ervicio de Dio y daño de lo vecinos y moradore de la mi ma. Al hablar de la pesca y de los pescadore donostiarras, hemos hecho referencia a do de las má grandes y caracterí ticas de us pe querías: la de la ballena y la del bacalao. Pero también había la otra: la pequeña pesca de bajura realizada en aguas litorales o a ellas próximas, que no siempre fueron óptima . Mucha luz han arrojado sobre la pesca de los puertos cantábricos en general y del puerto de San Sebastián entre ellos, lo autos que hizo Pedro González del Ca tillo, Corregidor de la Provincia de Guipúzcoa, para averiguar, en nombre del rey, la ituación de la pesca en todo y cada uno de us puerto . U na persona celo a de mi servicio - decía el rey Felipe 111 a u Corregidor-, me ha hecho relación de que a causa de haber poco orden en la pesquerías del mar, rías y ríos de e to mis reino , y de la pobreza y de orden de los pescadores, faltos de redes y otros instrumentos, estos reinos han tenido y tienen gran falta de pescados. En efecto; parece ser que a la sazón, entre las leva de marineros para las Reales Armadas y la falta de pescados en nuestras costas, la gente marinera vivía mal y pobremente; y el comercio e indu tria del pe cado eran muy poco fructuosos. El capitán Juanes de Arano no vacilaba en decir el año 1599, fecha de la información de referencia, que se había agotado tanto el pescado del mar, que antes solían pescar en la villa de San Sebastián ha ta veinte pinazas, y todas traían pescado; "y agora e pesca con tres y no traen pescado que ea de consideración; porque se ha agotado la mar del pescado que solía haber". Otro tanto habían de declarar otros marineros donostiarras, como Domingo de Tausida, opinión sustentada por muchos de los declarantes de otros puertos del litoral guipuzcoano.

El Consulado de San Sebastián 1628
La Escuela de Náutica 1765

Si por una parte la matanza de ballenas y la pesca del bacalao a las que en u tiempo se dedicaron lo donostiarras, tropezaban con grandes dificultades en razón de la distancia y de la política; y si por otra, la pesca del litoral y el comercio marítimo habían decaido y disminuido considerablemente, era natural que las gentes más re pon able de la vida pesquera, comercial y marítima de San Seba tián se preocuparan de hacer frente a e tas circun tancias con iniciativas adecuadas al ca o. El Dr. Camino ha explicado el proceso de esta decadencia y las esperanzas que se fundaban en la rehabilitación de la pro peridad antigua. Parte de e ta decadencia comercial de San Sebastián, en el reinado de Carlos 11, se debía al hecho de haberse tra ladado a Bilbao y a Bayona la mayor parte del tráfico que ante se hacía por nuestra ciudad. La primera de estas villas, e había hecho un pueblo importante, ejerciendo una gran influencia en la regiones vecinas; la egunda, ciudad marítima de gran espíritu comercial, se habíaJevantado a su mayor pujanza. Para remediar esta decadencia del comercio de San Seba tián se trató de eregir en nuestra ciudad una Ca a de Contratación, como las de Sevilla, Burgos y otras partes. Logróse, en efecto, la Real autorización, en septiembre de 1628, para el establecimiento en San Sebastián de esta agrupación mercantil, que diese impulso a todos aquellos negocios dignos de estímulo y ayuda. A este fin se le dio facultad de nombrar un prior y dos cónsules y u corre pondiente empleados subalternos. El Juzgado de Comercio residía en aquéllos con los mismos amplios poderes de que estaba revestido el Consulado de Bilbao. Fueron grandes las ventajas que acarreó esta institución al comercio donostiarra. Entre ellas estaba la conservación del puerto y de sus muelles, tan necesitados de constantes cuidados; así como el nuevo faro construido en lQ alto del Monte Igueldo, las luces de cuyo torreón, provisto de pábilos de reverbero, alcanzaban a nueve leguas dentro del mar, evitando naufragios tan frecuentes y temeroo en este tenebroso mar lo días de temporal e invierno. De este faro de Igueldo construido en 1778 a expensas y por iniciativa del Consulado de an Sebastián, hiciéronse grandes elogios a la azón, considerándolo superior al que entonces estaba ejecutándose en París por orden de la emperatriz de Rusia para el mar Báltico y otros por el estilo. Otras muchas iniciativa y proyecto concibió el Consulado a favor de San Sebastián, no sólo en el ramo de las obras públicas, ino en el fomento de la pe ca y del comercio donostiarras, por no decir nada de sus ge tiones para el restablecimiento del, en pasados tiempos, tan pró pero negocio de l~s lanas. En 1765 formó la Escuela de Náutica de San Seba tián, que fue recibida bajo la Real Protección en 1784. Dicha escuela tenía ya us antecedentes en la historia de la Villa, pues consta que ya en 1583 había en San Sebastián una institución de este género, en la que profesó nada menos que el famoso cosmógrafo Andrés de Poza, que vino a San Sebastián a requerimiento de su Concejo municipal.

 

La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas 1728

Réstanos decir dos palabras acerca de una de la instituciones donostiarras, la más moderna entre la antiguas, que no obstante su carácter marcadamente local, logró en brevísimo tiempo poner e a la cabeza del comercio del cacao de Venezuela, con proyecciones cte índole nacional. Fue guipuzcoana la idea, y San Sebastián la ede de su principal e tablecimiento. Tanto el rey Felipe V como su augu ta espo a, e in cribieron como accionistas de la empre a , primera entre la de u género en E paña, que de pués sirvió de modelo y pauta a la de la Habana, Sevilla y Zaragoza. Las utilidades que trajo e ta Compañía a 16 E paña en general y a Guipúzcoa y San Sebastián en particular, on tanta - decía el P. Larramendi- , que Guipúzcoa puede contar entre sus má señalado servicios a la causa nacional, el pen amiento y el establecimiento de esta mercantil in titución. Al establecer e dicha Compañía allá a prjncipio del iglo XVIII, Caraca estaba ya en un pie tal, que no producía provecho alguno al rey ni al Erario público español, ante le era muy onero o. Con la implantación de dicha entidad , no le co tó luego y, en con ecuencia, nada la con ervación y defensa de Venezuela y todas sus costa , percibiendo, por el contrario, grandes suma y con iderables beneficio .
Antes, todo el comercio de lo puertos venezolano e taba en manos de los holandeses, y no venía ni un grano de cacao ni un rollo de tabaco en rama a España, sino por mediación de los de aquella nación. Todo los beneficios iban a Holanda. De pués, todo quedó en España yen beneficio del con umo de su provincia. El quintal de cacao no lo vendían antaño lo holandeses a setenta pesos; la Compañía de Caraca lo vendió poco después a menos de cuarenta. Por otra parte, dicha Compañía enriqueció a muchísima gente vascongada, donostiarra y de otra parte, dando cargo y pingüe empleos a considerable número de compatriotas nue tras, trabajo a nuestro a tillero , buque al comercio y a la marina de guerra, contribuyendo a la paz y defensa de nuestro patrimonio nacional con sus escuadras, en las que tantos donostiarras e di tinguieron extraordinariamente. Uno de los cargos que se hicieron a dicha Compañía fue la de que su e tablecimiento contribuyó al detrimento de la pe ca del bacalao y de la pe ca-litoral en general. A nadie, sin embargo, forzaba la Compañía a trabajar para ella: quienes lo hacían era voluntariamente y atraidos por la mayor ganancia que a su ervicio obtenían. La ede principal de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas re idió en San Sebastián durante los primero veintitantos años de su establecimiento (exactamente ha ta 1751), trasladándose luego a Madrid, quedando en nuestra ciudad entonces una Junta de Directores asistente y otros empleados subalternos. Durante aquello primeros veinte año de dirección donostiarra, los progresos de la Compañía fueron extraordinario . Mejoró muchí imo la provincia de Venezuela y Maracaibo, fomentando la labranza y el cultivo del cacao, promoviendo la industria, dando esplendor y un nuevo ser a los pueblo con la construcción de templos y otros magníficos edificios. Digamos, de paso, que la actual basílica de tra. Sra. del Coro de San ebastián fue con truida a us expensa, dotando a la ciudad del más amplio y suntuo o de sus templo. En cuanto a los capitales comprometidos en la empresa, limitémonos a decir que ya en 1753 se habían duplicado y posteriormente, llegaron a triplicarse, además de los rédito ordinario que producían. Andando el tiempo, el carácter genuinamente guipuzcoano y donostiarra de la Compañía fue de virtuándo e ha ta que se refundió con la de Filipinas que, por cierto, tiempo aún mantuvo u correspondencia con Venezuela y Marac~ibo envianda los género europeo en fragata que partían de San Seba tián y retornaban a nuestro puerto con las producciones propias de aquella parte de América tan querida y conocida nuestra. M uchas cosas más cabría decir relativas a "San Seba tián en el mar", que los límites de este trabajo no permiten más que enumerarlas. Cabría referir e al puerto de San Sebastián, a sus faros y atalayas de balleneros a que nos hemos referido de pasada y harto sucintamente. Sería muy largo de contar el número incalculable de nauta, marineros, pescadores, constructores navales y capitanes de mar y guerra que San Sebastián ha producido a lo largo de los siglos. Creemos haber dicho ya que el principal monumento de e ta ciudad - el único digno de tal nombre, por decirlo así- , lo es a la memoria de un Almirante, el donostiarra Oquendo. Habría de hacerse mención a lo grande navío construido en nuestros Astilleros y de lo cuales-fueron de lo má sonados el galeón Santa Ana, botado en nuestra Villa en pre encia de Felipe IIl, en 1615, y la Capitana Real, que en 1660 visitó con gran pompa en el puerto de Pasajes, Felipe IV. De buen grado hubiéramos hablado largo y tendido de los famosos corsarios donostiarras, que tan brillantemente atacaron a la piratería; y de los Tratados de Paz que determinaron su actuación. Gran extensión exigiría contar los estragos que el mar ha causado a la Villa y Ciudad de San Sebastián en los antiguos y en los modernos tiempos. En fin, no dejaría de tener cierto anecdótico interés la relación de los reyes que, a la vista de nuestra bahía, la recorrieron embarcados o asistieron a sus simulacros de pesca y a sus fiestas náuticas, comenzando por Enrique IV y acabando por Alfonso XIII. En la imposibilidad, pue , de decirlo todo no queremos, sin embargo, terminar este pequeño trabajo de divulgación y íntesis, má bien centrado en la historia de San Sebastián en el mar, correspondiente a los tiempos en que San ebastián' era, realmente, una Ciudad esencialmente marítima, sin decir dos palabras acerca de su transición, de lo genuinamente utilitario de los pasados tiempo, a la era moderna caracterizada por el veraneo y el turismo, provocados precisamente y principalmente por el mar. Y como colofón, diremo do palabras acerca de sus símbolo marineros: el sello, el e cudo y la bandera de San Sebastián.  

Los Símbolos
El sello, el escudo y la bandera de San Sebastián 

La manifestación simbólica (en este caso, sigilográfica) del Co ncejo o munici pio de San Sebastián más antigua que se conoce, e su sello céreo. Uno de sus rarísimos ejemplares es el pend iente de un documento del año 1297 que se halla en la Biblioteca Nacional de París; hay otros do sellos por el estilo en el Árchivo Munici pa l de Pamplona, pendiente de cintas de eda de colore , en documento del siglo XIV. La identidad de esto sellos nos hace creer que la matriz o troquel con que fueron obtenidos fue la misma. El sello es redond o, de uno 80 milímetros de diámetro, de profundo relieve en sus figuraciones y leyendas. Su anver o representa una nave rudimentaria de la época, de un solo palo, atrave ado de una verga colocada en el sentido longitudinal del navío, las velas recogidas y un marinero en cada uno de los extremos de la verga maniobrando en élla. La nave , de proa y popa muy levantadas, está obre ondas de mar, un ma rinero a proa, al parecer remando, y otro a popa, también al parecer a cargo del gobernalle ( 1). En. su exergo, en bellas letras góticas del mej or estilo, e lee esta in cripción en latín: ca CILII ,' DE,' SA TO " SEBASTIANO ,' El reverso de este sello representa un castillo de carácter medioeval, de forma regular y vi to de frente , rodeado de murallas y flanqueado de cuatro torres, éstas y aquéllas almenadas, con su puerta .de acceso de arco de medio punto; en el centro yal fondo del recinto , la torre de homenaje. En su exergo, también en letras gótica , se lee esta in cripción latina: INTRA VIT ,' DOMI US,' JESUS " IN,' CASTELLUM ,' Es evidente que estos dos emblemas, la nave y el castillo, caracterizan los dos aspectos más salientes e importantes del San Sebastián de aquellos tiempos: u vida marítima, comercial y pe quera, y su calidad de plaza de armas dotada de (1) A propósito de esta nave. el Sr. Banús Aguirre ha publicado rCl'Icnlcmente an teceden tes y de ta lles interesa ntisimos. 18 murallas y castillo. Pero de todos modos, e echa de ver a simple vista la mayor importancia del emblema marítimo, por la sencilla razón de que e en su exe rgo precisamente donde consta que dicho emblema pertenece al Concejo de San Sebastián. Es un sello magnífico, de los más hermosos y bien hecho de la época, similar a los de Santander, Fuenterrabía, Biarritz, Southampton, París ... pero, sobre todo, parecidísimo en cuanto a l emblema marítimo atañe al de Dover, en Inglaterra. Por u anverso pertenece a la serie de lo sellos concejiles de tipo naval; y, por su reverso, a la serie de los de tipo monumental-castrense característicos de los siglo XIII Y XIV. Este ello , de los llamados pendientes o colgantes, desaparece con el tiempo, siendo sustituido por otro, de los llamados de placa , segundo tipo de los usados por el Concejo de San Sebastián, que tiene las siguientes características: la nave, que en el sello pendiente, como hemos visto, era de un solo palo, es en éste de tres; no se ven marineros ni en la verga ni en la cubierta , como en el anterior; han desaparecido del exergo las inscripciones latinas en letra gótica; el emblema del Castillo ha sido abandonado; en cambio aparecen por primera vez las do eses mayú culas seguidas de sendos punto , y en el exergo la leyenda: "Por fidelidad , nobleza y lealtad ganadas". Andando el tiempo, las naves más o menos arcáica de lo dos sellos que reseñamos, dieron paso a la fragata o nave a velas desplegadas del e cudo actual, cuyo ejemplar más antiguo de 'nosotros sabido, es de mediados del siglo XVII. Más que nuevo emblema se trata de una variante del mismo. Aparece la fragata navegando viento en popa sobre ondas de mar, desplegadas las velas de sus tre palos; en el tope o grímpola de cada uno de ellos flotan sendas bandera blanca con la cruz de Borgoña o a pa de San Andrés; en cuanto a las dos e es en letras mayú culas, aparecen pintada en la vela de la gavia mayor. Fue en 1682 cuando, a requenmlento del Concejo o Ayuntamiento de la Ciudad , el rey de armas, Don Juan de Mendoza , veinte año de pué de concedida a la Villa el título de Ciudad por Felipe IV, en 1662, expidió el certificado referente al escudo de armas de San Sebastián en vigor desde entonce . Es evidente que dicho rey de armas desconocía el sello antiguo de San Sebastián, guiándose tan sólo por el último en uso. Dicho escudo quedó , pues, mutilado y adulterado , con la supresión del emblema de su castillo, con la adulteración del emblema de su nave y con la silenciación de las inscripciones de sus respectivos exergos. Adelantándose a los tiempos, el castillo heráldico desapareció del escudo donostiarra, como más tarde había de desaparecer en realidad del Monte Urgull sobre el que se asentaba . De hecho, pues, el único emblema subsistente en el escudo actual de San Sebastián ei su emblema marítimo, como diciendo y expresando heráldicamente la importancia del mar en la razón de ser de San Sebastián. Digamos dos palabras acerca de la bandera de San Sebastián. Ignoramos si la villa y la ciudad la tuvieron en antiguos tiempos exclusiva y propia, y cómo era. Si exi tió , su recuerdo se ha perdido. Tan sólo un testimonio oficial de fines del siglo XVIII se refiere incidentalmente a tres banderas colgadas de la bóveda de la iglesia parroquial de Santa María de nuestra ciudad , la central con las armas reales y las dos colaterales con las armas o e cudo de la ciudad. Estas dos últimas banderas son de tafetán blanco, Con una cruz pintada de color encarnado en sus do caras, en campo azul y, en el centro, el escudo de Reverso arma de nuestra ciudad. La cruz de referencia era la cruz de Borgoña, como la de tantos otros pueblos de nuestra misma provincia de Guipúzcoa que aún conservan sus antiguas banderas, tales como los de Fuenterrabía e Irún, Vergara y Anzuola, Oñate, Placencia de las Armas y Mondragón, Hernani, Urnieta, Eibar. .. Pero con esta cuestión de la bandera de San Sebastián sucede también algo por el e tilo del escudo. La supue ta bandera antigua de San Seba tián, que debió incendiarse el31 de agosto de 1813, fue suplantada por la bandera-matrícula de las embarcaciones de su puerto marítimo, creada con carácter general para todo el reino, aunque distinta para todas y cada una de sus provincias marítima . Esta bandera-matrícula de San Sebastián es blanca, con un dado azul en el ángulo uperior de la vaina y es vulgarmente conocida y llamada bandera de San Sebastián desde 1823 hasta nuestros días. Asi, pues, si el escudo moderno de San' Sebastián prescindió del blasón del castillo del sello antiguo de su Concejo, para conservar el blasón marítimo como único y exclusivo emblema de la Ciudad; así también la bandera marítima ha venido a ser prácticamente el emblema de la Ciudad en lo tiempos modernos. Y su dado azul en la bandera blanca han determinado los dos colores favoritos de la ciudad en todas sus cosas: blanco y azul.

Del utilitarismo a la belleza 1860-1960 - 11 La Perla del Océa no 11

Como es sabido, el 31 de agosto de 1813 la ciudad de San Seba tián quedó arrasada y reducida a polvo y cenizas en uno de lo últimos episodio de la guerra de la Independencia contra Napoleón. Durante los 50 años que median entre 18I3 y 1863, la ciudad se rehace completamente, casi sobre la mi ma planta de la anterior; pero el cerco de murallas que la rodea impide su expansión y crecimiento. En esto, mediado el siglo, entre la Primera y la Segunda Guerras Civiles del siglo XIX, acontece un suceso que va a tener honda repercusión en el futuro de la ciudad. La reina Isabel II, por prescripción facultativa, se decide a tomar baños de mar; y una de las playas del Cantábrico a las que acude es la de San Sebastián. La maravillosa bahía de la Concha comienza a ser conocida y admirada; los baños de mar se ponen de moda; la playa se puebla de casetas de baños; forastero y veraneantes acuden a ella; y la ciudad, que durante tantos siglo se consagró al comercio y a la industria, sobre todo marítimos, la ciudad portuaria por excelencia, a causa no sólo de u pequeño puerto genuinamente urbano, sino a causa también de su gran puerto pasaitarra, ve abrirse ante ella un nuevo horizonte: el de la ind ustria veraniega y turí tica; y esta vez también, es el mar, u bahía, su playa , los que determinan su nuevo destino. Pero es durante la regencia de Doña María Cristina de Habsburgo cuando la capital de Guipúzcoa logra su máxima expansión en este orden de cosas. Las murallas han sido derribadas (1 63) y el En anche de la Ciudad , en un cuarto de iglo escaso, ha logrado un progreso inusitado. La reina hace de San Sebastián la Corte de verano (1887), instalándose en ella y construyendo aquí su palacio, que lleva justamente el expresivo nombre de MIRAMAR, inaugurado en 1893. Asu mayoría de edad , el rey Alfonso XIII continúa favoreciendo San Sebastián con su asiduidad y simpatía. Es la edad de oro de nuestra ciudad, la llamada "belle époque". Su progreso y expansión constantes; su magnífico urbani mo; us condiciones de salubridad e higiene; su famo a culinaria; su promoción turística; la amabilidad y carácter hospitalario de us habitantes; la esplendidez de sus fiestas; el boato de la Corte: todo contribuye a hacer de San eba tián la ciudad balnearia y turística por 20 excelencia del Norte de España, la de más tono y empaque de la península y una de las más bellas, en u género, de Europa. A los efectos de este pequeño borrador sobre San Sebastián en el mar, cabe decir que , una vez más, es el mar el que determina su destino. Antes y hasta esta época, el mar tenía en San Sebastián un significado exclusivo o preponderantemente utilitario; fue la pesca y el comercio marítimo los que aca pararon la atención de los donostiarras y dieron a la Villa y ciudad su prosperidad y renombre , ahora era también el mar el que había de darle fama y prosperidad, pero no por lo que el mar tiene de utilitario, sino por lo que tiene de bello. El nuevo comercio era el turismo; el puerto se hizo playa; de la pesquera trainera y de la fragata de tran porte a vela, se pasó a la deportiva trainera ya los "yacth" de regatas; las baterías del Castillo ya no atronaban el espacio con sus mortíferos disparos, sino con las estentóreas y gozosa salvas de ordenanza; la playa, durante siglos desierta, e puebla de innúmerable bañi tas; de los 10.000, la ciudad pasa en menos de cien años a los 180.000 habitantes; el carácter de los donostiarras cambia, así como el estilo de su vida y de sus costumbres; todo ello a causa del mar, cara al mar, pero vi to, contemplado y explotado de un modo nuevo y bello, hasta convertirse en poema: porque la playa de la Concha y el rítmico desdoblarse de las olas sobre sus curvilíneas arenas de oro, no es sino la poesía del mar hecha verso, sin que le falte nada; porque contenido aparte, hasta el ritmo y la belleza de las olas son de una perfección in uperable. En e te entido, San Sebastián es la playa clásica por excelencia. Y si siempre nuestra ciudad vivió a causa del mar, en el mar y cara al mar, bien puede decir e que ahora, sin haber dejado del todo sus afanes y preocupaciones pesqueras y comerciales marítimas, el mar de San Sebastián ha adquirido la plenitud má bella de los tiempos, contribuyendo no ólo a la realización de sus materiales afanes, sino a la exaltación de la belleza en una de us má logradas m~nifestacione . Porque la bahía de San Sebastián y u playa y pa eo de la Concha , on únicos. Por algo e le llama a esta ciudad "La Perla del Cantábrico", que donostiarras de carácter más universalista yambicio o la denominan "La Perla del Océano".   

La Nave en la historia y en la heráldica donostiarra
por José Luis Banus y Aguirre

El día 31 de Agosto -fecha tan señalada en los anales de nuestra ciudad- estuve en la Alcaldía de San Sebastián.Esta visita a mi buen amigo don Francisco Lasa Echarri tenía dos objetivos: por una parte, testimoniarle mi felicitación por el gesto de auténtico donostiarrismo que ha supuesto que la corporación municipal haya hecho decir de nuevo en la basílica de Santa María una misa en memoria de las víctimas de aquella luctuosa jornada de 1813, función litúrgica ataño anual, y suprimida por el Ayuntamiento en un gesto de insolidaridad con la propia historia de la Ciudad, difícil de calificar, precisamente cuando cumplía los cien años de tradición. La otra razón de mi presencia en la Alcaldía era recibir de manos del primer regidor del Municipio un ejemplar de la reproducción en plata de ley, que la Corporación ha mandado hacer -en edición reducida- del sello más antiguo conocido en la villa de San Sebastián pendiente de un documento fechado en el año 1927, en cuyo anverso figura una imagen de la nave que en aquellos tiempos estaba en uso, de interés enorme par los historiadores. Varias veces me he ocupado de esta más antigua representación del buque que fue la base de la prosperidad marftimo-mercantil de San Sebastián en la Edad Media. El ingeniero Naval que es el Alcalde Lasa había comentado el tema conmigo, y esta vez quería hacer llegar a mis manos un libro sobre arquitectura naval que pensaba que me había de interesar: su título, «The ship»; su autor, el finlandés Bjoern Landstroem; y, según me dijo, se lo había regalado Carlos Etayo cuando le hizo el proyecto de la «Niña 11». Efectivamente, el libro me ha interesado mucho: inserta una gran cantidad de reproducciones gráficas, con detallada explicación, que permiten seguir la por José Luis Banus y Aguirre evolución de la arquitectura naval -a través de siglosy situar la nave donostiarra en el momento Y tipo exactos. EL BUQUE VIKINGO Porque en el área marítima atlántica de Europa -que abarca desde Escandinavia y el Báltico hasta nuestra costa cántabra (1)- hubo varios tipos de barco, que sufren su evolución correspondiente a lo largo de la Edad Media. Todos ellos, morfológicamente, pueden agruparse en dos «familias", y ambas tienen su punto de arranque en sendos prototipos de naves vikingas. Ello nos remonta a los lejanos tiempos del siglo IX, a aquel misterioso momento en que -por una razón desconocida; probablemente por una auténtica explosión demográfica- los pobladores de la peninsula escandinava se lanzan al mar y remontan los cursos fluviales, en una incontenible expansión que alcanza al corazón de Rusia, al fondo del Mediterráneo y las tierras costeras de Norteamérica (2). El gran instrumento para esta fabulosa expansión fue simplemente, un nuevo modelo de barco inventado en aquellas lejanas tierras norteñas, género de buque que supuso una auténtica revolución en el arte de la construcción naval: a diferencia de las naves del Mediterráneo, en las cuales el forro del casco sobre las cuadernas se hacía con las maderas clavadas a tope unas de otras, los vikingos descubrieron el sistema del forrado en tingladillo, que consiste en solapar cada tablón sobre el inmediato superior. Tal innovación técnica les permitió obtener unos buques capaces de afrontar aguas más movidas y duras, como son las del Atlántico Norte. Dentro de este género. de buques pueden distinguirse dos clases, surgidas en razón de su distinta finalidad y radio de acción, a saber: - el "drakar», buque de guerra, largo, afilado, auténtico galgo de los mares, con la roda y el codaste (3) curvos, continuando graciosamente la quilla, y que solían llevar en su remate unos bellos adornos tallados (4). -el .. knorr», barco de carga, más ancho y panzudo, más lento también, con la roda y codaste en ángulo casi recto con la quilla. Este era un buque menos elegante que el .. drakar» pero más práctico para navegaciones cortas, en aguas menos duras. Probablemente porque se dieron con mayor frecuencia, en unas zonas u otras, las empresas comerciales o guerreras y también porque cada tipo de ' buques era más apropiado para las distintas distancias a recorrer, el hecho es que estos dos modelos de la nave vikinga tuvieron una expansión diferente en el área atlántica europea: los buques de tipo .. knorr» predominaron en la zona más próxima a Escandinavia: Mar del Norte y Báltico; y las naves tipo "drakar», en el Canal de la Mancha y Mar Cantábrico (costas meridional y de Inglaterra, occidental de Francia, septentrional de España).

EVOLUCION y DESARROLLO

Al menos, esto es lo que permite suponer la ulterior evolución de la arquitectura naval. Porque este es un campo en el cual se registra una constante transformación. Probablemente porque la mar une más que separa y sus rutas están abiertas a mil rumbos, las innovaciones técnicas se propagan por todo su ámbito. Y así se produce un constante perfeccionamiento en los buques, pero tan lentamente, que resulta casi imperceptible. Tanto que es preciso comparar las representaciones gráficas llegadas hasta nosotros desde dos épocas ya un tanto distanciadas entre sr. Por ejemplo, las naves normandas con que Guillermo «el conquistador" asalta Inglaterra a mediados del siglo XI -que son todavía del tipo «drakar"- y las de aquella misma área un siglo posteriores -mediados del XII- que conservan las mismas características fundamentales pero que ya son diferentes. En tal medida que ya incluso tienen -en la historia de la arquitectura naval- nombre propio: «nef ... Lo mismo que la «nef .. deriva del buque tipo «drakar", la evolución del tipo «knorr" produce la «kogge ...

LA «KOGGE.. HANSEA TICA ANTECEDENTE DE LA COCA CANT ABRICA

Ya antes de ahora he escrito sobre «la coca cantábrica" y vuelvo sobre el tema, porque mi reciente viaje a Alemania me ha suministrado datos nuevos, e incluso me ha permitido desarrollar más coherentemente una teoría que tenía más o menos esbozada. Todo ello merced a las pistas que me apuntaron los colegas medievalistas de la Universidad Libre de Berlín. La «coca cantábrica» fue, buque típico, en la baja Edad Media, de la fachada costera de los dominios de la Corona de Castilla -del Bidasoa guipuzcoano al Deva asturiano-, base cl.e la hegemonía marítima de este terreno hispánico en las aguas atlánticas europeas hasta los tiempos de «la Invencible», e instrumento del gran desarrollo comercial de nuestros puertos septentrionales. Es en estos puertos norteños donde -según todos los indicios- se produce la gran mejora técnica que supone la sustitución del timón de espadilla por el timón de codaste, invento que permitió a los buques afrontar el mar abierto. Como primer fruto de esta mejora técnica, «la coca cantábrica» pudo cruzar el estrecho de Gibraltar, hace su aparición en las aguas del Mediterráneo y -según testimonia el cronista Villani, a comienzos del siglo XIV- causa una auténtica revolución en la construcción naval de aquella área (desarrollo sucesivo de «la coca cantábrica» serán la carabela, el galeón y el navío de alto bordo, los instrumentos de la gran gesta ultramarina hispánica). Como simple recordatorio anotaré que el tantas veces reproducido navío que figura en el más antiguo sello municipal de San Sebastián -1927- es una «coca cantábrica» típica. Pues, bien, la cuestión que yo me había planteado en relación con este tema era la del origen de «la coca cantábrica». Recuerdo que, hace ya tiempo, José María Donosty publicó un artículo en el que reproducía el sello municipal de Dover -de 1284-, el cual ostenta un navío muy parecido al donostiarra. Esto ya parecía indicar una dirección septentrional para este tipo de buque; leyendo posteriormente diversa bibliografía sobre la Hansa germánica me fui confirmando en tal idea, y, efectivamente, ahora la he confirmado. Para ello me ha bastado repasar rápidamente un libro, de reciente publicación en el Berlín oriental, en el que figuran cosa de dos centenares y medio de sellos municipales con representaciones de barcos. El área geográfica por donde se extiende tan amplia iconografía es enorme: el Báltico, el mar de Norte, el canal de la Mancha, las Islas Británicas, el golfo de Gascuña y -lo positivamente importante para nosotros -la costa septentrional española, con dos ejemplares: el de San Sebastián y el de Santander (éste, muy estropeado y en un documento exactamente del mismo año que el donostiarra). Así, pues, «la coca cantábrica» aparece como la manifestación más meridional de un tipo de barco que era de uso general en las ciudades marftimas del Occidente europeo. Naturalmente, los barcos representados en tan gran número de sellos municipales presentan diferencias -cosa natural: los hay de mediados del siglo XII y otros son ya de comienzos del XIX-, pero hay una continuidad evidente en la serie y en ella se inserta -con similitud evidente- el buque representado en el sello donostiarra, que cronológicamente ocupa el puesto IlÍmero 56. La comprobación de este hecho fue, para mí una gran satisfacción, pues venía a demostrar lo acertado de mi teoría sobre el origen nórdico de la «coca cantábrica»: ésta no es sino la manifestación más meridional de un tipo de barco -la «kogge»- de uso corriente y general en el Báltico, mar del Norte y canal de la Mancha. No es cosa de detallar aquí la diversa bibliografía que he recogido al respecto, las entrevistas con diversos especialistas en la materia, mis visitas al Museo Marítimo de Altona (Hamburgo) y al Archivo Municipal de Lübeck (donde hay una riquísima colección de imprentas de este tipo de sellos navales). Pero sí quiero hacer mención de la que hice al Museo Naval de Bremerhaven, porque en el mismo pude ver -en curso de reconstrucción- una «kogge» auténtica que apareció, en 1962, sepultada en el fango, en el curso de unas obras de ampliación del puerto de Bremen. Sería poco todo lo que yo dijera aquí sobre la minuciosidad con que se está realizando la tarea de ensamblaje de las piezas que constituían el navío. Este ha aparecido prácticamente completo: las maderas están completamente empapadas en agua, pero no podridas, e incluso se conserva parte de la clavazón y otros elementos metálicos. Incluso se han encontrado algunas herramientas de los carpinteros de ribera -y hasta un zapato de uno de ellos-, lo que demuestra que esta «kogge» se encontraba aún en astillero, suponiéndose que algún golpe de mar excepcionalmente fuerte le arrastró y sumergió en las 24 aguas profundas, donde, cubierta de fango, ha aparecido. Prácticamente terminada la construcción del barco cuando fue sepultado en el lecho portuario, los especialistas en arqueología naval han tenido la enorme fortuna de encontrar un «barco nuevo» de mediados del siglo XIII. Prácticamente intacto, está revelando toda clase de detalles sobre la técnica de la construcción empleada, e incluso ha permitido medirlo con exactitud: 23,5 metros de largo, 7,5 de ancho y 7,5 de alto. Supongo que el lector se podrá hacer una idea de lo que supone para un historiador de San Sebastián el ver y tocar un buque gemelo del que aparece como el más antiguo emblema de nuestro municipio. Un navío auténtico, igual al que sirvió de instrumento base para el crecimiento de esta población, su expansión comercial y la incorporación de nuestro pueblo a la gran historia. Me hacia yo estas reflexiones en aquel enorme galeón de Bremerhaven, donde lo están reconstruyendo, y sobre todo pensaba en lo que después vino: ese maravilloso invento -¿me atreveré a llamarlo vasco?- del timón moderno de codaste y ese penetrar en las aguas del Mediterráneo, a que antes aludía, con toda la extraordinaria secuencia de progresos técnicos navales que llegan a enlazar aquella «kogge» norteña con los navíos con los que Colón descubre un nuevo continente, Elcano da la vuelta al mundo y los países hispánicos realizan su gran empresa de Ultramar. No quiero pecar de inmodesto, pero la verdad ante todo: cuando yo me expresaba en estos términos ante los colegas alemanes podía advertir cómo les sorprendía -una sorpresa grata- la idea de que pudiera haber habido una relación tan directa entre dos hechos históricos aparentemente tan distantes: la construcción naval hanseática y las navegaciones ultramarinas hispanas.

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(1) y no se reducla a la zona estrictamente costera, sino que penetraba tierra adentro, a juzgar por los sellos con representaciones de barcos, pues en el -corpuseditado en LObeck por Heino Wiechell-titulado -Das Schitl aus Siegein des Mittelalters und der beginnenden Neuzeit-- veo dos de Pamplona, el uno de 1279 y el otro del Barrio de San Nicolás, de 1324; y un tercero -asómbrense ustedes- de Milagro, en el sur de Navarra, junto al Ebro, de 1265 (este es muy antiguo pues ocupa el puesto 24 en la serie de 265 números que tiene el citado repertorio ordenado cronológicamente).
(2) Contornearon la Penlnsula Ibérica e hicieron incursiones depredatorias por su interior. En el curso de una de ellas hicieron prisionero al rey de Navarra Garcla Inlguez -hacia el ano 858- quien sólo pudo obtener la libertad dejando a sus hijos como rehenes y entregando un fuerte rescate: 70.000 dinares de oro (otra crónica árabe eleva esta cifra a 90.000, pero su referencia es menos segura).
(3) los dos gruesos maderos que forman, respectivamente, la proa y la popa
(4) Generalmente el adorno de la proa era una cabeza de dragón; de ahl el nombre de . drakar> que se daba a estos buques. 

La ciudad enferma Por Gabrie l Araceli

Cuando galopa y e con ume en su e fuerzo el último cuarto del iglo XX, el dictamen de Ortega y Gas et sobre toda revelación urbana pierde en cierto modo u entido: "La ciudad es un en ayo de ece ión que hace el hombre para vivir fuera y frente al co mo , tomando de él ólo porciones electas, pulida y acortadas ... ". En la realidad de las grande urbe e produce un fenómeno contrario: el ensayo ha uperado la previsiones de los creadore y la ciudad, desproporcionada, gigantesca, se revuelve contra los hombres. Los encierra y asfixia. El urbano, cautivo, busca de nuevo el cosmos, la naturaleza y la naturalidad de una vida que no existe en su contorno inmediato, porque e a porciones electa, pulida y acortadas re ultan in uficientes para reducir la angu tia en que e debate el ciudadano en esta espléndidas cárceles de hierro, acero, aluminio y cemento armado. Herman Gahn, mae tro en futurología científica y no en magia, eñala que "la áreas en la que cabe prever mayore ta a de crecimiento on Bra il, México, el ur de Europa y el área chinojapone a". E to e : el pre agio de elefantia i no amenaza particularmente. ue tra arcaica ociedad rural continuará tran formándo e en urbana. Las ta a de crecimiento mantendrán sus altísimas cota ... ¿Medida? La ciudad e un fenómeno imparable, pero, acaso, moldeable. De todas la quiebras de autoridad que registra el mundo, la má grave puede ser la urbana: la que de enlaza en el imperio del má fuerte obre la planificación del má débil. La debilidad e tá del lado del ector público. La fortaleza, del privado. El uelo obre el que han de de arrollar e lo núcleo vitale del inmediato futuro exige ya un control previo. Durante mucho año anduve en la tarea de tomar el pulo o la tensión a una gran ciudad. Viví 26 enferma Por Gabrie l Araceli muy de cerca su disparo demográfico. Toda ciudad, contemplada de de u fi onomía más ílltima, e un cuerpo vivo, palpitante. Con corazón y cerebro. Un fenómeno grandio o y miserable, generoso y ruín, exqui ito y oez. Si hemo de afanarno en el futuro en di ciplinar la urbe , habrá que empezar por el principio. Por la base, por el uelo y no por el vuelo. La arquitectura moderna propende a iniciar la ca as por el tejado, como sucedió en Madrid con las torre de Colón, de Antonio Lamela. Puede ser el símbolo de nuestro tiempo. Pero, aún así, la planificación no ha de er ni el espejo mágico de la creación soñadora, ni el frío esquema del economi - tao Ha de serlo todo al mi mo tiempo y ha de posponer, a cualquier interés privado, el interés general. Sólo de de esta premi a cabe entender cualquier política urbaní tica. in ella, la ciudade serán como enorme mon truo que devoran a u propias criaturas o las de truyen o la idiotizan. En la grandes ciudades, en la má e pléndida revelaciones urbanas, culmina, por ahora, la civilización, la epopeya del ser humano. ería tri te que en ellas empezase la destrucción de esa misma empre a colectiva. Se ha hablado mucho de la jungla del a falto. La jungla del asfalto empieza a er, sin embargo, una leyenda menor contada como un relato de aventura al cálido amor de una ala de e tar, cuando llueve fuera. Hoy, lo problemas on infinitamente uperiore . Van de de la proporción de oxígeno ha ta el nacimiento de un nuevo código moral y de comportamiento. Empiezan en la ma ificación y concluyen en la desper onalización colectiva. La ciudade no han terminado de crecer. Y, in embargo, están vieja y enfermas. i Hay que hacer que retornen a ellas el aire y la alegría; el decoro y la norma! E preci o replantearlas desde su raíz.

Arquitectura y urbanismo Por Alfonso de la Serna

Quien haya regresado a E paña recientemente, de pués de una larga ausencia, se habrá quedado probablemente estupefacto e inclu o espantado ante lo de manes arquitectónico y urbanísticos que e han producido en el paí . Telones de cemento y ladrillo tapando kilómetro de vi ta obre el mar; torre inútile de trozando la mejores perspectivas de nue tras plazas y avenida ; ra cacielo pretencio o y además feo ; bloques masivos sin espacios intermedios suficiente ; ciudade satélite inhumana y antiestéticas; barrios enteros estropeados para siempre; construccione precipitadas y ramplonas, de materiales malos y peligros de derrumbamiento; antiguos y noble edificio , de valor artí tico o proporciones me urada ,que han sido derruidos para dar lugar a triviale ustitucione que erán vieja dentro de poco; densificación enfermiza, uicida, de las ciudade . En fin, barbarie. Es decir, materia más que suficiente para una profunda y dilatada reflexión por parte de ' los profesionales de la arquitectura e pañola. De antiguo me preocupa e te problema nuestro al que he dedicado, sin más autoridad que la de er un imple peatón y un usuario de las realizacione arquitectónicas, múltiples artículos y conferencias. Hace muchos años, desesperado ya de ver una reacción animadora, escribí una Carta abierta a un arquitecto , que suscitó un ensible e inteligente eco de mucho profesionales, pero que maldito para lo que en la práctica sirvió. Claro que un artículo no tiene por qué traer el remedio de nada, igual que una golondrina sola no trae el verano. Por eso, e cribo uno más: por ver si e verdad que lo último que hay que perder es la esperanza, y por dejar tranquila mi alícuota y mínima porción modesta de conciencia ciudadana. Habrá que preguntarse: ¿qué ha pasado con la arquitectura en España? Yo creo que el análisis ya ha sido hecho por muchas personas y, en primer lugar, por lo arquitectos mi mo , por lo que no vale la pena de insistir en desmenuzar la respuesta. Ba tará con decir que la aceleración del de arrollo económico del país - realidad-benéfica- ha traido alguna consecuencias maléfica : e peculación de terrenos, avidez de ganancias inmed iata , proyectos precipitado y sin rigor, egoí mo, "vedettismo proy urbanismo Por Alfonso de la Serna fe ional", "bric a brac" estilístico, anarquía. Poca autoridades, pocos empre ario, pocos arquitecto han vi to má allá del objetivo inmediato, del proyecto entre manos; pocos han recordado que in urbaní tica ya no hay arquitectura posible; que sin mirar al conjunto y in adivinar los resultado finale de nuestra obra ya no e puede hacer ninguna. Y, in embargo, en España siempre ha habido muy bueno arquitectos y lo igue habiendo y e pero que los habrá en el futuro. Algunos están entre lo nombre in ignes de la arquitectura moderna universal. A ese genio nacional inextinguido pero demasiadas vece oculto, olvidado y ha ta meno preciado, habrá que acudir para remediar lo male producido. Ahora que , como diría un francés, le botiment ne va pas, es decir, la consÚucción no marcha porque hay crisis económica, es quizá el momento propicio para la reflexión. Nue tros arquitecto , menos atareados con sus obras, más alejados del tajo diario, tienen má tiempo para pensar y replantearse todo el problema de la arquitectura. La integración de é ta en su paisaje, clima, e pacio disponible, circun tancias económica , contorno histórico, medios rurales, datos de la tradición constructiva popular; tantas y tanta condicione como rodean a la obra arquitectónica, deberá er algo estudiado a fondo . No basta con llegar llevando en la mano el plano del terreno, el encargo del empresario constructor y el dinero de la financiación para lanzar e a edificar con la misma libertad que si se estuviera en el desierto del Sahara. Ciudade entera , todo un paí , con u pasado hi tórico, sus necesidade actuales y sus problema futuro , están contemplando al arquitecto, di frutando de sus aciertos y sufriendo durante generacione u errores. E to no e po ible olvidarlo yen nue tro país han abundado estos olvidos y ha habido dema iada creación "en solitario", como i al lado de cada proyecto en marcha no hubiera nadie. No ha sido muy frecuente aquella actitud del propietario de una ca a que, cuando fue a pintar su fachada , cruzó la calle y le preguntó al vecino de  enfrente cuál color prefería. El vecino, atónito, le respondió: "El color que u ted quiera; la ca a e suya." Y el propietario dijo estas palabras ejemplares e in ólitas: "Si, pero es usted el que la va a ver todos lo días." ¿ e han hecho en E paña muchas pregunta basadas en espíritu parecido? Más bien ha imperado aquel criterio egoísta , bárbaro y libertario de un propietario que iba a edificar un rascacielos en el centro de Manhattan, en Nueva York, y le dijo a un amigo al mostrarle orgullosamente el terreno: "Es mío, 'all the way up': todo hacia arriba". Parecía estar apuntando a los cielos mismo y podría haber añadido que también era suyo "aH the way down", todo hacia abajo, hasta los infierno. Ultimamente he percibido signos de que algo cambia en la arquitectura española: publicaciones de arquitectos, conferencias, notas de los colegios profe ionale , manifie to . Un aire de meditación y autocrítica sopla sobre la profe ión. El mal hecho, hecho está y los españoles tendrán que aguantarlo durante mucho tiempo, ha ta que se caigan de viejos lo bloque espantoso la torre llenas de vanidad , las ciudad e con la má ' alta den idad y los más peligrosos índices de contaminación del mundo. Pero el futuro quizá erá distinto i vamo rectificando poco a poco los male ; si vamos creando espacio medido , humanizados; si alvamos lo que tenga de bueno la herencia del pasado; si proyectamos de manera di tinta para el porvenir. ¿Serán esos signos, que uno cree ver, anunciadores de una futura redención de la arquitectura e pañola contemporánea? Yo así lo espero y lo deseo y el pasado glorioso de aquélla bien lo merece.    

Plaza del C.entenario por UN DONOSTIARRA

La inauguración de la "Estela", del escultor señor Ugarte de Zubiarrain, confiere cierta actualidad a la plaza del Centenario de nuestra ciudad, en que fue emplazada aquélla, nexo de unión del Ensanche Cortázar con el de Amara. Dicha plaza debe su nombre al acuerdo adoptado por el Ayuntamiento en 1916, a fin de conmemorar el siglo transcurrido desde que se inició la reconstrucción de la ciudad hasta que el Ensanche Cortázar llegó a esta plaza, extremo terminal del mismo. Nombre un tanto arbitrario, dicho sea de paso, puesto que reconstrucción y ensanche constituyen dos conceptos distintos e inconfundibles, tanto por su naturaleza como por su cronologla, para ser englobados en una sola unidad, ni aun dialécticamente. La reconstrucción se refiere única y exclusivamente a aquella parte de la ciudad que hoy llamamos Parte Vieja, reedificada durante el medio siglo que va de 1813 a 1863; en tanto que el ensanche por antonomasia comprende lo construido desde el Bulevar hasta la plaza del Centenario a lo largo del medio siglo comprendido entre 1863 y 1913. Dicha plaza, por cierto, es cualquier cosa menos una plaza, al menos según el concepto tradicional que de ella tenemos. Es, más bien, una confluencia de calles -Pradera, Urbieta, Prim-, un "carrefour" el vértice agudo del triángulo rectángulo formado por la zona urbana delimitada por la avenida de España y la calle Víctor Pradera como lados, y por su hipotenusa, el paseo de los Fueros. Angosta faja de terreno de unos doscientos metros de anchura, entre la margen izquierda del Urumea y el cerro de San Bartolomé, o mejor dicho, la línea de los Ferrocarriles Vascongados. Se trata de uno de los ámbitos urbanos y urbanlsticos menos logrados de nuestra ciudad, no tan sólo por su 28 por UN DONOSTIARRA enteca planificación, sino por la menguada arquitectura de sus edificios, carentes de la monumentalidad que debieran de haber tenido sus fachadas cara a la avenida de Sancho el Sabio, y perpendiculares a ella, Cuantos arquitectos han elaborado los diversos planos del Ensanche de Amara, sean los Azqueta, los Gurruchaga o los Aizpúrua, han tropezado con la pega de esta estrangulación de la ciudad, alll precisamente donde se requería un amplio espacio por lo estratégico y crítico de su cometido: se trata de una e$pecie de embudo a cuyo gollete confluye fatal y necesariamente todo el tráfico entre dos partes de la ciudad tan importantes como los dos ensanches de referencia. ¿Qué será cuando, dentro de poco, entre en funciones la variante, y la mayor parte del tráfico rodado de nuestra ciudad haya de verificarse por este angosto itsmo urbano? No está tan lejano el dla en que este proceso circulatorio vaya a producirse. Y no vemos otra solución, a título de aliviadero del torrente del tráfico, como un mal menor, ~ mal que nos pese), que el ensanche y habilitación de los paseos del Arbol de Guernica y de los Fueros. La infraestructura de la llamada plaza del Centenario, la impropiedad de cuyos nombres, tanto común como propio, es evidente, ha sido, en efecto, tratada por los ingenieros, no en función de plaza, sino como una mera confluencia de vías urbanas. Es en uno de sus ajardinados islotes que la llamada "Estela" fue colocada, con no mucha fortuna, por cierto, desde el punto de vista de la perspectiva, en razón del banal telón de fondo de las fachadas que la respaldan; nombre, por ende, este de "Estela", que no responde a su contextura ni a su emplazamiento, como hubiera sido el de «Equilibrio" o el de «Hito", pues de ambas cosas participa el monumento, tanto por su naturaleza como por el lugar conmemorativo que ocupa.     

La Playé;3 de La Concha
Por ..Ju an Machimbarrena Ingeniero de Ceminos

Pa eaba yo hace algún tiempo por el puerto donostiarra con un viejo y conocido "errikosheme" charl¡mdo sobre cuestiones concernientes a la ciudad y a sus po ibles mejoras. Tras recorrer ambos durante la conversación un amplio capítulo de ideas y proyectos m~ o menos factibles por su envergadura y costo, mi buen amigo abordó el asunto de la Concha y de su incomparable playa. Reconociendo la grave situación que durante el verano plantea la irrupción de multitude al ocuparla metro a metro, me a eguró existía un medio para ampliarla. Ante mi actitud de sorpresa al escuchar tal opinión y llevado, sin duda , por el entu iasmo que el tema le inspiraba, para demostrar lo firme de su convicción, acó a relucir el viejo proyecto consistente en cerrar mediante la con - trucción de un muro el boquete comprendido entre Igueldo y la isla de Santa Clara. - Poco a poco, le dije; la solución mágica que propones concierne a una antigua y de cartada idea que en su día contó con valedores de importancia, pue llegó incluso a tener un comienzo de ejecución. Afortunadamente, la prudencia y el buen sentido acabaron por imponer e, siendo detenida la obra, de la cual pueden aún observarse tramos del malecón que e inició, bien cimentado por cierto, sobre la roca viva. y para disuadir a mi amigo de lo que con idero una peligrosa opinión, tuve que echar mano de alguno argumento que en aquello tiempo hubo de e grimirse ante el grave riesgo que alegremente se iba a afrontar. La playa de la Concha debe, en efecto, u extraordinaria regularidad a la acción de do opuesta corriente. Una procede de la boca principal de la bahía, la otra e precisamente la que e pretendió anular cerrando u entrada en la forma que indicaba. Ambas corrientes, bordeando la playa, actúan de modo alternativo con una inten idad y duración variable según las mareas, dirección de lo vientos, temporales y mares de leva o fondo. E realmente como i e ejerciera un peinado de su arenas practicado en uno y otro entido por las do corrientes, las cuales, ejerciendo u efecto en armonio a colaboración, proporcionan a la playa la condiciones de belleza y eguridad tan notorias y reconocidas. ¿Qué hubiese ocurrido al suprimir una de ellas de truyendo el alternativo juego de la mi mas, tan sabiamente implantado por la aturaleza? E de suponer, lógicamente, que nada bueno. Probablemente, las arena , impulsadas · in freno y con tantemente en una dirección, caminarían hacia Ondarreta, descarnando la playa de la Concha en su tramo más principal y céntrico. Tal ve7 e os desplazamientos hicie en alargarse la playa desde el pabellón real de baños hacia Loretopea, pero ello, como antes e ha apuntado, no ocurriría in ocasionar un grave quebranto a la playa actual. Las arena de la Concha e mueven como podrían hacerlo la natilla en un Por ..Ju an Machimbarrena Ingeniero de Ceminos plato, agolpándo e uno u otro lado de us borde . Aquí, en el gran plato que e la bahía, la corrientes hacen el mi mo efecto que en aquél podrían ejercer la di tintas inclinaciones de su fondo. Convencido, al parecer, con e ta ligera explicaciones, el amigo con quien charlaba, en un tono que reflejaba honda de ilu ión, me dijo: "Por lo visto hay que resignarse y aceptar la actual situación, ya que no hay medio hábil para ampliar la playa, como no ea retroceder el paseo de la Concha demoliendo el voladizo. Y e ta solución, francamente, no me parece recomendable." - Claro que no lo es, le conte té. Pero pueda que exi ta alguna otra, que tal vez logra e el efecto apetecido, aunque a primera vi ta parezca disparatada. Para mejor comprenderla hay que conocer previamente dos hechos fundamentale . El primero, que las arenas de la playa provienen de la descompo ición de la roca o li o denominado " la bancha", situado en la vertiente marítima o trasera de la isla de Santa Clara. La erosión y meteorización, atacándola a través de largos períodos, ha ocasionado ese fenómeno, estando bien probada la procedencia de esas arenas por su finura y compo ición, que las distinguen perfectamente de las que en su día formaron la dunas y arenale de la playa de la Zurriola. Además, a diferencia de ésta última , que cuentan con grandes reserva en lo playazos del fondo, mar adentro, la arenas de la Concha constituyen un volumen muy limitado, reducido a una 

especie de tapiz que recubre el fango bien
perceptible, por cierto, después de fuertes temporales.
Las arena de la playa no proceden ni
de la bahía ni del exterior. o exi te la
menor aportación de ellas, ni cuentan
con reservas de ninguna cla e. Todo esto
es muy importante y, por desgracia, poco e peranzador.
El egundo hecho, también reconocido y de carácter general en la co ta, e
que lo grandes temporale de mar
arra tran la arenas de la playa hacia el
interior de la bahía, de carnando visiblemente aquélla hasta extremos a vece
alarmantes.
Todos hemos vi to, en efecto, y no in
inquietud, quedar al de cubierto la
zapata de fundación en lo pilare de la
Perla. También derrumbarse los primeros peldaños de las escalinatas y grandes
tramos de las rampa de calzo y falto,
30
de apoyo con el fango en la superficie a
escasos metros del voladizo.
Alguna veces, por tardíos temporales
ocurrido ya iniciada la primavera, no
hemo preguntado con angustia i para
el verano ya en puerta podría re tablecer e el perfil normal de la playa.
Pue bien, la inver ión del fenómeno
e producía indefectiblemente y la arena arra trada hacia el interior de la
bahía eran puntualmente devueltas a la
playa por las mareas primaverales, bellas
y tranquilas.
Con e to antecedente , puede haber
una solución para ampliar la playa, y
é ta con i tiría en realizar en poco
tiempo lo que la ero ión producida porel
mar en "la bancha" ha necesitado el
trascur o de millone de años. Esto e ,
traer arena a la bahía.
Donde no exi te aportación del exterior, como aquí e el caso, no veo otro
procedimiento. E te se ha empleado, que
yo epa, por lo meno en Cannes, y no
hay razón para que el éxito alcanzado en
la playa de e ta ciudad france a no se
repita en la Concha, ya que i la arena
que recubre el fango, ocierto volumen, nada e perdería, sino al
contrario, con doblarlo.
Si, en cambio, nos preguntamo en
qué forma y extensión repercutiría e e
notable incremento del volumen de las
arenas en el perfil de la playa a compás de
la mareas y de su variable coeficiente,
no podemos menos de confe ar nuestra
relativa ignorancia, pue on múltiples
lo factore que juegan un papel, a veces
inadvertido, en lo fenómeno del mar.
Pero í podemos afirmar que las nueva
arenas no de aparecerían, ya que las
corrientes, vientos y marea lógicamente
no habrían de efectuar ninguna di criminación entre las vieja, procedente de anta Clara, y la recién llegadas. Toda estarían ujetas al mismo trato. El mismo vaivén entre la orilla y el interior de la bahía, que tradicionalmente tiene lugar por el alternativo juego de temporale y bellas mareas, seguiría funcionando, así como el "peinado" de las arena por las corrientes opue tas de que hemos hecho mención. Todo seguiría exactamente igual, aunque el volumen de aquéllas fuera el doble o el triple del que hoy existe. Por otra parte, no sería indispensable el verter de golpe e as cantidades. El acarreo podría efectuarse de modo e calonado, por sucesivas etapas, lo cual no ólo diluiría u costo, sino que permitiría controlar y ha ta suspender la operación de no re ultar uficientemente atisfactoria . Pero, y si el éxito la acompañara, ¿no sería lo conseguido algo admirable? Inútil insistir sobre los beneficio que la ampliación de nuestra incomparable playa reportarían, tanto a los u uarios de la misma como a la Corporación municipal, tan celo amente interesada en su explotación financiera. El enorme aumento de concurrentes a la playa , con ecuencia del gran crecimiento de la población, de los pueblos limítrofes y de la rapidez y multiplicación de las comunicaciones, ha hecho que la playa de la Concha alcance durante el verano una densidad de ocupantes difícil de reba ar. Así las co as, huelga preocupar e por la atracción y propaganda, al meno en lo que a la playa e refiere. Es triste y lamentable que esto ocurra. ya que ella es, o por lo menos ha ido. uno de los aliciente má principales de la ciudad como estación de veraneo. En con ecuencia, al haber llegado la playa a uno límite de saturación in 0- portables yen continuo "crescendo", se impone la siguiente alternativa: o se restringe su acce o por una delimitación en zonas, como se ha establecido la "azul" en los aparcamientos de automóviles, pagando a ciertas horas y sitios con tiempo limitado o, por el contrario, e emprende el camino que hemo apuntado de intentar la ampliación aportando arena. Creo que bien valdría la pena, a co ta de cierto sacrificio, el intentar e ta última solución. Desconocemos, por de pronto, el volumen que representa la arena que durante los meses veraniegos con tituye la playa, de una punta a otra, de de el voladizo, donde tiene la altura máxima . hasta su confín con el fango por la inmediaciones de la bajamar viva del más alto coeficiente. Pero es seguro que el aumentarese volumen en unos cien mil metros cúbicos, por ejemplo, habría de ignificar un incremento muy con iderable y perceptible re pecto del cupo actual. De todos modo , conviene que el Ayuntamiento dedique un poco de atención a estudiar y conocer cuanto sucede en la Concha: Cómo se mueven las arenas y e localizan conforme a las corrientes que obre ellas actúan, levantando i temáticamente los corre pondiente perfiles de la playa segÍín también la dirección y violencia de los vientos. mareas y temporales. Bastaría para ello destinar a ese menester un pequeño equipo formado por un topógrafo, tres o cuatro peone y un marinero con su bote, claro que bajo la dirección del ingeniero municipal, a quien competiría fijar el programa de las operaciones y la interpretación de sus resultados. Esto mismo le fue propuesto, sin con ecuencia , al Ayuntamiento, hace ba tantes años, tal vez porque entonces 1a afluencia de público a las playas no había alcanzado aún los caracteres de invasión que hoy nos ofrecen. La determinación del volumen de arenas y la realización de las operaciones antes expresadas son, como cuestión previa , indispensables i se pretende abordar y decidir con la mayore probabilidades de acierto cuanto se intente ejecutar en aras de una mejora yengrandecimiento de la playa de la Concha .

Las Playas de San Sebastián Por .José Luis Banus Aguirre

Un viejo amigo mío uele decir que esta ciudad e la gran demo tración de la omnipotencia divina; el Sumo Hacedor dijo:" an Seba tián sea bella", y lo es ... pe e a las barbaridades que lo donostiarras llevan haciendo en su paisaje. Esto, que no es más que una "boutade", encierra u pizca de verdad, y me acordaba de ella ahora que está hablándose de hacer esp.igones en la Concha para retener la arenas; y veníanme a la memoria las varias ocasiones en que se han formulado proyectos - y hasta se han iniciado- que de haberse llevado a cabo hubieran arruinado la hermosura del paisaje más caracterí tico de San Seba tián. Son hi toria poco conocidas y que bien merecen recordación por u curiosidad ... y también por si sirven de ejemplo moderador que frene fantasías técnicas peligro a . no de estos proyectos nefa to se localizó en la zona que hoy llamamos Ondarreta. La de embocadura en la Concha del arroyo Gorga, que recoge la aguas de la zona de Ibaeta yel Antiguo, daba lugar a la formación de marismas y juncales que periódicamente se veían invadidos por las aguas. Yen 1675 se registra un primer intento de desecación de aquellos terrenos. Tentativa más importante fue la que en 1773 hizo don Simón de Aragorri, marqués de Iranda, uno de aquellos hombres emprendedores que, en la primera época de lo Amigos del País, emprendieron tantas obras tendentes a la transformación de la economía guipuzcoana. Fundación suya fue la famo a Fandería que, para la fabricación de plancha de hierro, e estableció en Rentería ,con gran admiración de los industriales de la época. El propósito del marqué al iniciar la desecación de las marismas del Antiguo, parece que no fue otro sino obtener allí una zona de muelles, proyecto en relación con el que por entonce tuvo el Consulado y Casa de Contratación de establecer un puerto al socaire de la isla de Santa Clara, cerrando la boca que queda entre é ta y el monte Igueldo (obra que incluso fue comenzada, pudiéndose ver durante la bajamar los restos de la e collera entonces iniciada y que inclu o fue recrecida a principios de siglo). La empresa del marqués de Iranda no prosperó, al abandonar e el proyecto de puerto de aquel lado de la bahía . Y lo que fue peor: lo defectuo o del sistema de de agüe de la mari ma y la falta de atención a los trabajos de limpieza de lo canale de drenaje, dieron lugar a una grave endemia palúdica que causaba constante bajas en la población del barrio. La ituación llegó a ser grave durante el primer tercio del siglo XIX. El problema anitario de las marismas del Antiguo sólo comenzó a re olverse en 1842, cuando se constituyó la llamada Empresa de los Juncales, especie de cooperativa de los propietarios de aquellos terreno, que realizaron el saneamiento de aquellos terreno , donde hoy e alza el barrio de Ondarreta. i éste ni su playa exi tirían hoy si el "ilu tr~do" don Simón hubiera llevado a buen término us proyectos portuarios. De más graves consecuencia pudo ser otro proyecto posterior, que obtuvo todas las aprobaciones administrativa requerida. Me refiero al Plan del Ensanche de la Ciudad. formado en 1866, cuando el derribo de las murallas. Su autor. don Antonio Cortázar, llevado por un afán de conservar a la 32 San Sebastián Por .José Luis Banus Aguirre ciudad su tradición mercantil marítima, destinó a servicios portuarios toda la zona donde de pués se levantó el Casino (hoy Ayuntamiento) y Alderdi-Eder. El primer solar lo destinaba a la Aduana, y en el terreno frente a las tres primeras manzanas de la calle Hernani proyectaba ubicar sendas lonja o galpones para las mercancía. Y con el fin de comunicar el puerto con el ferrocarril Madrid-Irún, trazaba un ramal de vía ancha a lo largo de las actuales calles de Hernani y Urbieta hasta la actual plaza del Centenario, donde cruzaba el Urumea por un puente en diagonal. Pero aún hay más: en la reproducción del plano de Cortázar definitivamente aprobado que in erta Anabitarte en su "Ge tión del Municipio de an Seba tián", se advierte con trazo de puntos un muelle que arranca, poco más o meno, delante del actual Hotel de Londres, penetra en la bahía en forma sesgada, con una longitud de medio km., hasta unos 100 metro del morro de Cai-afuera. o hace falta mucha imaginación para suponer lo que la realización de tal proyecto hubiera supue to: por de pronto habría destruido una de la logradas fachadas urbanas de San Sebastián, mermado una considerable porción de su playa principal, y quien abe qué influencias hubiera tenido tal espigón en el delicado régimen de las corriente y arenas de la bahía. Por fortuna , no se llevó a cabo; fue la única parte importante que quedó sin efecto del Plan Cortázar, que en todo sus otros extremos tuvo feliz término y le dio al ensanche donostiarra el empaque y la gracia que ahora e tán arruinando los especuladores de terrenos y edificios. Por fortuna para ellos y desgracia para San Sebastián. vinieron otros que - tra salvarse, casi diríamos providencial- . mente, la segunda y la primera- de truyeron la tercera playa dono tiarra: la de la Zurriola. Esta ha sido víctima de una obsesiva idea que pre idió la ciudad desde mediado del iglo pa ado hasta bien entrado el presente: "Ganar terreno al mar". Esto e , levantar muro de costa en los arenale invadidos periódicamente por la mareas, trazar calles y parcelar como suelo urbano lo que hasta entonces fuera playa. La Inmobiliaria del Kursaal, y antes que ella Tomás Gros, fueron los grandes beneficiarios; todo el barrio lleva el nombre de éste, y esto aún ca be admitirlo; pero lo que ya resulta ab urdo e que el pueblo, los periódicos y hasta munícipes de San S'ebastián llamen playa de Gros a la mínima parcela que queda de la que había en lo que siempre se llamó la Zurriola, con lo que uplantan el nombre auténtico y tradicional por el apellido de uno de lo grandes autores de aquel fatídico "ganar terreno al mar", que al fin arruinó la tercera playa dono tiarra. Hoy resulta difícil imaginar cómo era ésta: comenzaba aguas arriba del puente de Santa Catalina, pasaba bajo el quinto arco de éste - hoy desaparecido, enterrado bajo la plaza del 13 de Septiembre- y siguiendo la línea de lo números impare del paseo de Colón llegaba hasta donde hoy se levanta la iglesia del Corazón de María . En total, aproximadamente, kilómetro y medio de playa - lo que tiene la Concha- de arena fina y muy tendid(J.. ¿Cabe calcular lo que ignificaría hoy para San Sebastián disponer de esta tercera playa , si una codicia imprevi ora no la hubiera arruinado?


Chaflanes, soportales • marquesl.nas

Desde el punto de vista del urbanismo e tetlco, San Seba tián ha experimentado estos últimos cincuenta años una sen ible transformación. Esta se ha manifestado en dos formas: en la alteración y aumento de su volumen de edificabilidad en razón de sus levantes y nuevas con truccione , y en el estilo arquitectónico de estos nuevos edificios. La planta de la ciudad, o ea, la de su alares edificable , no se ha alterado, cosa, por cierto, que bien pudiera haber e hecho en algunos casos, más bien de detalle y en pequeña e cala, obre todo en cuanto se refiere a los chaflane de la ca a de e quina. E to debieran de haberse ampliado cuando meno a tres hueco de fachada, contribuyendo así a un ensanchamiento de la vía pública , que tanto ha prestigiado el urbani mo de ciudad como Barcelona, creando en cada cruce de calles pequeñas plazoletas tan útile al tráfico rodado, gratas a la perspectiva y, en fin de cuentas, propio prestigio de los inmueble afectados por esta medida. E ta política urbana de lo chaflanes en la e quina de la ca a que dan a dos calles estaba iniciada ya en nuestra ciudad, aunque a reducida escala de un mirador o un hueco; ahora, en vez de ampliarla, se la ha reducido a cero, e to e ,a la agresiva y e quinada esquina perdón por la deliberada redundancia que no es buena para el conjunto urbano ni de de el punto de vista de la circulación peatonal ni de la rodada, ni de de el punto de prestigio de la propia construcción. na casa o un edificio achaflanado tiene otra vi tao Esta idea, la de achaflanar las esquinas de los edificios urbanos, iempre y cuando hubiera ocasión de hacerlo por derribo o reforma, a í como en el caso de nueva con truccione , habría beneficiado notablemente algunos ángulos vivos de nue tra ciudad en beneficio de todo y de todo . sí, por ejemplo, por no citar más que uno sólo, al haber e derribado la última casa de los números impare de la avenida de E paña que hace esquina con la calle Víctor Pradera. frente al hotel de Landre, pudo haberse proyectado en la fachada de la nueva casa un amplio y hermoso chaflán que, además de pre tigiar la finca de referencia con un amplio mirador frente por frente a la bahía de la Concha , habría contribuido grandemente a la circulación viaria en uno de los ángulo má s críticos de la ciudad, en ralón de la doble vuelta. además de relativamente estrecha, que allí e produce. A í pue, i la ciudad ha crecido en estructura, por decirlo así, en planta ha quedado lo mi mo que hace cien año, cuando Cortázar no pudo ni soñar lo problema circulatorio que ahora experimentamo . E decir, que no hemo aprovechado la coyuntura de tantos y tantos derribos y reconstruccione como e han producido estos últimos tiempo, para replantear e, aunque fuera en detalle, el problema de la circulación y de la estética urbana que hoy exigen de con uno las circunstancias práctica y la buena planta de la ciudad, tanto más cuanto que . -ello no ca taba nada má que iniciativa, agilidad e imaginación. Algo por el estilo podría decir e de otro detalle que e tá realizándose a tranca y barrancas ya veces hasta contradictoriamente. Ya que el ideal de una ciudad oportalada es imposible en cuanto a lo ya construido se refiere, sí cabrían do olucione en cierto modo supletorias de aquel ideal: una, que toda la con truccione modernas de nueva planta lo fueran a ba e de oportale o e tuvieran provi ta de marque ina o vi eras, uniforme en cuanto a u altura y saliente, exigencia elemental en una ciudad pluviosa; y otra, que poco a poco fuera proveyéndose a las fachadas de las ca as y edificios ya con truido de tale vi era o marquesina con arreglo a un proyecto municipal que velara por u uniformidad y estilo. quizá encristalada, ahora que este material ha logrado tanta con i tencia . Levantes y nueva construcciones se han realindo sin más aportación moderna que la derivada de la nueva modas arquitectónica, pero in tener en cuenta exigencias tan apremiantes como la del tráfico moderno y de la empiterna lluvia. La ciudad ha crecido o, mejor dicho, se ha hecho má grande, pero no má cómoda, má confortable, más bella. La avenida de España y el paseo de la Concha han crecido tan sólo en altura, pero ni en conjunto ni en detalle han aportado, urbanística mente hablando, mejora alguna a la e tética de la ciudad. En cuanto a la arquitectura de dichos edificio, puede decirse que más que arquitectura, on mera construcción, y gracia. Y es que la arquitectura ha perdido lo que tenía de arte, para quedarse a la mitad de su camino, en e o, en mera con trucción al alcance de cualquier delineante sin acceso al espíritu de la Real cademia de Bella Artes de an Fernando. \:aturalmente, excepcione aparte.  

Miramón

o es la primera vez que el título que encabeza e tas línea aparece al frente de e ta sección. E que Miramón , gracias a la Caja de Ahorros Municipal de San eba tián, ha pa ado a ser, de mera entidad agrícola de carácter particular, a entidad oficial de índole urbana . Coto redondo de gran importancia en el contexto urbanístico de nue tra capital. o deja de ser, cuando meno curiosa , la correlación entre 'el nombre y la cosa: pues si bien e cierto que aquél vino impuesto por el apellido del linaje ga cón de lo Miremont, el primer ocupante histórico conocido de dicho terreno, no menos cierto e que e te nombre concuerda, por su situación en la geografía o toponimia dono tiarra , con el nombre familiar de us primero, tradicionale y eculares po eedore . Al e pañolizarse, el nombre de M iremont se convirtió en Miramón, nombre híbrido que nada significa en sí, morfológicamente considerado, cuando u correcta traducción habría ido la de Miramonte. La antigua casa solar, o ea, el "Miramón zar" con lo e cudos nobiliario de su fachada , ocupaba el centro y eminencia de la extensa po e ión desde la que domina el va to y admirable panorama de colina y montes que en anfiteatro la circundan. ombre de linaje y carácter del pai aje constituyen una simbio i perfecta. De finca originaria y secularmente agrícola y pecuaria, como queda dicho. Miramón Miramón ha pa ado a ser, o e tá convirtiéndo e, en un maravillo o parque al que le viene pintiparado el nombre que tradicionalmente ostenta . Ahora serán lo donostiarra quienes di fruten del panorama y del pai aje re catado en beneficio del público, de la in titucione sociales en dicho lugar ubicadas y de los particulares que constituyan su maravillo o complejo re idencial, probablemente el má despejado, amplio y de má exten o horizonte de San eba tián . En e te orden de idea , la recon trucció n en dicho parque de las torres Arbide con tituye un pleno acierto. o sólo e loable el rescate de dicho edificio arquitectónica mente considerado , ino el hecho de haberlo ubicado en tal ideal paraje. u línea gótica y su palacial carácter contrastan admirablemente con el pai aje, destacando en el despejado horizonte del cielo u elegante ilueta arquitectónica, somo si se tratara de una propiedad eñorial por el e tilo de !o "chateaux" de Francia , dentro de las naturale proporciones. ¡Quién hubiera podido pensar que tales edificios, naci~ dos en plena ciudad y uno de u ornato urbano má de tacado , acabaría acomodándo e en tan privilegiado lugar, pre tigiándolo con la gracia, nobleza y di tinción de su arquitectónico talante! Lo que ahora conviene es que su a pecto señorial y externo coincida con la naturaleza de u de tino, estando convencidos de que, habida cuenta del espíritu que e re pira en torno al eñor La arte Arana, u gran animador, acabará balIándo e la solución más conveniente. Me parece que lo donostiarras, o u gran mayoría, no han tenido ocasión, oportunidad o tiempo de visitar Miramón en su versión moderna , que el arquitecto eñor Arizmendi ha logrado urbanizar in que pierda el ingular encanto con que la naturaleza ha dotado aquellos paraje. Lo que ahora urge e la modernización de la carretera de an eba tián a Hernani por Oriamendi, que tanto turí tica como utilitaria mente constituye uno de lo caminos má bellos de nue tra ciudad . Es una pena que a lo largo de estos último cuarenta años en que Ayete, ha sido albergue veraniego del Jefe del E tado, y aprovechando tal coyuntura, no e le haya dado a e ta carretera la importancia que tiene y ha de tener desde todos los punto de vi ta, con lo fácil que hubiera ido, en tales circun tancias, obtener la facilidades, ayudas y subvencione propias del ca o. Suele decir e, cuando algo ale mal, que a lo hecho, pecho; pero cuando nada se ha hecho, ¿qué? Idapeta, Ayete, Miramón, Oriamendi, Hernani están pidiendo la modernización de la gran arteria. obra genuinamente dono tiarra , por cuanto fue a iniciativa y expensa del Ayuntamiento y Con ulado de an ebastián construida .  

Ayete

La conmemoración , la emana última , del cincuentenario de la con trucción de la igle ia de Ayete , con po terioridad elevada a la categoría de parroquia del barrio, ha puesto de actualidad esta intere ante zona extraurbana de nuestra ciudad . Una carretera muy pintoresca y de elevada altura re pecto al paisaje circundante atravie a el barrio, uniendo la ciudad de an Sebastián con la villa de Hernani. A lo largo de ella, a partir de Aldapeta, la con trucción y la repoblación han progresado mucho e to último tiempos. in intento de hacer un cen o ni un catastro, nos encontramos, entre ca as y casas altiguas y modernas, con el nuevo Ministerio de Jornada , así como con "La Cumbre", residencia e tival del mini tro de turno; el ca erío Santa Tere a ha de aparecido, primera y provi ional man ión que fue de la comunidad de carmelitas de nue tra ciudad, a cuyas puerta parece er que murió guerra civil carli ta ; el ca erío Borroto, en el que in taló u oficina técnica gartemendía, el reconstructor de la llamada Parte Vieja tras u incendio y destrucción del 31 de agosto de I 13; Ayete propiamente dicho; Miramón, antiguo patrimonio del linaje ga cón de este nombre; el monte Oriamendi, que ante lo atrave aba la carretera de referencia y ahora lo contornea, ha ta dar de bruce , como quien dice , con Galarreta , de donde e precipita, a mano izquierda , ha ta Hernani, la llamada "carretera de la muerte" en razón de u pronunciada pendiente. aga tibeltza en uno de lo episodio bélicos de la primera 34 Limitando a Ayete la pre ente glo a , iempre que la próxima pa ada y la actual generaciones evocan este nombre, lo hacen vinculándolo al fama o y ya hi tórico palacio con truido en I 78 por los duque de Bailén. En él, en efecto, ademá de tan agregio dueños, habitaron, galantemente por ello invitado , la reina-regente doña María Cri tina y u hijos de c.:0rta edad, entre éstos el rey-nato don Ifon o XIII. La familia real veraneó en e te palacio, en tanto e construía Miramar, lo ei añosquevande 1887a 1892, ambos inclu ive. Fue en dicho palacio donde, entre otros egregios visitantes y embajadas extraordinarias, la reina de España recibió, en 1889, la visita de la reina Victoria de Inglaterra. no cincuenta año desp ués, en 1940, el yunta miento compró dicha finca a fin de alojar en ella al Jefe del E tado Franci ca Franco, que durante treinta y cinco año aproximadamente pasó en ella parte de sus vera neo . yete, in embargo, es mucho más antiguo que la con trucción de dicho palacio, y má antiguo también su antecedentes hi tóricos. Su antigüedad se remonta a la época en que vinieron y e e tablecieron en nuestra entonce villa de San ebastián gran número de gascone , tiempos de Sancho el abio de avarra o de Alfan o VIII de Castilla, o ea, a fine del iglo XII y principios del XIII. Aunque esparcido por diver o alrededore rurale de la villa - por no decir nada de lo aveci ndados "intramuro "de la mi ma- e ta zona de Ayete que contemplamo parece se r que fue de su predilección. En efecto, es en e ta inmediaciones donde se hallan aún los testimonio y recuerdo de linajes tale como los Beloca, lo Puyo, lo Morlan , lo Miramón, lo Hayet, Fayet o Ayet, que de los tre modos e e cribió e te apellido según lo tiempo . El actua l nombre de Ayete no e sino la españolización o castellanización del original nombre gascón. ¿Qué razón fue la determinante de este a entamiento ga cón en San Sebastián, de l cual, entre tantos otros de mayo r o menor relieve social, los linaje citado pertenecían a familia de cierta alcurnia en II paí de origen? Conjetura ha y varia, pero a ciencia cierta creo que se sabe poco, y documentalmente, meno . El hecho e que alguno de e to gascones, integrado plenamente en la comunidad dono tiarra , no ólo llegaron a tener vara alta en ella - díganlo, por ejemplo, los Mans y su descendientes y allegado en el Prebo tazgo, cargo de tanta importancia como el de alcalde durante cierto tiempo- o Se puede computar entre ei y siete iglo la permanencia de los Hayet en u ca a solarde Ayete que, por cierto, no sólo dio nombre a la zona o barrio en que e encuentra, sino al palacio ducal con truido a fine del iglo X IX en el lugar y pertenecidos de aquel linaje ga cón, conocido por el palacio de Ayete. A e tos antecedente habría que añadir, para redondear el ciclo hi tórico de Ayete, el epi odio de la guerra de Sucesión de 1719, cuando el duque de Berwick pu o sitio a nuestra ciudad, y por primera vez en su hi toria castren e hubo de rendir e al enemigo. Fue, en efecto, en el ca erío de Ayete donde e te general e tableció u cuartel general, permaneciendo en él durante lo me es de julio y agosto de dicho año, y donde tan amablemente recibió a lo representantes municipales dono - tiarras para aprobar y concederle in regateo alguno la condiciones de rendición por ello formulada en nombre de la ciudad. Ayete fue e cogido por aquel generalísimo por lo de pejado de u situación, que dominaba todo el campamento, y de de donde podían tomarse las disposiciones del sitio y dar e la pertinente órdene de mando. Fue e te el primer episodio histórico a Ayete vinculado, pose ión que , por lo visto, estaba llamada a alto vuelo. Ahora , en mano del Ayuntamiento, ¿cuál erá u de tino? Porque son ya tre la finca eñoriale, con su re pectivos parques, sin presuntos huéspede , ni renta , las que exigen atención, manutención y, naturalmente," dispendio. 

Atocha

Sin más información que la escueta dada por los diarios donostiarras de estos últimos días, me entero que el Ayuntamiento de nuestra ciu·dad ha comprado los terrenos de la Casa Misericordia de Atocha, para dedicarlos a escuelas públicas. Me figuro que en los terrenos estará incluido el vetusto edificio que en ellos ocupa. Esta adquisición supone un giro en redondo en la historia del mismo. Desde su fundación, y con todas las modificaciones y reformas llevadas a cabo en su estructura arquitectónica, ésta ha permanecido en líneas generales, y hasta en ciertos de sus detalles, un tanto fiel a su conventual origen. Así, por ejemplo, el actual patio central y los soportales que lo encuadran, constituían el claustro de la comunidad de frailes franciscanos que construyó dicho convento. El lugar de su emplazamiento se llamaba a la sazón "Churrutalla". Su iglesia contaba con a lgunas imágenes de bulto debidas al escultor donostiarra por antonomasia Felipe de Arizmendi, desaparecidas con posterioridad. El actual paseo del Duque de Mandas se llamó en su tiempo paseo de San Francisco, sin duda en razón del convento de referencia. La segunda etapa del mencionado edificio se inició cuando la Real Casa de Misericordia del barrio San Martín se trasladó, a mediados del siglo próximo pasado, al abandonado convento de Atocha, en el que permaneció durante varios años bajo la égida de su Junta de Patronato, Casa de Misericordia y Hospital de San Antonio Abad, hasta que este último se trasladó a Manteo, y muy posteriormente aquélla a Zorroaga, gracias, entre otras aportaciones, allegado Zabaleta. Desalojado el edificio de enfermos, niños y ancianos a él acogidos, instalóse en él el cuartel de artillería, teniendo en él ulterior acomodo las escuelas públicas del barrio, así como los almacenes municipales, que han sido los tres últimos destinos del edificio en cuestión. Como decimos, no obstante sus adaptaciones y transformaciones, el edificio ha conservado hasta el fin próximo que le espera, un cierto aire o carácter conventual de su primitivo y originario destino. Cosa curiosa: es al extremo opuesto del antiguo paseo de San Francisco - hoy Duque de Mandas- que el moderno convento e iglesia de los franciscanos tiene actualmente su sede, como si la querencia del lugar lo hubiera predestinado. Todos y cada uno de los establecimientos que se han sucedido en dicho edificio tienen, como es natural, su historia, y a él van vinculados recuerdos de no pocos donostiarras, aunque los dos principales hayan sido el convento de referencia en primero y principal lugar, y la Casa de Misericordia en segundo término. Dada la configuración del terreno, poca debe de ser su superficie. No é si la antigua arboleda que precede a su fachada principal o única, por decirlo así, pertenecía o pertenece al convento o al municipio: ahora sería cosa de regenerarla y ajardinarla aprovechando la densa fronda de sus árboles. - Si el edificio de referencia ha permanecido durante unos tres siglos aproximadamente poco menos que inalterable en sus líneas maestras, lo probable es que esa humilde supervivencia urbana habrá de desaparecer ahora con su demolición, para dar lugar a la construcción de un nuevo edificio de modernas líneas y de adecuada distribución en cuanto a su recinto se refiere. ' Con ello, naturalmente, se habrá esfumado uno de los últimos vestigios del San Sebastián antiguo, por humilde que sea, no menos significativo, bien que su valor artístico sea poco menos que nulo. Verdad es que todo Atocha ha ido transformándose desde los ya lejanos tiempos en que lo conocí, casi en su integridad, como el anticipo o precursor de la ciudad deportiva por excelencia y única del San Sebastián de fines del siglo XIX y principios del xx. Allí estaba, en primer lugar, el magnífico frontón de largo - al aire libre, como es natural-, hoy reducido poco menos que a cero, en el que tantos partidos nacionales e internacionales que pudiéramos llamar históricos en los anales de la pelota vasca, se celebraron. Más al fondo del paseo se veía, un poco hundida, la plaza de toros de Arana. Y, en fin , el famoso velódromo de Comet, introductor del velocípedo en San Sebastián, que en aquel tiempo gozaba entre donostiarras y guipuzcoanos la popularidad y despertaba la pasión que hoy engendra el fútbol. Recuerdo, de niño, haber saboreado con fruición las sabrosas fresas silvestres que crecían en el espacioso herbal que ocupaba el centro del velódromo, limitado en sus extremos longitudinales por sendos y pronunciadísimos peraltes. Andando el tiempo, en dicho paseo de Atocha se construyó un pabellón destinado a escuelas primarias y, muy posteriormente, a principios del presente siglo, nada menos que dos frontones cubiertos muy concurridos  por la afición. Creo que está bien justificado que a este conjunto de deportes lo haya denominado la ciudad deportiva de aquellos tiempos en que los deportes no eran tantos como los de ahora, en una población que oscilaba entre los 40 y los 70.000 habitantes, según los tiempos. Tan sólo alguno que otro palacio asomaba entre fronda de árboles de la ladera del cerro o colina hoy enmascarada por la monótona hilera de casas de vecindad , una de las cuales fue durante algunos años residencia veraniega del ministro Alonso Martínez, posteriormente ocupada por cierto tiempo por el proscrito francés Marcel Habert, amigo y compañero de destierro en San Sebastián de Paul Deroulede, luego e cuela Normal de maestros. Ahora, con la eventual autovía de Loyola, el sector va a experimentar una notable transformación en su fisonomía viaria y urbana, a la que no serán ajenos la llamada torre de Atocha y la proyectada estación de autobuses de línea en sus profundos sótanos.  


La Zurriola

No deja de ser un poco triste que un naufragio se convierta en espectáculo; pero después de todo un naufragio sin víctimas humanas es, del mal, el menor. Triste, en efecto, ver de cuerpo presente al carguero hamburgués "Buchenhain" arrumbado contra la escollera, convertido en peso muerto a merced del oleaje; él, que capeó tantos temporales y surcó afanoso tantos mares, ofreciéndose "anima viii" en espectáculo a los donostiarras, como tantos otros, en tantas otras ocasiones por el estilo y en el mismo lugar de la Zurriola. noroeste y por otra parte pronunciadamente desnivelado su arenal a ' beneficio de la resaca, la playa de la Zurriola fue siempre considerada con cierto respeto por parte de los bañistas, cuando dicha playa gozó de un privilegio que los donostiarras en general y el Ayuntamiento en particular no supieron calibrar en su justo valor. Ciudad balnearia por excelencia como la nuestra, no vaciló en privarse de una de sus tres playas, que tan bien le hubiera venido, si no de baños precisamente, si como solarium es una población veraniega cada vez ~a or. Pero, en fin, este tema, a la altura de las circunstancias en que nos encontramos es hablarde la marenel sentido literal y metafórico de la palabra. Si ya de por sí el Cantábrico es, desde el punto de vista de la navegación, uno de los mares más peligrosos del mundo, la Zurriola no le va a la zaga en cuanto a la peligrosidad de su ribera. Parece que hasta el mismo nombre - Zurriola- de cuya etimología, por cierto, nadie hasta ahora ha dado cumplida satisfacción, presagia algo malo. El hecho es que, como ahora el "Buchenhain", fueron muchos los barcos que dieron de bruces contra su playa, que en los días de mala mar ofrece aspecto tan imponente. Diríase que la Zurriola es el punto más vulnerable de la ribera donostiarra. No quieran saber ustedes los disgustos que proporcionó al Ayuntamiento de nuestra ciudad el famoso Rompeolas, y el peligro en que se vió implicado el Ensanche Oriental amenazado por las olas. Medio siglo después peligro parecido se produjo en la playa de la Zurriola propiamente dicha, que dio origen a la inmediata y urgente construcción de un muro de costa costosísimo que protegiera las casas de dicho barrio con fachada al mar en trance de peligro. Descaradamente abierta dicha playa a los vientos del 36 La otra cara del mar de la Zurrio la es la que se refiere a esa especie de querencia de algunos barcos a tomar su escotadura por entrada a puerto. No es decir que todos y cada uno de ellos hubieran equiv.ocado el rumbo; es posible y hasta probable que muchos de ellos hubieran sido involuntariamente arrastrados a su perdición por el ímpetu del mar, la falta de gobernalle o por otras causas inherentes a la zozobra de la circunstancia . El hecho cierto es que de cuando en cuando y generalmente en condiciones de mar precarias, el espectáculo de un barco en trance de naufragio e presentó a los ojos de los donostiarras en esta playa , como ahora le ha sucedido al "Buchenhain". Recuerdo que cuando yo tenía unos ocho años de edad ( 1895) la Zurriola fue escenario del drama del "Gobi", un bergantín de matrícula ingle a al que bajo las rocas de Monpás hubo que cortarle por lo sano, esto es, de raíz, sus tres mástiles, antes de que el casco se hiciera trizas, salvándolo así de un total de a treo Pocos me es de pué fue una goleta holandesa, la "Vertrouwen", la que fue arrumbada por el mar embravecido a los arenale de la Zurriola. Año más tarde naufragaba también en dicho arenal una barcaza de nacionalidad francesa, la "Héléne Marcelle" al salvamento de cuyos náufragos contribuyó la trainera "Pepe" de nuestro puerto. Y hace aún pocos año, esto e , después de nuestra guerra, hubo que contabilizar un naufragio más, en todos y cada uno de los cuales se desarrollaron episodios de salvamento por el estilo del llevado a cabo por el "Buchenhain", y aún más grJlve . habrán prod ucido muchos en la Zurriola en tiempos pasados, y es de creer sucedan en los venideros. Ellos dieron, por cierto, a los donostiarras de fines del próximo pasado siglo ocasión de demostrar que no contemplaron tales infortunios infructuosamente, pues fue aquí, en San Sebastián, precisamente, donde nació y se desarrolló institución tan humanitaria como la Los niños de hoy recordarán mañana (quiero decir, dentro de muchos años, si Dios quiere) espectáculo como el presenciado estos días. Es de creer, por otra parte, que sí como ahora, y quizás en mayor número, naufragios de este género se ociedad de Salvamento de Náufragos, uno de cuyos testimonios visibles eran aquellas guíndolas o boyas de salvamento, que a todo lo largo del Urumea y de la costa donostiarra e taban siempre a punto para salvar una vida én peligro de naufragio, que manos de insensatos gamberros acabaron por destruir hace aún no muchos años. Por cierto, ¿qué fue de aquella benemérita sociedad? ¿Subsiste, actúa, tiene medios de subsistencia?  

Urbanismo donostiarra

Aparte la situación privilegiada de San Sebastián en cuanto a la geografia y al paisaje se refiere, es notorio que su urbanismo, calificado en su tiempo de modélico, ha constituido, a lo largo del medio siglo que va de 1863 a 1913, uno de los motivos que más admiración ha suscitado nuestra ciudad. Las amplias y rectas calles; la proporción entre la anchura de éstas y la altura de sus respectivos edificios; el mismo o parecido estilo arquitectónico de éstos; la concordancia de sus perfiles y salientes; el mismo colorido de los materiales de construcción de sus fachadas, con predominio, casi total y exclusivo, de la piedra sillar arenisca; por no decir nada de la síngularidad y hasta nobleza arquitectónica de algunos de sus edificios públicos, que es ocioso citar, pues están en el ánimo de todos, determinaron, durante el medio siglo a que aludimos, aquella poco menos que unánime admiración_ Por otra parte, la exquisita pulcritud urbana que constituyó en dicho lapso de tiempo una de las proverbiales características donostiarras, hicieron de la nuestra una de las ciudades europeas más admirada desde el punto de vista urbano. Desgraciadamente este tono fue deteriorándose paulatina, pero inexorablemente, con po teríoridad, sobre todo a partir de la postguerra. Por una parte, los ensanches de Amara y Gros - por no hablar de los barrios extremos que han tomado por asalto las colinas y altozanos periféricos-, y no obstante su modernidad en el tiempo, no puede decirse que sean modelos de urbanismo, ni mucho menos, hasta el punto de haber suscitado entre los mismos arquitectos y urbanistas, reunidos en congreso en nuestra propia ciudad, acerbas críticas. Por otra parte, el Ensanche por antonomasia, el que lleva el nombre de su autor, el arquitecto don Antonio Cortázar, ha sido víctima de lamentables deterioros. Se han derribado notables edificios que caracterizaban dicho Ensanche, y en su lugar se han levantado otros que ni por el estilo, alturas, perfiles y materiales de fachada , correspondían a la anchura de sus respectivas calles, al estilo y tono de las edificaciones de su entorno, descabalando arterias enteras y desfigurándolas. Tal ha sido el caso de la avenida de España y del pa eo de la Concha, que han cambiado completamente su fisonomía, tanto por la plúmbea y hasta amazacotada masa o volumen de sus estructuras, como por el estilo arquitectónico de sus fachadas, y la naturaleza y tono de los materiales de construcción de las mismas. A remediar este orden de cosas -este desorden, fuera mejor decir-, parece responder la serie de propuestas que un grupo de arquitectos y urbanistas ha pre entado a examen y consideración del Ayuntamiento, propue tas concernientes o tendentes a la conservación de la fisonomía y carácter urbanos del Ensanche de referencia. Aunque acogiéndonos al precario consuelo de tópicos tales como el socorrido "más vale tarde que nunca" o el de "nunca es tarde si la dicha es buena", consideramos que estas propuestas llegan con treinta o más años de retraso, sin que, naturalmente, culpemos de él a los arquitectos de referencia, sino a las más altas y obligadas y responsables instancias que debieron de haber puesto su veto a una política urbanística que ha desfigurado parte de los más notables, céntricos y aparentes ámbitos de nuestra ciudad. Como es de creer que estas propuestas serán sometidas a examen y crítica del vecindario antes de adoptar resolución alguna respecto a las mismas, el donostiarra reserva hasta entonces su criterio. Las creemos inspiradas en el sano deseo de poner coto a esta especie de desintegración de la fisonomía urbana de nuestra ciudad, tratando de conservar en lo posible y en lo deseable su carácter. El propósito es bueno, aunque el tratamiento llega con evidente retraso, pues bien evidente es que críticas, censuras y advertencias hace años que vinieron formulándose tanto en la prensa como en congresos y seminarios de índole urbanística. Habrá que ver qué medios se arbitran para cortar un mal que, con un poco de previsión, de sentido común y elevación de miras debió de haberse conjurado. Ahora, después de haberse hecho al enfermo de este diagnosticado mal de piedra, llamamos a consulta a los doctores ... arquitectos. Muy inteligente, válganos Dios. Pero, a lo dicho: más vale tarde que nunca.  

Plaza de Zaragoza

Es evidente que en una ciudad hecha y derecha como la nuestra, los errores urbanísticos de planificación perpetrados no tienen ya remedio, o lo tienen a costa de grandes sacrificios pecuniarios o de otro género; pero no menos cierto e que, graves errores aparte, hay en una ciudad de cierta importancia y extensión no pocos puntos muertos, muchos detalles que contribuyen a agravar o aminorar los errores de conjunto ya irreparable , según se abandonen a su mala suerte o se les preste, por el contrario, la debida atención. Una ciudad, en fin de cuentas, y guardadas, como es natural, las debidas proporciones, es su ceptible, como todo en e te mundo, de mejora, cambio y adecuación a circunstancias de lugar y tiempo, de posibilidades económicas y de gusto. Es el ca o de esas hacendadas mujeres de ca a, celosas de la belleza, intimismo y confort de su hogar, que a fuerza de atención y de constancia, convierten la distribución vulgar, rutinaria y desangelada del arquitecto firmante o del contratista, en algo que, si no ostentación y lujo, es muy superior en belleza, buen gusto y comodidad al esquema arquitectónico de su distribución. • Así, por ejemplo, en el San Sebastián actual, tenemos dos casos ejemplares en este orden de ideas: uno es el de la plaza Cataluña; el otro, el de la plaza Zaragoza. Aquélla, no obstante sus más o menos amplias dimensiones - y quizás por ello mismo-, pudo llegar a constituir un ámbito digno de una ciudad moderna, de un populoso barrio tan necesitado de un ámbito urbano despejado, acogedor y verde. Desgraciadamente, dicha plaza puede presentarse, no como un positivo modelo, sino como modelo de lo que no debe ser, de una planificación rutinaria, sin imaginación ni estilo. Un fiasco de plaza; tanto, que si no estoy mal informado, el Ayuntamiento abriga el proyecto de modificarla en el entido de que en su planteamiento, el árbol y la flor, el arbusto y el césped, el surtidor y el agua, determinen un ámbito grato, verdoso y reposante, tanto a la vista del contemplador como a la comodidad y esparcimiento de los vecinos del populoso barrio Gros: barrio que, en resumidas cuentas, no cuenta como zona despejada y verde - aparte su avenida marginal al mar- más que con esta plaza. Dios quiera que un suficiente presupuesto permita que competencia e imaginación puedan alir airosos en el empeño. Afortunadamente, frente a este caso negativo, podemos exhibir un ejemplo po itivo de creación recentísima: la plaza Zaragoza. Hasta hace aún unos meses, dicha plaza no s·ignificaba nada en el contexto estético de la ciudad. Ahora , en cambio, y no ob tante su forma irregular y sus reducidas dimensiones, la plazoleta, más bien que plaza, ha adquirido el rango de un amable y placentero lugar de la ciudad, adornado de vivos surtidores de agua y de un estanque, de verdor y arbustos en sus arriates de césped, de la sombra propicia de los antiguos árboles cuidadosamente respetados. Se trata de una obra pequeña y de detalle en el conjunto de la ciudad ; pero del número y variedad de estos pequeños detalles se hacen las gratas y bellas ciudades, que no tan sólo y exclusivamente de los monumentales edificios y de la grandes perspectiva . La plaza Zaragoza - así como el "carrefour" de Ondarreta, al que prodigamos idénticos elogios- es un pequeño ejemplo de una política de embellecimiento de nuestra ciudad en cuanto a sus espacios libre se refiere. Bien cierto es que no podremos echar para atrás lo edificios del pa eo de la Concha, dándole más fondo al arenal y mayor holgura al más bello de nuestros pa eos; tampoco podremos hacer de la malograda calle San Martín la avenida que debió haber sido; pero lo que í podemos hacer, y sin grandes dispendios, es pre tar la mayor atención a los múltiples detalles que componen la ciudad, en cuanto a su conservación, ornamentación y pulcritud atañe, creando ambientes en todos y cada uno de los lugares susceptibles de ello, como ahora se ha hecho con los dos expuestos. Gusto, imaginación creadora y sensibilidad urbanística, má que dinero y ga to, e tá pidiendo una ciudad como la nuestra, que no puede contentar e con los elementales recursos del hormigón, del a falto y de la grava. La plaza Zaragoza es un ejemplo de la obra bien hecha. Felicitación a quien o quienes tuvieron la feliz idea, así como a los ejecutores de la misma, pues su realización e ha llevado a cabo con un cuidado y detalle dignos de todo encomio.  

Miraconcha

A punto de darse por terminada la construcción de las casas de vecindad malhora levantadas al principio de Miraconcha, queda por alinear y urbanizar el garabato que hace actualmente la calzada a la altura de las mismas, inmediatamente antes de abordar la entrada al casco de la ciudad por la calle San Martín. C..on ello se agilizará la circulación en la actual angostura y ganará la perspectiva. Aquí topamos con uno de los pero del En anche Cortázar, que si bien tuvo 38 grandes aciertos en su proyecto de urbanización, el trazado de la avenida de España por ejemplo, como entrada a nuestra ciudad por la parte de Francia, no lo tuvo al proyectar la actual calle San Martín a la entrada en aquélla por la parte de ·España, que también debió ser una gran avenida por el estilo de la otra. Los no enterados argüirán que no podía pensarse en 1864, fecha de dicho proyecto, en el tráfico rodado de un siglo después; perq a esto habría que responder que en el proyecto que obtuvo el segundo premio del concurso de proyectos de ensanche de dicha fecha , el arquitecto Sr. Saracíbar sí pensó, y atinada mente en el caso que nos ocupa, dando entrada a nuestra ciudad por la parte de España por una gran avenida de importancia, o mayor aún que la actual avenida de la . reina Isabel Il, después avenida de la Libertad . Cierto es que el proyecto que obtuvo el primer premio en el concurso y llevado a cabo fue el de Cortázar; pero no menos cierto es que al aprobarlo en su conjunto, se le sugirió a dicho arquitecto la conveniencia de completarlo o complementario con los aciertos que por su parte tenía el proyecto de Saracíbar, cosa que, al menos en cuanto al tema que nos ocupa, no lo hizo. De haberlo tenido en cuenta, la actual mezquina calle San Martín, indigna como entrada princip,al a una gran ciudad moderna de la categoría de la nuestra, tendría hoy la importancia de la avenida de España, o mayor aún, como se desprende de la mera inspección ocular del proyecto. Como la cosa no tiene remedio, es tan sólo a título histórico-crítico, y sin agravio para nadie, que lo he traido a cuento, ahora que la calle San Martín va a contemplar mejorada su entrada a la ciudad por este sector, en espera de que antes de mucho toda ella vea ensanchada su calzada a expensas, ¡ay!, de las aceras, como en parte de ellas se ha hecho ya. ¡ Y qué remedio!. y puesto que la actualidad viaria nos ha llevado a esta parte de la ciudad , he aquí algunas otras sugerencias acerca de la misma. Una, la habilitación de la antigua carretera de Miramar, que, pasando frente a la fachada principal del DONOSTIAKO UDAL LlBURUTEGIA - BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SAN SEBASTIAN palacio, de emboque en la calle Matía o plaza de Alfonso XIII, con lo cual este trozo de camino volvería por los fueros de la tradición, cuando era parte de la carretera general de Madrid a la frontera de Francia por Behobia . De todos modos, el actual camino de Miramar, al pasar éste a la propiedad del municipio, habrá de ser habilitado y hecho público dando paso a los vehículo ,como practicable que era en tiempo de la regente, aunque limitado entonce , como finca particular, a su exclusivo servicio. Otro de los problemas que sale al paso en cuanto al ámbito de Miraconcha, es el referente al último de lo ·.solares del paseo de la Concha y de la calle Zubieta, actualmente ocupado por uno de los pocos palacetes, villa Manolita, que durante un siglo configuraron dicho paseo. Es lo más probable y lógico que también éste, como casi ya todos los demás del mismo, lleve el mismo camino de la demolición y su substitución por un edificio que haga juego urbanfstico con los restantes de su alineación. Dada, sin embargo, su especial y extraordinaria situación de tres fachadas, una de ellas frente a frente a la carretera de Miraconcha a la entrada en la ciudad por e ta parte de la misma, el edificio que allí se construya debería tener el carácter de edificio singular, cuya exigencia, en cuanto al estilo y rango de su fachada , podría compensarse con otras concesiones. Se me dirá, con algo de razón, que esto es repartirse la piel del león antes de haberlo matado. En fin, y teniendo siempre en éuenta la importancia de los lugares críticos de la ciudad en cuanto a su apariencia urbana se refiere, la vulgar y anodina plazoleta de Zubieta que se encuentra entre el final de las calles Zubieta y San Martín, es lo más probable que, a la vista del buen efecto logrado en la plaza de Zaragoza con la urbanización recientemente llevada a cabo en ella, experimente idéntica suerte, salvaguardando la docena y media de sus actuales árboles. Con todo lo cual, este un tanto malogrado aspecto urbano del sector ganará muchos puntos en cuanto a · su estética y vialidad , haciendo más grato ycuidado posible un desangelado ámbito asaz visible de la ciudad para el viajero que por esta parte de la misma penetra en ella.  

Polloe

Una vez al año, cuando menos, el barrio de Eguía cobra actualidad con motivo de la festividad de Todos los Santos. Masas ingentes, en tal día , animan su central avenida, la antaño calzada del cementerio, hoy populosa calle del Carmen. Los antes un tanto sórdicos y vagos terreno a uno y otro lado de dicha vía han dado lugar a grandes y elevados inmuebles, en su mayor parte casas de vecindad , cuyas plantas bajas las ocupan establecimientos comerciales de toda clase, bien surtidos y concurridos de día, bien alumbrados de noche, configurando una calle urbana de gran animación en el trámite de su vida diaria. cementerios donostiarras de San Bartolomé y de San Martín, por no decir nada de los exhumados de algunas de las antiguas iglesias, la de Santa María concretamente. El cementerio de Polloe carece de testimonios anteriores a la fecha de su consagración. Quiero decir que, salvo alguna que otra excepción, carece de tumbas y monumentos antiguos, siendo la mayor parte de ellos posteriores a su habilitación como tal cementerio. En este orden de ideas, quizás su monumento más característico y que hace referencia a épocas anteriores e hi tóricas e el erigido por los donostiarras junteros de Zubieta, quienes en los primeros días de septiembre de 1813, aún humeante la ciudad de su total incendio, adoptaron la histórica resolución de reconstruirla , como así lo hicieron. A este propósito creo sería muy interesante monografia la consagrada a los muertos ilustres que en el curso de un siglo aproximadamente reposan en aquel sagrado recinto,~ omo he visto que se hace en algunas ciudades de Italia. Para quienes conocimo aquella co tanera calzada hace etenta o más años, su transformación no asombra. Por aquel entonces, dicho camino no tenía más fin que el cementerio de Polloe; hoy e la arteria central de un populoso barrio, unido al centro de la ciudad por una línea de autobuses, la número 10, que pasa al pie de la estación del ferrocarril del Norte (antigua denominación) atraviesa el puente María Cristina y rinde viaje en el Boulevar. ¡ Qué lejos estaban de pensar los donostiarras que a Imes del próximo pasado iglo e cogieron el lejano, costanero y elevado terreno del caserío Polloe por man ión de lo muertos, que antes de cien años los vivos harían de sus alrededores uno de los barrios más den os de la ciudad! Allí fueron a parar, en proce ión solemne, lo re tos mortales de lo antiguos Pocas personas - entre las que me cuento- hacen de Polloe uno de sus paseos, no diré favoritos, pero tampoco nada desagradables. La situación del lugar es cimera y bella con respecto al circundante paisaje, despejados sus horizontes, limpio el aire, por una parte; yen cuanto a lo humano se refiere, ¡qué de recuerdos acuden a la mente del paseante al desfilar ante sus ojos la viva imagen de quienes fueron sus antepasados, conocidos o amigos, más jóvenes que nosotros mismos muchos de ellos, y en cuya compañía hicimos parte del camino de la vida! La filo ofia propia del día de hoy en la circunstancia e la contenida en el arco de medio punto que da entrada al agrado recinto: Que traducido a román paladino quiere decir: Pronto e dirá de vosotros lo que ahora decí de no otro : ¡Murieron! "Laster esango da zuengatik, esaten didana orain gu gatik: III ziran!"
Cuando e tienen ochenta y nueve años, esta entencia no e ninguna tontería.  

Casa Gros

Al margen de los supuestos valore~ histórico-artísticos de la ca a Gro ,cuya demolición está en litigio, lo cierto es que dicha casa, hoy centenaria ya, fue la má importante a la sazón construida en el barrio, poco después del derribo de la murallas de nuestra ciudad. Era una casa de planta baja y tres pi os, tres fachada y pared medianera,la número 2 de la mal llamada calle Miracruz, en cuyo piso primero tenía su morada don Tomás Gro , su constructor y propietario. Y digo que mal llamada de Miracruz porque el Ayuntamiento determinó en su día que dicha calle se denominara de Pasajes, que es en realidad adonde conduce en lo inmediato, re ervando el popular nombre de Miracruz al barrio. Pero como si no. Era natural que don Tomás Gros con truyera dicha casa en lugar tan privilegiado del barrio, toda vez que fue , en parte, a una especulación por él realizada en las dunas 'de la Zurriola, la razón, en cierto modo o hasta cierto punto, de su fortuna o de parte de ella. o deja de er curio o, a e te propósito, evocar el número de france es, nativo u oriundos, que e e tablecieron en esta barriada de la afuera de nue tra ciudad, que nunca tuvo, por cierto, la categoría de lo barrio de anta Catalina o de an Martín. De antaño le venía ya el nombre de un francé avecindado en él, un tal Joffre de Yarza que, dicho ea de pa o, fue regidor del Ayuntamiento donostiarra en 1571 . Ayer, como quien dice. ombre que, ca tellanizado, pasó a denominar el barrio, una de la fuente más famo as del mi mo y otra particularidades del lugar, y que en lo moderno tiempo llevó la plaza de toro, enfáticamente llamada niver idad del Chofre. Con po terioridad y má próximo a nue tro día, nombre como lo Taffet, carroceros; De lande , tintorero ; Duca e, el jardinero; Ca tagnet. el horticultor; Louit, el chocolatero; 40 Cuando e tienen ochenta y nueve años, esta entencia no e ninguna tontería. Casa Gros Pon 01, el ombrerero; Ducloux, el fo lógrafo ; Pozzy y Kutz, cervecero ; Gunier. el licori ta; Mons, tanto y tantos más, hicieron de él el barrio de lo "franchutes", como por aquel entonce e le denominaba con cierto tono entre misericorde y peyorativo. Durante cierto tiempo, de mediados a fines del próximo-pa ado siglo y principios del presente, lo dono tiarras, en efecto, con ideraron a dicho barrio con cierto menosprecio. Vivir "al otro lado del puente", "pasar el puente" - el único que existía a la azón, el de Santa Catalina- , eran expre ione que reflejaban, por el tono con que e decían, el mal concepto que lo dono tiarras, tan orgullosos de u modélico urbanismo, tenían de aquel apéndice tan poco lucido de la capital allende el río. o hay que extrañar e de ello. Lo donostiarras, en general, han ido iempre di criminadores más o menos acérrimos de su propia población. Cuando aún no se habían derribado las muralla ,lo moradore de la hoy llamada Parte Vieja e identificaban entre sí como "joshemaritarras" y koshkero ", egún hubieran sido bautizado en las igle ias de anta María o San Vicente, respectivamente. Al construir e el En anche Cortázar, el Boulevard constituyó una frontera: hubo donostiarras del "txoko" que nunca consintieron en franquearla. Los nacidos en el ensanche no eran ya ni una co a ni otra, sino imples "dono tiarras". Más tarde a Amara se la llamó de pectivamente Guadalajara. En cuanto al barrio del Chofre, Miracruz o Gros, egún lo tiempo , tan abandonado a su suerte y tan nece itado, por consiguiente, de un promotor, e te e incorporó en la persona de don Tomás Gro . En efecto don Tomá tuvo la luminoa idea de comprar al Ayuntamiento, en 1849, nada meno que el llamado arenal de la Zurriola, que má que arenal era una exten a duna montuosa y disforme, solitaria, despoblada y árida. u I1perficie era de 7.280 posturas, equivalente a una veintidós hectárea y media (metros cuadrados 226.408, algo a í como veintidó plazas de Guipúzcoa), por las que Gro pagó la cantidad de... 1.820 pe eta : a real, o ea, veinticinco céntimo la po tura de unos 31 ' metros cuadrado aproximadamente. (Calculen ustede a cuántos céntimos el metro, a meno de un céntimo.) Con ba tante po terioridad e construyó un muro o barbac ana frente a la rompiente de las ola y paralelo a ella , eparando la playa propiamente dicha de la duna: todo lo que quedaba detrás se convirtió en olare de un nuevo ensanche, el futuro barrio Gros. Cuando el Ayuntamiento, mucho año después de dicha compraventa, e decidió a urbanizarlo, los Gros le revendieron lo terrenos necesarios para calle y edificios público al precio ínfimo de dos pesetas el metro cuadrado, cediendo gratuitamente la arena necesaria para el relleno de calle, plazas y otro lugares de la ciudad. Como decía al principio de e tas líneas, es de creer que la llamada ca a Gro de referencia fue algo así como el te timonio y símbolo de aquella famosa tran acción. Y digo casa Gro y no palacio, porque el verdadero palacio del barrio por aquel entonces fue el de Bermejillo - ¿hay alguno de ustedes que lo recuerde?- al otro lado de la calle Miracruz, frente a la casa Gros, que por serlo en grande, además del jardín que lo rodeaba, terna contiguas las cochera del palacio, hace aún pocos años demolidas. Cuando e llegaba a San Sebastián por el ferrocarril del orte (antigua denominación), lo primero que divisaba el viajero que e dirigía a la ciudad en coche por el entonce . llamado Camino de la Estación, era aquel bello palacio de los Bermejillo, cuando el hoy pa eo de Francia no existía ni, naturalmente, los edificios que actualmente lo configuran 

Nuevos horizontes y paiSajeS

Abundando en las generales de mi artículo acerca de los calendarios, refiérense las pre entes línea al editado por la Caja de Ahorros Municipal para el pre ente año, con agrado, en cuanto a u parte gráfica atañe, a la importantísima obra de infrae tructura viaria que e la autopi la Bilbao-Behobia. E la, con iderada desde el punto de vi ta del transporte terrestre de nue tra región cantábrica, constituye la obra pública má importante llevada a cabo entre la capital vizcaína y la nue tra de de la construcción del llamado ferrocarril de los Vascongado. in el menor ánimo de minimizar el valor de este ferrocarril, ni el de la carretera llamada de la Co ta , sería puramente e peculativo y dialéctico di currir acerca de la importancia de cada una de e ta obra y de amba a la vez. Lo que í cabe decir e~ que tanto la una como la otra fueron de po itivo valor social y económico en u tiempo y circun tancia; aunque a nadie e le oculta que, tanto la vía férrea como la carretera de referencia, dejaron d urante cierto tiempo mucho que de ear. Lo accidentado del terreno, los poco recuros pecuniarios, lo limitado de los medios técnicos de con trucción, con piraron a u mediocridad. La moderní ima auto pi ta - moderní ima en cuanto a su estructura y en cuanto al poco tiempo que lleva funcionando- , que ha venido a zanjar de una vez, y es de creer que por luengos años, aquellas deficiencias viaria entre nuestras do capitales vasca , e presta a varia con ideracione , de índole utilitaria, en primer lugar, de carácter técnico y ha ta de naturaleza e tética, en cuanto al medio ambiente se refiere. o hace falta ponderar u importancia de de el primero y principal de dicho puntos, que el extraordinario desarrollo indu trial, comercial y turístico de nuestra do provincias ha determinado. u prolongación por ambo de su extremos, hacia Francia por nuestro lado y hacia Santander por el de Bilbao - ambo en ejecución , va a convertirla en una de las arterias europeas más importantes de de ambo puntos de vista indu trial y turí tico. ue tra ciudad y provincia con tituyen el punto medio o central, por decirlo a í, de e ta gran vía que el enlace de Málzaga derivará al interior de la Penín ula . Pero no es de de el punto de vi ta de la inmediata utilidad material que contemplan estas líneas la innovación de referencia, uscitada y ponderada por los economista ,sino desde el punto de vi ta de la ecología, del paisaje y de u e tética. Lo poderoso medios de construcción actuale , cortando por lo sano, como vulgarmente se dice, han abierto a la voracidad de nue tro ojo, nuevos e inso pechado horizonte. Paisajes y per pectivas ha ta ahora inéditos, se han abierto a la contemplación del viajero de la nueva ruta, que un o ado trazado, terraplenes considerable, e pectaculare trincheras tajadas en la carne viva de lo cerro, túnele horadando la montaña , viaductos cabalgando sobre los • • paiSajeS valle, cuando no, como en Eibár, obre densas poblacione ,además de hacernos admirar lo adelanto de la ingeniería moderna , han puesto a nuestro alcance, y in ningún esfuerzo por nue tra parte, zonas naturale y pai aje durante siglos ignorados por la mayor parte de los hombres, excepción hecha, naturalmente, de sus recónditos y propio habitante . Críticas, alguna de ella plenamente ju tificada ,han uscitado tanto el trazado como el tratamiento de determinados tramo de dicha autopi ta; pero no menos cierto e , por otra parte, que en general no ha proporcionado perspectiva y pai aje admirables que nunca ha ta ahora habíamo contemplado ni probablemente hubiéramos contemplado nunca in e ta coyuntura . Y i bien es cierto que hay gente que parecen abominar del hecho de que lo moderno medio de la civilización actual "profanen" la intimidad de la aturaleza , yo por mi parte y guardando todo lo re petos que el paisaje e merece, me felicito de esa penetración, iempre y cuando nue tros ojo entren en e te gran templo de Dios que e la aturaleza, con el amor, la veneración, el re peto y la religio idad propio de hombre verdaderamente civilizados, y no con alma de gamberros. La Guipúzcoa inédita y recóndita ha venido ha ta no otro dede el fondo de u propia naturaleza, gracias, también hay que decirlo, a que hemos ido bu cando el eno de la propia Creación. 

El puente Santa Catalina

Con er el má sencillo y el de meno preten iones decorativa, el puente anta Catalina es el má eñero, principal e importante de lo puente donostiarras. Bien puede decir e de él que e el monumento oficial y público más funcional y antiguo de la ciudad . Cuando aún é ta no tenía casa propia o comunal, por citar al edificio más representativo de un pueblo. San eba tián tenía u puente, o mejor dicho, "el puente" por antonoma ia, el único y el de iempre, dando a e te adverbio la limitación hi tórica de todas la co a humana . El ponía en comunicación nuestra villa, o nue tra ciudad , según los tiempos, con la zona oriental de nuestra provincia y con localidades tan importante de ella como el puerto de Pa ajes, la villas de Oyarzun. Rentería y Lezo, pueblos tan singulares
por u situación frqnteriza como Fuenterrabía e Irún , con el
reino de Francia, en fin . Verdad e que a todos e tos términos
podía ir e de de an ebastián in atrave ar el rumea:
ba taba con vivir en el actualmen te llamado barrio de Gros;
pero los habitantes de la villa propiamente dicha, es decir, los
de intramuro , tenían que valerse nece aria mente Gel puente
anta Catalina.
Durante siglo - ha ta I 70- dicho puente fue de
madera. o alcanzan lo anale hi tórico a tiempo anteriores,
o ea , cuando a falta de puente, la gente habría de vadearlo por
medio de barca como fue el ca o de otro pueblo famo os,
como San Vicente de la Barquera , y sin ir tan lejo , el de Orio.
Puente de madera del último de lo cuale , por cierto, nue tro
Mu eo Municipal contiene, o expu o, en tiempo , a la vista del
público, la curio a maqueta; puentes de alguno de los cuale ,
lo último, on tra unto algunas estampa de Wilkin on y
otros dibujantes de la época. E te puente de madera, en
tiempo , e abría por u parte o tramo central para dar pa o a
la embarcaciones de mayor o menor tamaño que, río arriha,
río abajo, ubían el mineral de hierro de omorrostro que
alimentaba la ferrerías de la cuenca del rumea y bajaban.
entre otro productos iderúrgico , las famosa anclas que en
aquéllas e forjaban, para ser exportada por el puerto de
Pa aje . El per onal de "manobreros" de esta compuerta o
"vál ula", como ellos la llamaban, lo pagaban sus usuario . El
río era entonces una co a viva y utilitaria , y no como ahora una
corriente sin oficio ni beneficio alguno, ni siquiera turí tico o
deportivo.
Fue de mediado a fine del ig!P XIX cuando la idea de
con truir un puente de piedra digno de nue tra ciudad en pleno
renacimiento, y de nuestra provincia en trance de recuperación,
había de conducir a la implantación del puente actual de Santa
Catalina, nombre tomado del pequeño barrio extramuros que
a la azón se encontraba donde actualmente e alza la primera
manzana de casa números impares de la avenida de E paña .
omo no podía meno de er un pueblo tan polémico y
contestatario como el San Sebastián de entonces y de siempre,
la idea de construir un puente de piedra en substitución del de
madera, SUSCitO gran controver ia entre lo donostiarra
partidario de una y otra idea, incluso a e cala profesional. La
polémica llegó a sostener e por medio de la letra impre a por
facultativo - hoy diríamo técnicos- : pero al fin, aunque
costó lo uyo, prevaleció la piedra sobre la madera. El llamado
a realizar e ta importante obra del moderno an Seba tián fue
preci amente el arquitecto-urbani ta del famo o ensanche
dono tiarra , don Antonio Cortázar. Obra municipal de las más
importantes de nue tra ciudad, pero a cuyo gasto contribuyó
también la Diputación Provincial de Guipúzcoa, pue al fin yal
cabo dicho puente no ólo ervía y irve a la ciudad , como e el
caso de los otro do puente , ino a la provincia, como tramo
importantí imo en la red viaria de GuipÚzcoa.
El actual puente Santa Catalina ha experimentado tre
reformas importante en el trari cur o de su iglo de existencia.
Primero se le amputó una de u extremidade ,la oriental o del
barrio de Gros. privándole de uno de sus ojo y acortándolo,
por con iguiC11te , en su longitud . Posteriormente e procedió a
su ensanchamiento. ctualmente, en fin. e ha procedido a
en ancharlo má aún, pero no por razones viaria, sino a fin de
encajar en él una tubería de aguas re iduale : El re ultado
estético, o cuando menos de proporeionaiidad. d~ e tas tre
operaciones de cirugíá urbana. ha sido que el.p~l ente. i por una
parte ha perdido la perspeqiva longitudinal quC'ir]icialmente le
caracterizaba, por otra ha ganado en amplituc,l. hasta el punto
que habrá pocos puente~ tle su impamplios y despejado como el n).Jc~i rp_ I.a~ ~lInt uo a farola
que lo decoran, su espléndido allll'~hrad\l ~ ~u:amplitud, hacen
del de anta ataliha el puente Ill.ú-<. .hl:·I: OlOSO de GuipÚzcoa.
Los otro do puentes contribu)"l'rl. "a do'tar el ámbito del
rumea , en u tramo genuinamente 'urbano, de una de la má
bella panorámica de nuestra ciudad . Vuelvo a repetirme: i
an ebastián no tuviera en su haber'pai ají tico e a joya de
inconmen urable belle7.a que es la bailía y playa de la Concha ,
el río Urumea , con sus puentes magníficos, us umbro o
pa eo colaterales, u edificio ribereños y sus perspectiva de
mar y tierra , serían bastantes a dar a nuestra ciudad un
prestigio panorámico urbano a poco comparable.  

El túnel del Antiguo

Má de una vez he olido pen ar lo curio o y ha ta lo intere ante que sería celebrar una expo ición retrospectiva de proyecto de obra pública de carácter urbano donostiarra fallido , esto es, que no llegaron a realizarse. Lo ha habido. de de fine del próximo pa ado iglo ha ta nue tro días, de todas c1a es e importancia, razonable unos, di cutibies otros, ab urdos lo de más allá . Alguno de ellos no pasaron de er mera ideas, no concretadas en proyecto a e cala técnica , en tantos otros, reve tido de las que pudiéramos llamar "todas las de la ley" - memoria ju tificativa , piano y pliego de condicione facultativa y económicas- , deben estar almacena42 dos en el cuarto o curo, por decirlo a í. de la Sección de Obra de nue tra Ca a Consistorial. Viene e ta introducción a cuenta de la e pecie echada a rodar esta última semana acerca de la eventual supresión del túnel del Antiguo. De e te intento. como de tantos otros a que hemos aludido, no conocemo má que la mera y e cueta idea . Para pronunciarse a favor o en contra de ella habría que aber previamente qué e entiende por la upre ión del túnel, y i é ta va aparejada a la destrucción del puntal roco o de Loreto-pea, vulgarmente - y tan vulgarmente- llamado Pico del Loro. Tan sólo entonces podríamo saber el alcance de la idea y u realización práctica, tanto utilitaria como estética, lo que hoy, en principio, e aprueba o e rechaza por meras y subjetiva apariencia . Personalmente yen principio, estoy al lado de lo Otazu, Encío, Ganchegui y de cuanto participan de la ideas o impreione por aquéllo u tentada contrarias a la reforma en cue tión, " oli me tangere". parece er que dice aquel lugar ingularí imo de nue tra sin par bahía de la Concha, aquel peñascal que por gala la divide en dos. Al fin y al cabo, para los amante de la tradición, llevar a cabo e ta reforma sería amputar a la obra de Dio uno de u di eño , toda vez que el peñón de Loreto-pea existe de de que existe San eba tián ... y antes. i en la parte alta del mi mo e alzaba de de remotos iglo la igle ia de an ebastián, la que dio preci amente nombre a nuestra ciudad, en u parte más baja y peña co a se alzaba una de la ermitas genuinamente dono tiarra, la de uestra primero en u género en España. Me refiero a la e pectacular muerte del aviador Le 810n, que presenció todo an quedaron tan óloeneso,en mera idea. como quedó la idea de convertir toda la i la anta Clara en monumento a la reina doña María Cri tina, sueño de aquel gran arquitecto bermeano que fue nasaga ti; o como la de cubrir el río eñora de Loreto, de la cual no sólo tenemos noticia de u existencia ha ta relativamente moderno tiempos, sino de detalles tales como el nombre de us patronos y ha ta de lo ensere o menaje eclesiástico que la ornamentaban. ebastián, en una de las primeras exhibicione aeronáuticas que tuvo por escenario la bahía de la Concha de nue tra ciudad. ¡Qué buena oca ión e le fue de la manos a quiene a raíz de aquel desgraciado accidente, tuvieron la idea de re tablecer la destruida y antigua ermita donostiarra de la advocación de rumea para di poner de solare en u lugar; o de rebanar el monte rgull a la mitad de u altura, para crear en él un polígono o barrio re idencial de lujo; o de de ecar y rellenar la bahía de la uestra Señora de Loreto, patrona de la Aviación en nuestros tiempos! oncha para con truir en sus olare el gran en anche de an eba tián .. . i y qué casualidad! En modernos tiempos, o sea, con posterioridad al invento de la aviación, uestra Señora de Loreto ha ido adoptada por patrona de la aviación española; y fue a poco metros de e te famo o pico y de su ermita, vocados a la Virgen de Loreto, donde tuvo lugar el primer accidente aéreo de carácter mortal que presenció San Sebastián, y má que probablemente el E probable que la actual idea de suprimir el túnel del Antiguo, y consiguientemente, de destruir el bello jardin frontero del palacio de Miramar, con lo que é\te quedaría poco meno que en vilo al borde mi mo de un alto muro de contención y desprovisto, desde luego, de toda prestancia y perspectiva, ahora que tanto se habla de protección del paisaje y de la vinculación de éste con la arquitectura; e po ible, digo, que la idea no pa e de er una de las tanta que Lo dicho: una expo ición retrospectiva de cuanto proyectos pudieran ser hallados de carácter urbano dono tiarra fallidos, esto e, que no llegaron a realizarse ería intere antí ima, y demo - trativa, eso í, de que los donostiarra y aquello que ieron en nue tra ciudad una mina para sus má o menos fantá - tico proyecto, tuvieron más imaginación y fanta ía que medio pecuniario para realizarlos. Probablemente. a Dio gracias ...  

El "Topo"

No obstante los avatares de su existencia, el «topo» es, hoy por hoy, el único representante y superviviente en nuestra ciudad del transporte genuinamente interurbano de carácter ferroviario. Pasaron a mejor vida, en efecto, sus congéneres de Hernani y de Tolosa, por no decir nada de los tranvias a Pasajes y Renterla, todos ellos sustituidos por el autobús. Sólo el «topo» ha resistido, en la lucha entablada entre la vía férrea y la ruta asfaltada, a ese elemento de presión que es el neumático. Azarosa vida la del «topo» donostiarra, ciertamente, ya que en su mismo nombre lleva explicita su naturaleza más o menos singular. Quizá por eso mismo ha resistido al cambio. La suya era, por decirlo así, una vida y una vla propias a su naturaleza. La mitad de su existencia, o mejor dicho, parte considerable de ella era, y sigue siendo, subterránea, y ninguno de los medios normales de transpbrte donostiarra tuvo la necesidad o la paciencia de fabricarse tanta topera como el también llamado ferrocarril de la frontera. Entre los avatares de referencia hay que hacer mención del desgraciadamente luctuoso accidente ferroviario que tuvo lugar en las inmediaciones de lrún al poco tiempo de inaugurada la linea; ciudad, por cierto, que debe su titulo de ciudad a la humanitaria conducta que observó en esta dolorosa circunstancia, titulo que le otorgó el rey Alfonso XIII. Bien sea en razón de la infraestructura de la vfa o de la estructura de su material móvil, o de ambas circunstancias a la vez, el hecho es que al cabo de cierto tiempo el «topo» comenzó a renquear, a hacerse horrfsono en sus largos, numerosos y estrechos túneles, a tanguear en sus curvas y a precipitar su vaivén en las alineaciones más o menos rectas. Los coches envejecieron. Y para colmo de calamidades, al «topo» se le prohibió la entrada en la ciudad y su circulación por ella, como en sus primeros tiempos, confinando su estación «términus» al barracón de Amara. Semejante disposición, aunque favorable a la tranquilidad de la población, fue un golpe bajo a la naturaleza de dicho ferrocarril. El hecho es que ya en sus últimos tiempos, el «topo», además de los citados inconvenientes y contratiempos, parece ser que habla dejado de ser rentable o poco menos. No obstante se resistra a su desaparición. Arbitráronse, o trataron de arbitrarse, por mejor decir, soluciones más o menos heróicas de supervivencia, cuando en general se le dabaya por muerto. Pero lejos de ser así, el «topo» -la labor de zapa es proverbial en lejos de ser asf, el «topo» -la labor de zapa es proverbial en estos roedores-, logró sobrevivir y hasta superarse, renaciendo a una nueva esistencia. Y nos anima y autoriza a decir algo por el estilo, el hecho de que a juzgar, al menos por las apariencias, y tras una cuasi parálisis de dos o tres años, el «topo» parece volver a funcionar. No tenéis más que seguir de cerca o de lejos su trayectoria para cercioraros de que su infraestructura ha sido y está siendo nuevamente afirmada, tanto en cuanto al balasto y al propio carril atañe, asl como en cuanto a su tendido aéreo se refiere. Ni que decir que sus famosos túneles han sido puestos al día. Lo cual hace presumir que el material rodante, es decir, los coches de viajeros, estarán a la altura de las circunstancias y del tiempo que corre, así como sus estaciones: ni que decir tiene que nos referimos muy especialmente a la de nuestra ciudad. Ni que decir tiene que de confirmarse estos augurios. San Sebastián volverá a contar con un medio de transporte interurbano que siempre rindió grandes servicios tanto a la población indígena como a los forasteros, singularmente al barrio de Loyola y a los pueblos e inmediaciones de Oyarzun, Pasajes y Renterla, que es de creer y esperar vuelvan a encontrar en el renaciente y renovado «topo», un medio de transporte cómodo, rápido y frecuente, como vulgarmente se dice, al alcance de la mano y muy particularmente al servicio de la frontera. 4 

Reyes en las calles donostiarras

En cierto modo y hasta cierto punto, la noche de Reyes a la e pañola usanza parece e tar más cerca o más en consonancia con la tradición bíblica de lo tre Reye Magos que otra conmemoracione por el es(ilo, tanto por su simbólico cometido como por u per onificación racial, fi onómica e indumentaria. Con la diferencia de que ahora lo niño y lo regalos on muchos, dijérase que infinitos; que el oro, el incienso y la mirra e han convertido en juguete; que u triunfal entrada en la grandes ciudade constituye un espectáculo ensacional; y que má que por una mágica e trella, son guiados y conducidos por paje, palafrenero y comparsa, todo o gran parte de ello montado en carrozas, al on de mú ica y al re plandor de tea, antorchas y otras luminaria . Pero no e de estos Reye Mago~, huéspedes de la ciudad por una ola noche de lo que e ocupa e ta crontca, ino de aquellos otro , má hi tóricos que legendario, y más político que mago y dadivosos, que perviven entre nosotro durante todo el año en el recuerdo, gracia a lo rótulo de las calles, plaza y avenida a ellos consagrado . Bueno será que hagamos su recuento, pue to que en el gran número de vías y de nombre de la ciudad, lo uyo propio pueden pasar inadvertido para mucho, y es útil y conveniente que, al reunirlos en e ta crónica, lo niños dono tiarra cobren conciencia de su número y de su razón de ser. 1 más antiguo de e to reye e el rey fundador de an Seba tián: el navarro ancho el Sabio, a quien, aunque tardíamente le ha ido otorgado el honor de denominar la más principal e importante ,m :nida del barrio de Amara. A e te rey 46 fundador del siglo XII, le igue inmediatamente el rey ca tellano Alfan o VIII, en cuyo reinado Guipúzcoa e vinculó libremente a la corona de Ca tilla el año 1200. Cronológicamente, la calle de lo Reyes atólicos e la tercera calle real de nuestra ciudad. a la que siguen las avenida de Carla 1 y de Felipe IV. Al primero de é to último hemos de agradecerle los donostiarras el honor que no hizo de lo título de oble y Leal elevados al grado uperlativo. Al egundo le debemos nada meno que el apreciable título de iudad, otorgado en 1662, a quien tres iglos de pués exactamente le hicimos el honor de titular una de la avenida má importante del barrio amaratar. A estos el reye de lo tiempos relativamente antiguo en la hi toria de E paña, le iguen lo de época más reciente, como on los de I abel 11 , María Cristina de Hab burgo y Alfan o XIII. La primera de estas reina e tuvo involucrada en el derribo de la murallas de nue tra ciudad y al proceso del Ensanche; la segunda, huelga decirlo, fue la gran enamorada y favorecedora de San eba tián, a quien, aun ante de venir a instalar e entre nosotro como el má prócer de sus vecino , el Ayuntamiento la honró dando el nombre de Reina Regente a la distinguida calle que aún igue o tentando tan preclaro nombre. En cuanto al rey lfon o Xlii, la rlaza del barrio del ntiguo contigua al Palacio Real y frente a la iglesia parro4uial de San Sebastián, igue llevando el nombre de quien tanto qui o a nuestra ciudad . Si no reye precisamente, cuatro de lo, hijos de Alfonso XIII dan nombre a ,endas avenidas de Ondarreta: las infantas Beatriz y Cristina y lo infantes Jaime ~ Juan, e te último malogrado heredero de la Corona, que no llegó a reinar en ara de su hijo don Juan Carla 1, actual rey de E paña . Calles, plaza y avenidas aparte, uno de los tre magníficos puentes de nuestra ciudad o tenta el nombre de Reina María Cristina, ya citada, y el de Reina Victoria Eugenia el principal de nue tro teatro. En cuanto a los retrato , además del má bello de todo, el de Moi é ,de la reina Cristina, que preside, como alcaide a honoraria que fue, el salón de la lcaldía de nuestra Ca a Consistorial, on de citar el de Uranga, en la ede central de la Caja de Ahorros Municipal, y el de Salaverría en el Mu ea Municipal de an Telmo, en el que también e halla el de lfonso XIII por el último de los pintare citados. Un bello bu to en mármol de la tanta veces citada reina madre pre ide el antiguo alón de e iones de la Casa on istorial - hoy Biblioteca Municipal- . Como e echa de ver, la reina María Cri tina se lleva la palma en e te orden de ca a ,p'ue ademá de la citada calle, el puente, el hotel, lo retratos y la e cultura citados, do estatua suyas ornan nue tras parques público : una en losjardines de Ondarreta , y la otra en lo de mara , testimonio todos ello del entrañable recuerdo y amor de lo donostiarras por quien, más que u soberana, fue u vecina más egregia . A título de curiosidad y de vinculación de la realen con nuestra ciudad, citaremos la "Calle del Palacio" , referida a Miramar, a í como la "Calle de la Escolta Real", que hace "pendant" con la .. alle de lo~ Trompetas del Rey don Jaime" de la Ciudad Condal.  

La bandera de San Sebastián

Por extraño que parezca, ciudad de tanto abolengo e importancia como San eba tián carece de bandera oficial y propia, cuando menos a efecto práctico y populare . i no se abe cómo era o pudo er la de lo antiguos tiempo, sí abemo cómo era la bandera municipal donostiarra de fines del siglo XVIII, o sea, la última al alcance de nue tro conocimiento. E ta, bien porque se quemara en el incendio total de la ciudad del 31 de ago to de 1813, o por otras causa, lo cierto e que de apareció. Veinte años después, o sea, en 1833, el Ayuntamiento, con motivo y a efecto de la proclamación de la reina Isabel 11 , mandó confeccionar la bandera municipal que se con erva en el Museo Municipal. En rigor, no puede decir e, pue , que no tenemo bandera, ino que, en vez de usarla oficial y públicalllente, la archivamo como mero recuerdo hi tórico: la bandera de la proclamación. Durante más de siglo y medio, en efecto, ha venidll usándo e como en eña local la bandera matrícula de las embarcacione de nue tro puerto, común, salvo pequeña variantes di tintivas una de otra, a toda las comandancia marítima de España, determinada por el E tado en la ordenanza de matrículas de 1802: bandera esta in ignificación local, política, tradicional ni entimental alguna. Ahora bien: ¿cómo era la bandera de San eba tián a fine del iglo XVlll, la única que conocemos, aunque no ea más que por referencias, bien que oficiale y fidedigna? Fue el propio Ayuntamiento el que comi ionó a do e cribanos reale de nue tra ciudad, los señores Echarri y Arizmendi, para que levantaran acta de cribiéndono la , tal y como la vieron pendiente de la bóveda dé la igle ia de anta María el día 15 de ago to, festividad de la Asunción, del año 1785, durante la solemne función religiosa propia del día. Según u informe, dicha bandera era "de tafetán blanco, con una cruz pintada de color encarnado, yen cada una de su dos cara, en campo azul, el e cudo de arma de esta noble ciudad". Aunque dicho e cribanos no precisan la cla e de cruz de referencia, no cabe duda que e trata de la cruz de Borgoña o aspa de San Andrés que ostentan en sus bandera municipales Casino vario pueblo guipuzcoanos de lo má importante, una docena aproximadamente, así como la ciudad de Vitoria y el con ulado de la villa de Bilbao, por no aducir otro muchos testimonio a e te re pecto. El propio Ayuntamiento dono tiarra, al proceder a la confección de la bandera de la proclamación ante citada, la hizo de ra o blanco, con el a pa roja o cruz de an Andrés y el escudo de la ciudad en medio. on ocasión de lo acto conmemorativos del VIII centenario de la población de San eba tián, celebrado en 1950, tratóse de restablecer oficialmente el u o de la bandera donostiarra. Una comi ión del Ayuntamiento formada por los do primero teniente de alcalde, señore Castañeda y Augusti, e tra ladó a Pamplona a fin de comprobar en el archivo dioce ano la referencia y de cripción de dicha bandera hecha por lo escribanos reales donostiarras aludido. La comisión, en vista de ello, emitió informe favorable al re tablecimiento de la bandera oficial de San Sebastián. El Ayuntamiento, por su parte, a la vista de e te informe, lo aprobó por unanimidad , acordándo e ometerlo, preceptivamente, a examen y con ideración de la Real Academia de la Historia, a fin de adoptar oficial y definitivamente dicha bandera. Desgraciada e inexplicablemente, en lo veinticinco años que median entre la adopción de dicho acuerdo y el momento pre ente, nada e ha hecho re pecto al particular, no obstante la buena di po ición del Gobierno, habiendo quedado dicho acuerdo sin ejecución, en letra muerta. Parece que ahora la co a va de vera . Se trata de re tablecer la bandera de San Seba tián y su u o oficial, no ólo por mero acuerdo municipal, sino previo consen o popular, dotándola, de paso, de lo dos emblemas tradicionale y antiguo, uno de ellos, el ca tillo, caído en de u o arbitrariamente: emblema contenido en el ello medioeval del Concejo, el má antiguo, auténtico y fehaciente testimonio de la heráldica municipal donostiarra. En cuanto a los colore se refiere, el color blanco de la bandera y el azul del cielo y mar que irven de fondo a la nave y al ca tillo, perduran como lo colore característico dono tiarras de nue tro tiempo.      

Casino y juego

Cuando se habla del Gran Ca ino de an eba tián la palabra "juego" aflora a lo labio como la cosa má natural del mundo, hasta el punto de que a ino y juego parecen indi oluble entre í. o negar.é que en cuanto a San eba tián e refiere, hay algo de razón en ello, pero no toda la razón. Porque la principal idea en cuanto a la implantación del Gran Casino dono tiarra e refiere, no fue precisamente, ni exclusivamente, ni primordialmente, la implantación del juego, ino la creación en nuestra ciudad de un local, de un ámbito, de un e tablecimiento público, e to e , de un Ca ino. donde el forastero, veraneante o turi ta encontrara un amplio, untuoso y adecuado lugar de reunión, de e parcimiento, de alta vida ocial. Lo del juego vino de pués, como medio precisamente de hacer posible la exi tencia del Ca ino propiamente dicho. o hay má que leer el programa de dicho proyecto y la invitación al pueblo donostiarra a participar en u financiación, para convencere de ello. Fue la naturaleza misma de las cosa la que determinó la conveniencia de tal iniciativa. Iba siendo ya grande a la sazón el número y la categoría d~ forasteros, veraneantes y turistas que no~ honraban con su pre encia durante la época e tival. En contra de lo que alguno creen, no fue la reina María - Cristina la que determinó este auge, sino más bien la que contribuyó con su pre encia y radicación en nue tra ciudad a la expansión y de arrollo veraniego y turí tico de alto rango que pronto la ciudad había de alcanzar. Ya antes de que la regente resolviera su venida, gran número de aristócrata y per ona y familia de alta posición económica. política y social se habían establecido en nuestra ciudad en plan de veraneo, algunas de la cuales habían construido en ella u casas y ha ta grande palacios rodeados de parques. Así , la propia reina , mientras le construían u palacio de Miramar, hubo de alojarse en uno de e tos palacio , el de los duques de Bailén, en terrenos de Ayete. Títulos de la nobleza del reino como los San Bernardo, lo Moriana, los Mandas, los Laguna, lo Satrú tegui, tanto y tanto más, e habían avecindado en San Seba tián en plan de veraneo. Finalizada la guerra franco-prusiana del 70, así como nuestra segunda guerra civil, el de arrollo urbano de nue tra ciudad. sobre todo despué de é ta última, fue d~ todo punto extraordinario, contribuyendo ambas circunstancias al auge veraniego dono tiarra, al que tanto habían de contribuir no tan ólo los veraneantes del interior de nuestra península sino lo extranjeros que descubrieron exta iado~ las bellezas de nuestra ciudad. o poco contribuyó también a la creación del Gran Casino la razón del clima lluvio o de nuestra región. ¿Qué iba a hacer aquella afluencia de forastero de alto coturno los día lluviosos. confinados en sus "chalets", hoteles y casas de campo, sin un e tablecimiento de diStinción y rango que los congregara y lo distrajera, en el que celebraran sus fiestas y reunione en un medio y ambiente propio a u categoría, gu tos y costumbres, así como al cosmopolitismo de gran número de nuestros visitante? I Gran Casino llenaba esta imperiosa necesidad, que los donostiarra de aquel entonces supieron calibrar en su justa medida, proporcionando a los forasteros un establecimiento de gran categoría social que llenara un vacío que inmediatamente, sin más tardar, ju tificaría brillantemente la razón de su existencia. o. o era el juego lo que lo croni tas de la alta sociedad ponderaban en sus crónica nacionales y extranjeras, sino el propio edificio del Casino: sus numerosos, amplios y suntuoso salones, tan acogedores; su magnífica terraza; us grandes conciertos infónicos; sus excepcionales representaciones teatrales; los deslumbrantes bailes de su Gran Salón; su biblioteca, su alón de lectura, u hemeroteca; su ala de esgrima; sus baños, su restaurante, tantas cosa f'1ás como el público encontraba en aquel edificio, por su ámbito incomparable y uno de los más bellos y admirados de la época en u género. j El juego! Sí, montado por todo lo alto, pero un tanto inacce ible al común de las gentes por la exigencias de un control que excluía a la mayor parte de quienes intentaran pasar a través de sus malla. Si la planta baja del Ca ino estaba abarrotada del público más elegante y mundano que hoy pueda concebir e, escaleras arriba del Gran Salón eran contado lo que o aban ubir. Un ujier e pectacular por su corpulencia, prestancia e indumento, de calzón corto y casaca galoneada, medias rojas y  zapatos bajos de charol con hebillas de plata, gran cadena de amplios eslabones al cuello, cerraba el pa o a lo salone de juego, a la llamada "sala del crimen" a los que ólo podían accederse previa la exhibición del privativo carnet de identidad , difícilmente asequible. Aquella puerta no e abría jamás de par en par. Tan ólo el ujier la entornaba al paso del privilegiado de turno. Quien no tuvo ocasión de penetrar en el "sancta sanctorum", jamá pudo aber el imponente aspecto de aquello salone, el ilencio, gravedad y compostura de cuyo concurrentes era impresionante. Comparado con el número, animación, bullicio y belleza de lo salones del Casino propiamente dicho, los concurrente a las sala de juego de su primera planta constituían una minoría, parte de ella alienígena. El planteamiento del problema del juego en nuestros días es otra cosa. Se va a la reimplantación del juego por el juego mi mo. Harán eljuego quienes lo hagan; ganarán o perderán su dinero lo jugadore ; granjeáranse de él sus empresarios; cobrará el fisco, sea municipal o nacional, su tanto por ciento; afluirán o no divisas... pero el Gran Ca ino era y debiera se r otra cosa: una institución social al servicio del veraneante y del turista que una ciudad de la importancia de San Sebastián debiera tener y no tiene. Aun in juego, la in titución del Casino debió haberse mantenido al servicio de la ciudad y, sobre todo, del forastero, contribuyendo el Ayuntamiento a su 'So tenimiento, i hubiera ido preciso, como mantiene y subvenciona tanta otra actividades turísticas má o meno rentable. Es posible que el juego e restablezca; pero el Gran Ca ino, su razón de ser, al menos en cuanto a San Sebastián afecta, ¿dónde está?

Sanmartindarras

Al igual que año anteriore, lo sanmartindarras han festejado día pasado la onomástica del santo patrón del barrio que con tanto cariño se aferra a sus tradiciones y recuerdos. Lo cierto es que de todos los barrio extramurales de nue tra ciudad, próximos o contiguos al recinto urbano, el de San Martín fue el más importante, y el que má tiempo perduró con propia fi onomía y hasta con su singular carácter. Yo mismo llegué no sólo a conocer Sebastopol, sino a merendar en él en lo últimos días de su existencia. Porque lo cierto es que hasta fines del próximo pasado siglo, el barrio, con su pequeña casas y su propia y pintoresca fisonomía, se mantuvo fiel a sí mismo, hasta el momento en que hubo de sucumbir al empuje irresistible del Ensanche. Entró a saco la piqueta demoledora, y tras ella e abrieron la actuales calles y e con truyeron los nuevos edificio, entre lo que destaca por plúmbeo, má que por bello, el llamado Palacio de Justicia. La calle San Martín fue el eje ruario del renaciente barrio, teniendo a uno y otro lado, paralelas, la calle de San Bartolomé y la del Príncipe, hoy Hermano lturrino. "Gro so modo", el perímetro del barrio afectaba la forma de un triángulo escaleno, cuya ba e era Aldapeta , u lado menor la calle rbieta y u curva hipotenusa el paseo de la Concha hasta la plazoleta de Zubieta (plazoleta que, por cierto, carece del nombre inicial que e le dio). A esta calle, hoy llamada San Martín, el arquitecto Saracíbar, en u proyecto de ensanche de la ciudad de 1864, le confirió una gran importancia por el orden de la dada a la avenida de la Libertad por el arquitecto Cortázar. Desgraciadamente, la entrada en nue tra ciudad por la parte de España, e decir, por el Antiguo, quedó en una calle de dieciséis metro de anchura, no ob tante la previsible importancia que esta tan principal vía urbana de penetración en la ciudad iba a lograr en lo porvenir. A remediar en lo po ible este desacierto, los sanmartindarras de 1890 pidieron al Ayuntamiento que se le diera a su calle principal la anchura de veinte metros - la Avenida tiene treinta y seis- , pero alegada razones económicas impidieron la realización de tal proyecto. Ignoro si los eruditos anmartindarras, que los tiene, han averiguado la razón de su nombre, o i éste deriva simplemente de la ermita de esta advocación que hubo en tiempos antiguos en dicho barrio. llí estaba también el ho pital de leprosos de an Lázaro, fundado por un donostiarra , el eñor de la ca a solar de Urdincho, así como la Real Casa de Mi ericordia, en tiempos de Felipe V, actualmente en Zorroaga, tra u paso por Atocha, en estos días, por cierto, en trance de demolición. El cementerio donostiarra se hallaba , asimismo, en dicho barrio. Con posterioridad, fue en los aledaños del barrio donde se construyó la primera plaza de toro redonda de nuestra ciudad, la plaza de San Martín. De San Martín lleva también el nombre el actual mercado de abastos. Cuando se inició la época de los baño de mar a mediados del iglo XIX y las famosa casetas de baño irrumpieron durante la época e tival en la playa de la Concha, gran número de sus propietario eran sanmartindarras, probablemente en razón de u proximidad a dicha playa. El barrio fue durante mucho tiempo el cuartel general de invierno de muchas de dichas caseta. Una de las características del Ensanche Meridional o de Cortázar en lo tocante al barrio de an Martín, fue la permuta de terrenos que e hizo de u antiguo solares por los nuevos, alineados ésto a tenor de la consiguiente planificación. Si en la mayor parte de dicho Ensanche el Ayuntamiento no tuvo má dificultade que la inherente a su saneamiento, relleno, explanación y encauzamiento, en cuanto al barrio San Martín hubo de entrar en tratos con sus propietarios, que se solventaron sin mayore dificultade. Y si el barrio actual conserva tan vivo el recuerdo y el amor local, no obstante su mutación, es más que probablemente debido a que parte de su antiguos vecinos on de cendiente más o meno directo de lo que vivieron en el antiguo barrio y con intieron en trocar o permutar u finca y tradicionale rolares por los comprendidos en la moderna y actual planificación. Sería muy curio a la nómina de lo actuales vecinos de dicho barrio que son descendientes del antiguo. Ahí tienen una bonita tarea los Zapiáin. Tenía razón el arquitecto Saracíbar, así como los sanmartindarras de 1890. La actual calle de San Martín no está a la altura de la circun tancias en el contexto urbaní tico de la ciudad . Ya que otra co a no podía ser, el Ayuntamiento determinó, hace aún muy pocos años, el ensanchamiento de la calzada de dicha calle en razón de su cada día má creciente tráfico rodado, a expensas de us aceras. Pero dicha obra no e realizó más que en do tramo de la misma , cuando en realidad haría falta extender la reforma a su totalidad, cosa que al igual que la calle rbieta , habrá de realizarse tarde o temprano.

La castañera

Ya están la castañera en sus habituales puestos de venta de todos los años, má o meno coincidente con el "Gaztañak eguna", que algunos pueblos va cos siguen celebrando, con más o meno rigor tradicional, en lo primeros días de noviembre, pa ados Todo los Santo y el día de Animas. Ya no cabe duda: el invierno se avecina . Si bien el manzano pasa por ser, entre lo árboles frutales de nue tra tierra, el árbol típico por excelencia, el castaño le va a la zaga poco meno que inmediatamente. La manzana , la sidra y la "pitarra" tienen, en efecto, pue to de honor, por humilde que sea, en nue tra rural ga tronomía; pero la ca taña ha tenido tanta o más importancia aún que aquélla en los pa ado tiempos. Por otra parte. no creo que el manzano ea árbol maderero de importancia; el ca taño. por el contrario, lo es, y su madera ha sido muy solicitada y cotizada iempre. Da gloria ver aún, al cabo de siglos, el maderamen de algunos de nuestros edificios más o meno imprtantes, obre todo en cuanto a su entarimado e refiere , tanto por su cálido colorido como por el brillo excepcional que le da el encerado. Siempre llamó la atención de los extraños a nuestra tierra e a especie de baile litúrgico que, cual vestales de un rito antiguo, danzan nuestras "etxekoandres" y sus hija obre el brillante e pejo de us uelo . De graciada mente, el castaño, que otrora fue gala de nuestro paisaje y una de sus especie arbóreas má numerosa, se ha perdido del todo en cuanto a Guigúzcoa atañe. Una implacable enfermedad, cau ada por un hongo micro cópico, el mal de tinta , e llevó por delante el millón de castaños con que nuestra provincia contaba a fines del siglo XVII 1. El caso es que en provincia más o menos limítrofes, en avarra, por citar a la más próxima, el castaño se da bien y en abundancia. Una pena de de el punto de vista utilitario y desde el punto de vi ta estético, pues es evidente que la suya era una de las especies fore tales más característica, bella y pintoresca de nuestra tierra. El hecho e que nuestras castañeras no nos venden ya castañas del país. Y i bien es cierto que todo ha encarecido mucho esto último tiempos, no menos cierto es que de haber castañas en Guipúzcoa en la fabulosa cantidad que las hubo antaño, su precio no habría alcanzado las cotas astronómicas que hoy e hace pagar una castaña asada en un puesto público. o exagero i digo que el cucurucho de sei o iete ca taña a adas que en nuestra niñe7 pagábamos cinco céntimo, los niños de hoy han de pagarlo cien veces más. Como no presumo de ga trónomo, puedo decir sin empacho que la ca taña me gusta. Y aun a reserva de los peros que pueda ponerle Busca Isusi a la afirmación siguiente, ello e que, durante iglos, la castaña, de valor nutritivo, según autores más o menos dignos de crédito, igual al del trigo, fue, con la leche, la ba e alimenticia de nuestra raza . a la que parece no le ha sentado tan mal la dieta. i bien e cierto que la especie ca taño ha poco menos que desaparecido en la tierra guipuzcoana, no lejo de nuestros lares, ahí al lado, en Leiza exactamente, me ha ido dado contemplar el árbol castaño que muy probablemente será el más viejo y el más corpulento del mundo: cuatro o cinco siglos de edad y más de doce metros de circunferencia. Dicho árbol se halla en pertenecidos del caserío de Saralegui, "Soroa", a menos que en estos últimos año en que no lo he visitado haya desaparecido. U na concavidad en la parte baja de su corpulento tronco, casi a ra de suelo, permite el acomodo en ella de cuatro persona . Tanto mi buen amigo Pancho Labayen como yo, después de bien comer en casa del "Hojalatero" próxima, o amos penetrar en aquel antro, del que, después de habernos dado el gustazo, salimos lleno de piojos, ha ta el punto de que hubimos de cambiarnos de ropa inmediatamente. Por lo visto o, mejor dicho, por lo oído, aquel antro era cobijo de gitanos y de mendicante tran eúnte . Helas aquí, en sus tradicionales pue - tos de siempre, a la castañeras que, al pie de su tostadero, guardan amorosamente, arropada bajo su grue a manta de estameña, las castañas cocidas, más digeribles, según general consenso, que la ca taña a ada que chi porrotean en su "danbiliñ", constantemente removida s por la badila de la castañera. Fueron en tiempos los so portales de la pla za de la Constitución y la Brecha dos de los puestos tradicionale de la castañeras donostiarras, que ulteriormente han ido proliferando al ir creciendo nue tra ci udad . u presencia no anuncia el invierno próximo, el Santo Tomá del pa n y la "Iukaika", el "gordo" de la lotería, la Navidade. el con abido aguinaldo, el Año uevo ....  

Asociacionismo

La palabra "a ociación" y cuanta se derivan de ella e tán hoy en España a la orden del día. El a ociacionismo trae de cabeza particularmente a lo políticos. Parece que lo natural hubiera sido que una coi ncidencia de opiniones hubiera determinado ulteriormente el a ociacioni mo éste o aquél, y no lo contrario. A í e formaron otrora los llamado partidos políticos, que el político por antonomasia encarnaba en su per ona y se hacía u verbo. Ahora, por el contrario, e lanza a la busca y captura de un determinado-número de firma, que antes se llamaban adhesiones, con objeto de formar con ellas la a ociación. Del conjunto de todas ellas está hecho el a ociacioni mo, palabra, por cierto, de muy di cutible raigambre lingüística. Casi simultáneamente al asociacionismo político, como si la palabreja e hubiera hecho epidémica. han urgido ye tán urgiendo en nuestra ciudade las asociacione de vecinos de barrio. Hasta ahora, apenas si existía alguna que otra de este género en nuestra ciudad; pero de unos meses a esta parte no hayo no va a haber barrio que no tenga la uya . Amara, Gros, el Antiguo, Eguía, la Parte Vieja .. . qué é yo cuántas asociaciones más van surgiendo del eno de los distintos barrios dono tiarra , que de repente parecen haber experimentado el prurito a ociacioni ta a e cala municipal. Bien venida ean estas asociaciones que, por cierto, e ven negra para instalarse condignamente y desenvolver e como Dios manda, cuando meno a la altura de las sociedades recreativa y gastronómica, vulgarmente llamadas sociedade populare. ece itan, en efecto, locales donde reunir e, di cut ir, ex poner la diver idad de sus parecere , proyectar y presionar, constituyendo lo que pudiéramo llamar a lma o es píritu del barrio, que no debe limitarse, como ha ta ahora, a er una mera acumulación de persona in personalidad barriobera . Y e to e bueno: que la ge ntes de la calle, de lo 50 polígono y de los barrios se intere en por su propIos e inmcdiatos problemas, no tan ólo enviando quejas y comunicados a los periódicos y discutiendo en las mesa del ba r, del café o del club, ino confortablemente sentado, con planos y cifra a la vista, asesorados por vecino competente y con la cierta responsabilidad que supone la colegiatura. adie, en efecto, conoce más y mejor los problemas del barrio que lo vecino del barrio mi mo. Ahora que tanto e habla del regionalismo, los ayuntamiento, no obstante la democratización de los mismos que se anuncia, constituyen, obre todo en las grandes ciudade , un cierto centralismo que e mene ter revitalizar con el aire fre co y no contaminado de la calle. Las asociaciones vecinales han de er los ojo y lo oido auténticos y directos de la ciudad, su verbo directo, algo así como u conciencia, pues por mucho que sea el celo y competencia de la autoridad municipal constituida, ésta no puede hallarse, en multitud de casos, en todo y en todas partes. Gran parte de este asociacionismo hubiera sido innecesario si, como en varias oca iones he indicado, hubiera sido instituido el cargo de "Inspector Municipal de Servicios", que constantemente denunciara a todos y cada uno de los servicios municipale cuantos fallo y deficiencia fueran por él notada y tramitada s. si n que cupiera el alibí de ignorancia de la mismas. por aquello de que "no podemos estar en todas partes". Pero aparte de esta atención a las deficiencias cotidiana, cuya denuncia llega constantemente a lo periódicos, bueno es que haya una colegiatura veci nal que se ocupe de los problemas más importantes en el devenir urbano. que incite a lo vecinos a reunirse con e píritu crítico, con cien te . competente y con tructivo, pue e evidente que cien ojo ven má que die7, salvo el ca o excepcional del águila que ve más que cien buhos. Pero de éstas, como todo el mundo sabe, caen poca en libra .  

VASCOS y TRAJES

Creo que dentro de la literatura folklórica va ca, el magnífico libro que acaba de publicar María Elena de rizmendi Amiel con tituye un acontecimiento literario. o ólo y exclu ivamente en razón de u valor textual, ino también en razón del te timonio gráfico que forma parte notable y con iderable de él. Es un libro de pe o e pecífico, que, en efecto, da, egún e ha dicho, má de lo que promete, y añado yo, má de lo que cabía e perar de un libro de e ta naturaleza . Lo traje a co tienen ya en este libro el que pudiéramos llamar u mu eo por antonoma ia: es tal el número, el interé ,la calidad y la variedad en el tiempo y en el e pacio, a í como la buena di tribución y ordenación de u típico ejemplare , con que las buena yartí tica mano de Monte Iturrioz y Jo é Carlos Iribarren han contribuido a realzar el contenido textual y el método de pre entación que de tale imágene hace su competente autora. Cuánto siento que la obligada brevedad de e ta nota me impida, al meno aquí y en esta oca ión, explayarme en todos y cada uno de los a pecto con que la eñora Arizmendi enfoca u brillante. delicio o y concienzudo trabajo; porque ahí e nada remontar e en el tema nada meno que a lo va cones del iglo VIII de nue tra era, atrave ar la pintore ca Edad Media, demorar e tan provechosamente como lo hace en los iglo XV I Y 11 , Y aterrizar en nue tro propio día, in mayore contratiempos. Todo un mundo heteróclito de gente , obre todo de nue tra tierra, de fila ante nue tro ojos ataviado con lo traje de sus respectivas época y de u respectiva regiones: gente del estado llano, aldeanos y pe cadores de nue tra iete provincia va cas, vestidos con us traje  de faena, todo el pequeño mundo de la vida normal y cotidiana. Frente a él, yen contraste, los seres de excepción, o si se quiere, los eres en situaciones más o menos excepcionales o singulares: coribantes, dantzaris, compar as, militares, dignatario, los "bordontzaris" de Toloa, los bailarines litúrgicos de Zumárraga y Oñate, los "cachimorros" de Laguardia, los "zanpanzarrak" de lturen, los "ziripots" de Lanz, los "zaldikos" de Pamplona, Io's generale , harcheros y cantinera de nuestros "alardes" guipuzcoanos, lo "txerreros", "zamalzain " y "kathuzain " ... Si por una parte a i timo a la aparición de la alpargata y de la boina en nuestra vestime nta popular, por otra, y por lo que a San Sebastián concretamente atañe, el siglo XVIII nos revela particularidade tales como el millar de ca erío di eminados en los alrededores de la ciudad, a lguno de los cuales "caseríos como palacio ". Al otro extremo, o ea, en la propia ciudad, o quizás tan sólo en determinado medios sociales 52 o per onas, en el atuendo de las bellas; a las que - la cosa no es de hoy- "les encantaban los zapato de tacón muy alto". Vémoslas asimismo sentadas a mujeriegas en las típica "artolas", en tanto los galanes alquilan a la parte exterior de la "Puerta de Tierra" alguno o algunos de los sesenta o más caballos de alquiler allí apostados ... Cuadros al óleo, tapices, bajorrelieves, estatuas y estampas de la época suministran , entre otros, documentos gráficos a nue tra autora, que lo abe utilizar, e tudiando críticamente el atuendo de todos y cada uno de los personajes que representan. Y hablando de estampas de época, cómo no hacer alusión a la que considero, en cuanto a San Seba tián se refiere, la más antigua de todos lo tiempo , aparecida en el famo o "Orbi terrarum", en la que el arti ta amberés Hoesnagle representó al mártir San Sebastián amarrado a un poste de la ladera de Miraconcha , cubie rto de dardos, teniendo por fondo la bahía, la i la . el monte Urgull y a lo pie de éste la murada villa de "Santc ebastianum, vulgo Donostien", primera vez que aparece, latinizada, la palabra Donosti en los anales gráficos o literarios, que yo sepa ... Realmente , el trabajo emprendido y llevado a feliz término por María Elena de Arizmendi constituye una obra de amor al tema , en cuya pro ecución su autora ha quemado muchos años de su vida, un testimonio de vocación perseverante, un entu ia mo y una fe. Afortunadamente , esta entusiasta donostiarra ha visto reconocida u obra por la Caja de Ahorro Municipal, que ha realzado su labor editándola con todos los honores, poniendo al alcance de nuestra inteligencia el brillante fruto de sus inve igaciones y estudios y, ante nuestros ojo, el primor de sus estampas. Una pieza de librería y de bibliófilo. Felicitar a su autora e poco; admirar su trabajo es más; recreare en él es rendir homenaje a quien ha hecho tangible , por decirlo así, algo que nos toca de cerca en nuestra calidad de va co amantes de nue tra tierra .

DOS SIGLOS DE TAMBORRADA Por .José M _a Donosty

Javier M. a Sada, autor del libro «Dos siglos de Tamborrada», además de ser un competente y activo organizador de festejos populares, de carácter tradicional y típico, hace, como en el presente caso, su historia. Una labor paciente, minuciosa y prolongada, le ha permitido acumular los múltiples y curiosos datos de personas y entidades, lugares, fechas y circunstancias que han determinado la presente obra. En ella hallará el lector pormenorizada la peripecia de la más sonada fiesta de San Sebastián en cuanto popular y folklórica. y digo que la más sonada, porque la Tamborrada es una fiesta de ruido, de redoblar de tambores al ritmo y son de músicas expresamente escritas para esta circunstancia. Javier Ma Sada, autor del libro -Dos siglos de Tamborrada·. la Tamborrada de San Sebastián se ha hecho célebre, no sólo por la fiesta en sí misma considerada, sino por el espíritu que la anima y la ha animado siempre desde su fundación hasta nuestros días. No es cosa, en un prólogo de vaciar el contenido del libro al que se refiere, sino de destacar lo más saliente de él, de glosarlo, . comentarlo y de sintetizarlo hasta cierto punto. Así el lector, puede formarse previamente una idea de su Por .José M _a Donosty conjunto antes de entrar en sus detalles, en el supuesto de que le interese adentrarse en ellos. El libro de la Tamborrada ha sido escrito por un donostiarra para donostiarras amantes de las cosas de su pueblo natal o del que son vecinos. Y entendemos por vecinos donostiarras no tan sólo aquellos que lo son por oriundez, nacimiento o permanentes en la ciudad a lo largo del año o de los años, sino también aquellos que han hecho de la nuestra la ciudad predilecta de sus veranos, y han congeniado o congenian con el carácter y temperamento donostiarras. San Sebastián y la Tamborrada son indisolubles entre sí. Ya en 1890 un cronista, y no de casa precisamente, Camilo Vidal, decía a este propósito que San Sebastián sin tamborrada ni sokamuturra, sería cualquier cosa menos San Sebastián_ Sin llegar a tanto lo cierto es que la Tamborrada donostiarra es única en su género, si bien es verdad que por contagio y mimetismo la han adoptado otros pueblos adaptándola a sus respectivas circunstancias. No podía haber logrado esta institución más éxito con tan cortos recursos como los que la constituyen. Año tras año, desde hace casi siglo y medio, la Tamborrada es la fiesta que ha llegado a lo más íntimo y profundo del alma donostiarra. Diríase que el hecho de haber nacido en San Sebastián y haber escuchado desde la más tierna infancia los acordes de la «Marcha de San Sebastián» y de su consiguiente tamborreo, han ido vertiendo en nuestro espíritu, en nuestra sensibilidad, ese «quid infinitum», un no sabemos qué determinante de ese fenómeno sentimental que se llama emoción. Incluso los que emigran o se ausentan por cierto tiempo de nuestros lares, experimentan al conjuro de esta música peculiar, un inefable sentimiento amoroso y nostálgico hacia esta ciudad que ha sabido hacerse amar por sus hijos de modo tan entrañable. Si la fiesta de San Sebastián y la Tamborrada son. rece, un gran honor hecho a nuestra villa y su más como queda dicho, indisolubles • entre sí al menos antigua propaganda gráfica; y es en ella, por cierto, desde hace siglo y medio, uno se pregunta cómo, donde aparece escrito por primera vez, que yo sepa, cuándo y por qué se produjo esta simbiosis. Ello nos aunque latinizado, el nombre genuinamente vasco de lleva a disociar al santo, de la Tamborrada, para su nuestro pueblo «vulgo Donostien ... ». mejor entendimiento, y, sobre todo, porque las cosas son como son, y bueno es conocerlas en su esencia Este gráfico antecedente que humaniza la presencia del mártir romano al frente de la villa que ha adopprimera, y en su connivencia después. tado su nombre, constituye la aparición del protagonista de nuestra historia de la Tamborrada. Bien estaba lo de Durante los cinco primeros siglos de su existencia. santo; pero hada falta que San Sebastián se ganara la esto es, desde la fundación de la villa de San Sebastián, popularidad, y no se limitara a ser un mero nombre, ungida ya con este nombre, el día 20 de enero no debió por ilustre que fuera. Es decir. San Sebastián no se de tener entre nuestros antepasados más carácter que había ganado aún el rango de donostiarra. Como mílite el meramente eclesial y litúrgico de la epacta. Es decir que era, y de un cuerpo distinguido, sabía que hay que que el santo titular de nuestra villa era un santo de ganar los entorchados. La ocasión estaba próxima. tantos sin más arraigo en nuestra tierra que el estrictamente nominativo. No contaba con más títulos a la consideración de los donostiarras que el de su advocación a la iglesia situada «ad Iitus maris» , a la orilla occidental de nuestra sin par bahía y playa de la Concha, hito parroquial de los vecinos rurales de las Artigas próximas, o simplemente monasterio eremitorio del Camino de Santiago, para aquellos que peregrinaban a lo largo de la Costa Cantábrica. Hay una estampa donostiarra, la más antigua que conocemos, (1560), que da testimonio fehaciente y gráfico de la presencia del mártir romano en nuestros lares. Es la que el artista amberés, Georgius Hoesnagle, dibujó para la célebre obra «Civitates Orbis T errarum» . de Braun y Hoghemberg, editada en Colonia en 1572 1618. En ella yen su primer término, el mártir aparece amarrado a lo alto de un poste hincado en una de la rocas de la parte baja de Miraconcha, desnudo, el cuerpo acribillado de saetas, destacándose sobre el fondo de la bahía y de la playa, de la isla y del Monte Urgull. al pie del cual, y encerrada dentro de sus murallas, se apretuja la villa de la advocación del santo. Una cartela colocada en el ángulo superior derecho de la estampa, da a conocer al mundo, por primera vez, la existencia, el nombre, la situación y el talante de aquella villa en estos términos: SANCT. SEBASTIANUM vulgo 00- nostien ad mare Oceanum insigne regni Guipuzcoa oppidum ... Aparte lo interesante de la estampa en cuanto representación panorámica, la más antigua de nuestro pueblo, digamos que ella constituye, por la época y la importancia universal de la publicación en que apa54 En efecto. Treinta y siete años después de esta aparición iconográfica, o sea en 1597 -Ahora hace exactamente 380 años-, la peste hace su aparición en San Sebastián. Ni corta ni perezosa, la villa ha tomado ya sus medidas y precauciones sanitarias y profilácticas: contrata a un valeroso médico jacense. Lortia, crea hospitales y lazaretos, establece cuarentenas, se agencia medios pecuniarios. Pero esto no basta, ni con mucho, a un pueblo creyente como el nuestro a la sazón, y se encomienda al santo, que, por cierto, es, con San Roque, abogado ante Dios contra la peste precisamente. La villa se compromete ante él con votos y promesas, rogativas, penitencias y ayunos. Y he aquí que el santo, desde el otro extremo de la bahía, intercede ante el Altísimo en favor de un pueblo que ha tenido la atención de adoptar su nombre. Y la peste cesa. A partir de este momento y circunstancia, San Sebastián se convierte en el santo popular donostiarra por excelencia. La villa toma el acuerdo de, «para siempre jamás», festejar el día de su onomástica, 20 de enero de cada año, con una solemne procesión que va, a lo largo de la bahía de la Concha, desde la iglesia principal de Santa María de la Asunción intra muros, hasta la iglesia de San Sebastián el Antiguo, donde se celebra una misa solemne, que una reliquia insigne, un trozo del brazo del propio santo, dramatiza. Este carácter religioso de la fiesta tiene ya, desde sus orígenes, su contrapartida, o, mejor dicho, su corroboración, en el ambiente profano o popular que la configura, puesto que la procesión propiamente dicha se ve gozosamente y deportivamente distraida con el Sebastián castrense, comercial y marítimo nacido y tiro al blanco de los artilleros y mejores tiradores de la poderosamente desarrollado al pie y al socaire del plaza sobre un hito en el centro de la bahía, concurso monte Urgull. dotado con sus correspondientes premios o recompensas. Por otra parte, en los alrededores de la iglesia de San Sebastián, una jocunda romería anima a los donostiarras que a ella acuden, tal como hoy lo hacen los romeros de San Marcial y de Guadalupe, en Irún y Fuenterrabía respectivamente, donde aún perduran fiestas por el estilo que datan de épocas próximas a la que comentamos. Así, pues, la festividad de San Sebastián queda instituida con carácter oficial y popular, fiesta cívico-religiosa que durante más de doscientos años será observada y tenida por la fiesta donostiarra y genuina por excelencia, distinta a las normales extrictamente religiosas de la época. Fiesta, por otra parte, que rebasando los muros de la ciudad, se extiende por sus afueras, creando ese vínculo de unión que corrobora la histórica ambivalencia del San Sebastián antiguo y agrícola de las Artigas, al occidente y sur de la bahía, con el San Este carácter y estilo antiguo y tradicional de la fiesta experimenta, a principios del siglo XIX, a partir de 1813, fecha de infausta recordación, su crisis primero y su desaparición despUés. En efecto: la reliquia del santo desaparece durante el asalto y toma de la ciudad, y su imagen en lo alto del retablo principal de la iglesia de Santa María aparece salvajemente acuchillado, como si el mártir no tuviera ya bastante con las flechas que le desgarran. Menos mal que años después, en 1816 y 1821 respectivamente, una nueva reliquia del martir sustituye a la anterior, y la obra pictórica de Goicoechea es sustituida por la de Boccia. Por otra parte, la famosa procesión votiva a lo largo de la Concha, después de largas discusiones y controversias, deja definitivamente de celebrarse en razón del mal tiempo reinante por esta época del año, que reiteradamente solía desbaratarla. En su lugar, se acuerda que la fiesta religiosa se celebre en la iglesia intramuros de Santa María, durante la cual un orador sagrado hace el panegírico del santo y una procesión por el interior del templo reemplaza la antigua procesión a lo largo de la bahía. Misa por misa y procesión por procesión, en el fondo la tradición subsiste, y el voto se cumple. Celebración litúrgica, por cierto, que experimenta un largo eclipse de casi medio siglo, hacia 1833, pero que se reanuda en 1897, cuatro siglos justos después del año de la peste de fines del XVI; celebración que sigue teniendo lugar en nuestros días con la debida solemnidad y concurrencia, tanto del Ayuntamiento como de donostiarras amantes de la tradición. Y es en esas circunstancias cuando surge el tema de la festividad de San Sebastián a escala popular, que va a confluir en la famosa tamborrada donostiarra. Sabido es que acerca del origen de la Tamborradcl se han barajado variadas hipótesis, ninguna de ella plenamente convincente. Vemos a lo largo del primer tercio del siglo XIX que los donostiarras, no obstante el desastre de 1813, no han dejado de ser los «Kaskariñas» con que la sesuda Guipúzcoa los moteja cariñosamente, quizás un poco envidiosa del proverbial humor donostiarra. Ya de entrada, en 1819, surge un altercado significativo entre el alcalde Sr. Michelena y el regidor Sr. Iturbe, en razón de que el primero opina que el pueblo justamente a causa de sus desgracias, debe, divertirse; en tanto el segundo, y por las mismas razones opina lo contrario. La discordia gira alrededor de la «sokamuturra». Ignoramos a ciencia cierta y pormenorizada cómo se divertían los donostiarras antes del aciago año 1813. Ni los de aquella generación, ni la inmediata posterior, nos han dejado testimonios válidos y suficientes respecto al particular. Siempre he creído que ello se debe a las penosas y apremiantes circunstancias sociales consiguientes a aquella catástrofe, que obligó a los donostiarras a ocuparse del pan de cada día más que de reminiscencias históricas. Quizás algún día se encuentren algunos papeles que, por no haber ido al fuego, hagan cierta luz en la materia. Y nos hace creer, sin remontarnos a más altas fechas, que los donostiarras debían de divertirse de lo lindo, en inmediatos pasados tiempos, pues no se concibe que, después de todo lo que pasó fueran tan amigos de comparsas, desfiles, mojigangas y carnavaladas, quienes no las llevaban ya 56 en la sangre por herencia de sus antepasados más inmediatos. El caso es que, muy poco después de la aciaga fecha, y cuando la ciudad estaba literalmente hecha polvo, los donostiarras empezaron a ocuparse de la organización de sus fiestas invernales, que comenzaban precisamente el día de San Sebastián y terminaban el miércoles de ceniza, carnavales por medio. Fiestas de invierno, cuando aún no se estilaban las fiestas veraniegas, que nosotros dejamos como tantas otras cosas, que se las llevara el diablo, en contraste con los tolosanos que, con la careta de Fiestas de Primavera, se dieron la buena maña de continuar y hasta superar las de pasados tiempos. Ya en 1816, tres años después del incendio y destrucción de la ciudad, un periódico donostiarra exclamaba: «San Sebastián vuelve a la vida». Aquel año se celebraban en efecto las primeras fiestas carnestolendas de la nueva era. Sale la primera estudiantina, recorriendo la ciudad en ruinas, así como una Comparsa de Andaluces. En 1817, aparece la primera Comparsa de Pastores; el 18, la Mascarada de Ciegos Valencianos y la primera Comparsa de Jardineros; el 19 hace su aparición la Comparsa de los Sastres; el 20, el carnaval es muy animado de comparsas y estudiantinas ... Desgraciadamente, el año 1823, parte de los Cien mil hijos de San Luis, esto es, del ejercito de Angulema, ocupa la ciudad, y si bien es cierto que no la bombardean, es porque no hay nada que destruir. El. año 28 viene a nuestra ciudad-mártir el rey Fernando VII y su esposa, se celebran grandes fiestas en su honor, acuden a la procesión del Corpus y colocan la primera piedra en la Casa Consistorial de la Plaza Nueva, que poco después será de la Constitución. Año este, por cierto, que coincide con la activación definitiva de la Reconstrucción, hasta aquel entonces retrasada y paralizada por discusiones y dificultades de todo género. Y entramos en la década de los años treinta, que sin poder precisar exactamente el año de su decena, es la época de la supuesta aparición de la Tamborrada, palabra hasta el momento inédita en los anales de las fiestas donostiarras de la época: época en la que Los Caldereros hacen su primera comparecencia, año 30, así como la Comparsa de griegos y turcos que repreentan «El triunfo del defensor de la Cruz, Demetrio Epsilanti)), y otras por el estilo. EI34 se presenta el cólera, y los años 35, 36 y 37 se desarrollan cruentos combates en los alrededores de nuestra ciudad con motivo de la guerra carlista; década que desemboca en el 39 con el desfile de la Gran Carroza alegórica del CarnavaL No seguimos adelante en el desarrollo de las fiestas invernales donostiarras, porque es justamente en esta década de los años 30 cuando se sitúa el origen de la Tamborrada de San Sebastián. Cuál es el origen de la Tamborrada? No obstante la labor minuciosamente investigadora en la materia del Sr. Sada, el autor de este libro, la incógnita sigue manteniéndose en la cuerda floja de las suposiciones, de las hipótesis, de las conjeturas y de la fantasfa. Voy a traer a cuento, a este propósito, un episodio un tanto estúpido, alrededor del cual la araña ha tejido su famosa red en la que han sido atrapados no pocos incautos. Allá a fines del próximo pasado siglo, varios donostiarras más o menos jatorras solfan tener su diaria tertulia en la trastienda del lujoso comercio de Jornet, en el Bulevar esquina a Elcano, en el curso de la cual discutfan las cosas del pueblo que las arreglaban a su modo. Un dfa próximo al 20 de enero de aquel año, recayó la conversación sobre el origen de la T amborrada. Medio en broma, medio en serio, urdióse entre los contertulios la leyenda, o como quiera lIamársele, de los panaderos que con sus barriles de madera hacfan la aguada para la cochura del dfa en torno a la fuente inmediata a San Vicente. Uno de ellos, hábil en el manejo del «f1ageoleb>, interpretó una especie de diana que, coreada por sus cofrades a golpe de tambor sobre sus barriles, dio origen a la Tamborrada. Paso de largo sobre otros detalles secundarios de la patraña, que pe a pa se publicó a los pocos dfas, o sea el 20 de enero de aquel año, en un periódico de la localidad, sentando cátedra. Como un enjambre, cronistas más o menos acreditados cayeron en la red, copiándose año tras año los unos a los otros, adornando el relato con variantes sobre el mismo tema, yendo de la fuente de San Vicente a la de Cañoyeta, que para el caso es igual. Lo que pasa es que muchos de ellos, por no decir todos, no leyeron, años después, la confesión del periodista que publicó dicha versión, contando lo sucedido, entonando el «mea culpa»·de su atrevimiento, y cómo al dfa siguiente de la publicación del cuento, un venerable donostiarra amante y conocedor como el que más de las tradiciones donostiarras, se encaró con el propio autor de la noticia diciéndole: -Quisiera saber quién es el ganso que ha escrito «El origen de la Tamborrada» para llamarle por su nombre. Y el autor concluye: -Excuso decir que no tuve valor para contestarle: -Servidor de usted. Como en toda mentira, puede que haya algo de verdad en ella; pero el hecho cierto y evidente es que no se sabe a ciencia cierta quién es el padre de la El alcalde Sr. Vega de Seoane en el homenaje a uno de los más famosos Tambores Mayores de la tamborrada donostiarra, Shotero Irazusta criatura, dónde y cuándo nació yen qué circunstancias. Pero el hecho cierto y evidente es que existe, tiene más de siglo y medio de existencia, goza de buena salud, y es de creer ha de seguir dando que hablar y metiendo ruido a lo largo de su eventual y futura vida. Si el nacimiento de la Tamborrada se sitúa tradicionalmente al pie de las fuentes típicas de la Parte Vieja de la ciudad, su situación en el tiempo corresponde a los años treinta y cinco o treinta y seis del siglo XIX, precisamente en pleno período de la primera guerra carlista, lo cual explica en cierto modo las incertidumbres acerca de sus orígenes. Desde luego, y salvado este escollo, todo lo que viene después es ya historia, cosa de coser y cantar. El autor de este libro, en efecto, va describiendo año por año las peripecias y circunstancias de la Tamborrada; y como los años son muchos y aquellas innumerablesJorzoso es que remita al lector a lo que con tanta probidad y competencia ha escrito el amigo Sada a lo largo de su donostiarrísima monografía. Allí verá el lector que la Tamborrada, como toda cosa viviente, ha tenido sus más y sus menos. Nació en traje de calle, aunque luego se vistió de uniforme; al principio su recorrido se limitó, como es natural, a las calles de la Parte Vieja, luego se extendió al Ensanche; nació como diana, y por eso tenía lugar de madrugada; luego tuvo sus veleidades, saliendo unas veces al mediodia, otras por la noche, convirtiéndose en esta última circunstancia en retreta. Durante sus años más florecientes, la Tamborrada era cosa de hombres, y en ella participaban, democráticamente, todas las clases sociales de la ciudad, sin distinción de rango o de fortuna. En teniendo por incondicionales a la mayoría de los donostiarras, es obligado decir que también ha tenido acérrimos detractores. Hubo algún tiempo, hacia 1945, en que la T amborrada se convirtió poco menos que en Gamberrada, lo que dio origen a una campaña de repulsa, tanto en la opinión pública como en la prensa local, en favor de un sano donostiarrismo. T ambién tuvo la Tamborrada sus eclipses, pero como era de ley, la Tamborrada ha vuelto ... No obstante las variaciones que hemos anotado, la T amborrada ha conservado siempre una constante, su aire marcial y su atuendo militar más o menos sofisticado. La Tamborrada es, en efecto, una bufonada, una réplica humorística, más que caricaturesca, de las grandes paradas, retretas, marchas y desfiles de tropas que los donostiarras hubieron de presenciar a fines del siglo XVIIl y principios del XIX con motivo de las reiteradas ocupaciones de tropas extranjeras en nuestra ciudad. Primero fueron los Convencionales de la recién nacida República Francesa; poco menos que a renglón seguido, los Imperiales de Napoleón, de 1808 a 1813; después, los aliados ingleses y portugueses de i la liberación O); el 23, los de Angulema, por no hablar de la primera guerra carlista de la década de los años 30 ... No obstante las tantas comparsas, mojigangas, sus primeros años, la Tamborrada era única; después parodias, carrozas y estudiantinas como vimos desfilar nacieron muchas tamborradas, hasta el punto de que de 1816a 1836, ninguna de ellas cuajó con carácter de cada barrio pretendió tener la suya propia. En efecto: permanencia y adhesión popular rotunda como la que la T amborrada por autonomasia ha proliferado en un apartándose hasta semánticamente de todas las sin fin de pequeñas tamborradas, sobre todo durante . demás y hasta anteriores a ella, se llamó la T amborrada estos últimos tiempos, a lo que no cabe más que decir por autonomasia. Ella, que no sabemos a ciencia que «así es, puesto que así os place»; pero hay quienes cierta cómo nació, es la que ha perdurado durante la piensan lo que sería, pudo ser o será cuando todos a una, friolera del siglo y medio de existencia. Aunque no como los de Ovejuna, constituyan la fabulosa Tambo- acertemos a discernirlo, por algo será. rrada única y exclusiva de todos los donostiarras y de los cien tambores, por no decir los mil, algo por el estilo de un San Marcial de los tamborreros. Si en los primeros tiempos Juan Vicente Echegaray y el maestro Santesteban proveyeron a la Tamborrada de letras y melodías a cargo de «La Euterpe» o de «Los Gámbaros», Sarriegui, con letra de Serafín Baroja, impuso la famosa «Marcha de San Sebastián», que había de llegar a ser la música definitiva y popular por excelencia de la Tamborrada donostiarra. Esta, como queda dicho tuvo sus avatares. Si ha tenido y sigue 58 Doy fin a estas deslabazadas líneas agradeciendo al amigo Sada la labor realizada con tanto entusiasmo como paciencia y perseverancia, felicitándole por ello muy efusiva mente. Por otra parte, considero el encargo de este prólogo como un honor que se me ha hecho respecto al libro de la T amborrada; algo así como el tan codiciado de Tambor Mayor respecto a la Tamborrada misma, aunque no sea más que por el hecho de marchar al frente del sinfin de tamborreros que lo fueron en el transcurso de siglo y medio de Tamborradas que por estas páginas desfilan.    

WILKINSON

Hará unos treinta y cinco años o algo más, el azar puso a mi alcance la obra de Wilkinson, -Bocetos de paisaje de las provincias vasco españolas., publicada en Londres en 1838. Como el ejemplar era rarisimo y me interesó grandemente su contenido, por tratarse de una obra referente a nuestro pais, lo traduje del Inglés original para mi uso particular. Seré de los pocos, por no decir que el único que ha dado a conocer la obra de Wilkinson en nuestros lares, habiendo sido el último de mis articulos a dicha obra y autor dedicados, el publicado con todos los honores tipográficos e ilustrativos en la exquisita revista -Trama·, del malogrado Antonio Valverde, hace unos diez años, creo que en 1966. Coincidencia: es en estos mismos talleres de artes gráficas donde se ha impreso la edición hispano-inglesa a la que sirven de comentario estas lineas. En efecto: al cabo de los ciento cuarenta años de la publicación del libro de Wilkinson, la Caja de Ahorros Municipal de nuestra ciudad acaba de editar dicha obra rara con todos los honores: el texto original en inglés, su traducción al castellano, la reproducción en color de sus doce láminas, y la selección musical que completa dicha obra. Tanto la editora como los traductores Julio Cesar Santoyo y José Miguel Santamaria, asi como el comentarista musical Bello Portu, han contribuido notablemente a realzar la obra literaria y musical del álbum en cuestión, Vista de San Sebastián desde el alto de Concorronea. por no decir nada de la parte artística y tipográfica, realizada con singular primor por el ya citado Valverde de nuestra ciudad. Aunque Wilkinson se refiere en el título de su obra a las provincias vasco-españolas, el hecho es que de las doce estampas que contiene el álbum, once son, no sólo guipuzcoanas, sino pudiéramos decir que genuinamente vardúlicas, pues se refieren exclusivamente a pueblos de las cuencas fluviales del Bidasoa, del Oarso y del Urumea. Alza, Rentería, Pasajes y Lezo, Fuenterrabía e Irún, Hernani y San Sebastián, son los ocho pueblos a los que se reduce el amplio titulo. La cosa es tanto más apreciable para nosotros, en tanto que várdulos, pues dichos pueblos han tenido la suerte o la prerrogativa de con tar con un artista como Wilkinson para transmitir a la posteridad el bello y pinto· resco talante de dichos pueblos en la interesante y crítica época a que se refi~­ ren las susodichas estampas. Wilkinson vino a nuestros lares con motivo de la primera guerra carlista de los años treinta, en calidad de cirujano de la Legión Británica que luchó en apoyo de la causa de Isabel 11. Pero Wilkinson, además de facultativo, es, si no de profesión, si de afición, un delicado artista. Sin desatender la humanitaria labor que le está encomendada, enamorado de la singular belleza de nuestro país, toma apuntes de aquellos pueblos y parajes que le permiten sus asuetos, plasmándolos en estas láminas que hoy hacen nuestras delicias, con la delicadeza y poesla de su temperamento, tanto en cuanto se refiere a la línea como en cuanto al colorido atañe. Ha habido otros muchos artistas que por la misma época o a ella próxima, han dejado una estela de arte en cuanto a nuestros paisajes vascos se refiere. Algunos habrán sido más fieles al original, otros más realistas, más detallistas los de más allá; pero de todos ellos, Wilkinson es el más Irrico, vaporoso y poético! Sí, evidentemente, las estampas de este libro constituyen su principal razón de ser, no deja de ser altamente interesante, por otra parte, el texto que acompaña a todas y cada una de sus estampas, textos a los que su autor llama «notas y reminiscencias». Precisamente en las que se refieren a la vista de San Sebastián desde el alto de Concorronea, Wilkinson hace esta declaración de principios: «En todas las regiones montañosas, el panorama que se observa desde una altura, pone de manifiesto algunas desventajas de contemplarlo a vista de pájaro; pero tiene también sus ventajas, pues en una panorámica de este tipo, también pueden representarse muchos más puntos interesantes que los que se ven a nivel del suelo.- La panorámica de San Sebastián, en efecto, es de una gran amplitud. Habría que ponerles ciertos reparos a determinados detalles; pero con todo y con eso, la vista es belllsima, con sus montes verdes y sus arenales de oro, su río y su marisma, explicando, de un solo golpe de vista, lo "Mi pueblo ayer" que era y la impresión que producía San Sebastián anterior al derribo de las murallas. Cierto es que la peripecia de la guerra fue la determinante de los desplazamientos del cirujano-artista; pero no menos cierto es que él supo aprovechar la situación sacando el mayor provecho artlstico del medio ambiente en que vivía en cuanto artista, no obstante los horrores que por su cargo y celo hubo de conllevar. El alma sensitiva de Wilkinson se revela en sus estampas y en sus reminiscencias. «He Vi sto atardeceres en ::ian Sebastián de la más exquisita belleza-, exclama, Muchas veces, cuando el sol poniente está lanzando sus últimos rayos sobre las perennes cimas de los montes y las tranquilas aguas de la bah la... me he demorado a contemplar aquel hermoso paisaje, y, bajo la bendita influencia y la sagrada inspiración de la naturaleza, se ha enternecido mi corazón hasta extremos propios de la femenina debilidad-. Esto, como tantas otras de sus.reminiscencias-, revelan la sensibilidad de Wilkinson, tan enamorado de nuestro pals y tan delicado intérprete de su paisaje.    

"Mi pueblo ayer"

Afortunado autor de un sólo libro, "Dunixi" (más que encillo. sincero y espontáneo, la personalidad, el carácter de uno de los momento críticos de su existencia hi tórica. Oc pueblo-pueblo, en lo que e to tiene de raigambre auténtica, an eudónimo, nombre propio va conizado de Dioni io de Alcue), ve - i es que esta co a e ven de de ultratumba editado por tercera vez su "Mi pueblo, ayer". Si, en verdad, el libro, desde el punto de vista dono tiarra, bien merece e ta reedición, no meno cierto es que parte de u mérito e debe al editor, la Librería Internacional de nue tra ciudad, y per onalmente hablando, a nue tro pai ano señor Repi o, que una vez má acredita su dono tiarrismo en trance de e te género. o tan ólo por esta reedición, ino por el primor tipográfico, fotográfico y de pre entación con que ha revaluado, cabe decirlo a í, la obra literaria intrínseca de referencia. Ya en otras ocasiones y circunstancias he hablado de este dono tiarra de excepción que e el eñor Azcue, a quien me unen tantas afinidades: la de parente co, la de paisanaje, la de contemporaneidad , pero sobre todo, la afinidad intelectual, o mejor dicho, literaria. San eba tián cobra, a travé de este libro entrañable. 60 ebastián viene a convertirse, a pe ar de u título honorífico tre veces ecular, en ciudad , realmente, y no tan sólo titularmente. u de arrollo urbano, por una parte, con ecuencia de u famo o Ensanche, es una cosa; su evolución política. social y económica es otra. "Dunixi" fijó, un tanto arbitraria pero válidamente en cierto modo, la frontera p icológica entre su pueblo, ayer, y u ciudad, hoy, en un episodio local de carácter festivo: la upresión de la "sokamuturra"; pero imultáneamente a e ta upre ión tan e pectacular y onada en su tiempo, habría que poner en línea de cuenta tanto y tantos otro percance y epi odio , si algunos de ello comunes a la evolución de los tiempo en general, otro particulare y privativo a nuestra vida local, que aún a fines del próximo-pa ado iglo con ervaba re to y reliquia de u vida pasada, de su tradicione y co tumbres más o meno auténticas y más o menos privativas suyas .  
Leer el libro "M i pueblo, ayer" es a istir a e ta evolución de co a , per ona y uce o locale en lo que tenían unas y otro de dono tiarrí imo carácter, así como a la lágrima furtiva que el autor vierte pudoro a, pero inevitablemente, obre un tono y e tilo de ida que e va. o ólo an eba tián e ha hecho mayor en cuanto al número de u habitante y al volumen de u edificio, ino que uno y otro han adoptado módulo distinto a lo anteriores tanto en el carácter, co tumbres y e tilo vitale , cuanto en lo referente a u urbani mo y a u complemento arquitectónico. o hemo hecho mayore , má numero o y má rico, pero hemo perdido parte con iderable del encanto de cuando éramos má jóvene y pobre . Y no ólo en cuanto a per onas y costumbres, sino en cuanto al mi mo ámbito pai ají tico que no rodea, que poco a poco, y parece que ha ta inexorablemente, vamo de figurándolo y de prestigiándolo. e vive de otro modo y en un ambiente di tinto. El incremento un tanto apresurado de la población a base de afluencias regionales, ha alterado y adulterado la antigua unidad del ente dono tiarra, perturbando u genuino e píritu. 1 llamado "color local" y la mi ma lengua va ca van de día en día menoscabándo e. La típica "Brecha" ha de aparecido, a i como el Café de la Marina , la plaza de la Constitución de la " okamuturra", la fuentes antiguas, el velódromo y la plaza de toro de Atocha ... omo e natural, pero en ible, han pa ado a mejor vida lo "arlote" donostiarra, "Ka himiro", Perico "Bixhar"," no, uno", por nadie reemplazado. Ha desaparecido, en fin, aquel tan loado y admirado espíritu dono tiarra. tan localista, tan jocundo, tan lleno de ano humor, de buen humor y de humor a seca , el mutuo conocimiento y trato de la familia dono tjarra, ante la balumba de gente de tanta otras partes. o. o criticamos la inmigración, mucho menos iendo a í que no otro mi mos la hemo fomentado en pro de nue tro intere e materiales, ino la falta de integración de gran parte de u miembros en u nuevo ambiente, como sucedía antes, cuando natural y espontáneamente los advenedizos se hacían donostiarra de cuerpo entero, como quien dice, integrándo e en la vida política y ocial de la ciudad; en tanto que ahora, salvo excepciones, por el volumen de una inmigración en masa , é ta se constituye en clanes de alienígeno e píritu y estilo. He aquí un libro que con toda sinceridad recomendamo a todos aquello dono tiarras que lo on de verdad, que sienten su ciudad natal, de adopción o de auténtica vecindad , muy e pecialmente a quienes, ya pocos, conocieron el San Seba tián de fine del iglo XIX y principio del XX, que e , en fin de cuenta, la época a la que e constriñe e te libro ameno y. entrañable, auténtico y tran ido de no talgia, especie de "adió " a una época que cautivó a quiene la conocieron y la vivieron, tan bien reflejada en la cuarentena de estampa donostiarra referente a mi pueblo, ayer.

Arqueología Donostiarra

El inefable conservador que fue de nuestro Museo Municipal, don Pedw Manuel de Soraluce, era un apasionado de la arqueología, sobre todo de la arqueología romana. Por todas partes de nuestro país veía rastros de caminos romanos. Dos capitanes de la guarnición amigos suyos se la jugaron buena. Enterraron a la vera del camino que sube al castillo unas cuantas monedas supuestamente romanas de escaso o nulo valor numismático, y esperaron una tarde a que el inefable, crédulo e ingenuo conservador se diera su paseo habitual por el castillo, a la sazón todavía perteneciente al ramo de Guerra, puesto que San Sebastián era aún plaza fuerte. Los dos capitanes se hicieron los encontradizos, prosiguiendo los tres el paseo, cuando en esto se presentaron dos soldados de la dotación castrense, pico y pala en mano, y cuadrándose ante sus superiores se explicaron: "Hemos suspendido el trabajo porque hemos encontrado unas monedas ... " Allá se fueron todos ávidos en busca del tesoro ... que, en efecto, constaba de hasta una media docena de desparramados ób.olos, por llamarlos de algún modo. Al tenerlos en sus manos, el bueno de Soraluce, de emoción transido, vio en ellos la confirmación de su manía: el camino romano, el paso o permanencia de los romanos en nuestra tierra y en nuestra ciudad. Había que leer al día siguiente, no sé si en "La Voz de Guipúzcoa" o en "El Pueblo Vasco", la ampulosa y circunstanciada referencia del hallazgo y la palmaria confirmación de su tesis. ¡Qué éxito el suyo! No creo que fue desengañado nunca. Dudo que desde aquel entonces se 62 haya realizado en nuestra ciudad descubrimiento arqueológico o simplemente numismático romano alguno. Nos hemos contentado, "a lo más", con algún raro vestigio románico, y gracias. Días pasados, sin embargo, me fue dado realizar una visita de carácter arqueológico de menor importancia, pero que, en fin de cuentas, si no romano ni románico, era donostiarra. Fue en el solar resultante del derribo de parte del antiguo convento de franciscanos de Atocha, construido hace ya más de tres siglos. En la puerta del recinto que da a la "aldapa" de Aldacoenea estaba el letrero que dice: "Perro peligroso". Pero si su "chabola" estaba allí a la izquierda, el perro, con el edificio, había sido desahuciado ya. Entré. El antiguo convento había sido de todo a raíz de u abandono porJ'arte de los frailes: asilo, hospital, cuartel, e cuela, almacén municipal.. . De u fundacional de tino no queda actualmente más que parte de su de afectada y ruinosa igle ia, con u columnas dóricas sosteniendo las galerías colaterales al estilo de las rústicas iglesia vasca ; el patio clau tral había sido derruido ya y sus columnas yacían por el suelo rotas, destinadas, probablemente, a un relleno o a la infraestructura de algún camino. Un arquitecto amigo, testigo de este pétreo cementerio arqueológico, se lamentaba de que esta columnas no se hubieran aprovechado, bien "in situ", adecuadas a la nueva construcción que allí va a edificarse, bien transportadas a otro lugar e integradas en un edificio cualquiera. Esparcidos por el sórdido y ruinoso solar lleno de maderos carcomidos, de cascotes y de yeso, yacían algunas de las partes más o menos nobles de edificios públicos donostiarras derruidos: sillares de piedra caliza o arenisca, fustes de columnas, capiteles, repisas y molduras, dovelas, balaustres, restos de una fuente que en su día decoró alguna plazoleta, y todas juntas, apretadas unas contra otras, como si no quisieran separarse ni aún muertas, hasta media docena de figuras humanas tamaño natural, de piedra caliza blanca, representando personas de cierto rango: entre ellas un caballero vestido de levita sentado en un sillón, y dos clérigos, uno de ellos probablemente obispo, como participantes de un acto comunitario públic'o y solemne; eso sí, todos y cada uno de ellos concienzudamente decapitados, no por rotura accidental, sino a sierra ... ¿A qué monumento perteneció esta media docena de personalidades más o menos ilustres que inspiraron al artista que las talló y cinceló? ¿Sería al llamado monumento del centenario de 1813 del parque Alderdi-Eder demolido pocos años después de construido? ¿Qué o ' quiénes representan o simbolizan estos personajes? Sic transit ... Al abandonar aquel basurero arqueológico, mis ojos se alegraron a la vista del verdor, corpulencia y fronda de hasta la docena de vetustos y corpulentos plátanos que decoran la plazoleta o "emparantza" que se extiende frente a la fachada principal del que fue en los siglos XVII, XVIII y XIX convento de franciscanos donostiarra, establecidos en ¡mestra ciudad con la condición, por exigencia estipulada del Ayuntamiento, "de predicar en vascuence".  

El Museo Municipal

Si el valor de la obra humanas hubiera de juzgar e por u precio, u volumen, u pe o o u apariencia , e evidente que el libro que acaba de publicar e bajo el título "Mu eo de San Telmo" e llevaría la palma entre los hasta el presente consagrados a nue tro M useo M unicipal. Contiene en u 517 página por el orden de las 700 o más fotografías en color, gran número de la mi ma a toda plana. En lo ponderal es un libro de tre kilo ; en lo comercial, un libro de precio: cuatro mil pesetas. El lector, o mejor dicho, el contemplador de su imágenes, ve rá desfilar ante u ojo lo principales objeto que alberga el Mu eo provisto de su escueta referencia: desde la estelas funerarias di coidale que en gran número Ilanquean el claustro bajo, ha ta las lauda y la do e tatua yacente de lo fundadores del antiguo convento, por no decir nada de las talla policromadas del mártir San Sebastián, titular y patrón de nue tra población; si curio a ella , casi ninguna bella en el sentido artístico de la palabra. A e te de file acuden, como e natural en un Museo no con agrado a una determinada e pecialidad, heteróclido elemento : reproducciones de tocados va cos, e cudos originale y auténtico en piedra de nue tro caserío y ca a solares, amén del acervo de la sección de prehi toria del grupo de Ciencias aturale Aranzadi. i que decir tiene que el edificio en í mi mo con iderado, antiguo convento dominicano, y má concretamente hablando, u do elemento principales, claustro e iglesia, ambo digno de referencia y contemplación en gracia a su bella arquitectura gótico-renacentista, se hallan enfocados desde distintos ángulos, ha ta confluir en la e pectacular, artí tica, apoteósica y suntuo a ínte i decorativa de Sert. o menos interesante son lo en eres y objetos expuestos en su planta noble , galería del claustro, pinacoteca de la fachada principal, salas interiore , en la que el arte popular, madera labrada, hierro forjado, aperos de labranza y hasta porcelana, contiguran la vida rural, ocial y artística de pa ados tiempo del pueblo va co en general y guipuzcoano en particular. otas curiosas de muy diver a índole: por u e tatura, el gigante de Alzo; por u valor histórico, la e pada de Boabdil, que el catálogo de referencia denomina "estoque". En fin, la pintura: porque diríase que la pintura constituye algo a í como la eñora de la ca a de todo mu eo, y su sala de estar, la pinacoteca. Pintura antigua, en la que destacan lo tre pequeños "grecos"; y pintura contemporánea, en la que prepondera, como e natural, la pintura vasca , de la cual, má que por lo entes representados, atrae por la singular per onalidad de u autor, nuestro Zuloaga. Como ob ervará el lector, medio millar de páginas de gran formato dan mucho de sí en cuanto a reproduccione gráficas e refiere, tanto más teniendo en cuenta la excelencia de parte de las misma, dicho ea en honor del editor, de los fotógrafo , del grabador y del impresor de e te artístico volumen. Para quienes conocemo el Museo, un valio o tra unto y un grato recuerdo al alcance de la mano; para quiene no lo conocen, una revelación, una sorpresa ... que de earíamos no defraudara la realidad . San Sebastián. Claustro bajo de San Telmo. Ahora, alguna observaciones, valgan por lo que valieren. La primera, acerca del título del libro: "Mu eo an Telmo". En la museografía e pañola, el Museo an Telmo, por antonoma,- ia, sin má detalle ni calificativos, es el de Sevilla. Pero al margen de esta coincidencia, creo que hubiera sido má acertado, má claro, más natural y lógico, titularlo de manera visible a primera vista : "MU EO MUN ICIPAL DE A TELMO D SA SEBASTlAN". Título este de "municipal" que tan a pecho tenía nue tro buen alcalde eñor Lataillade en cuanto al Museo se refería, y con razón; aparte otra de peso, la vi ible, espectacular y permanente propaganda de nuestra ciudad y del propio M useo dono tiarra en la portada del libro y en el e caparate de la librería. Cuestión de fondo: hubiera ido de eable que un libro de tale dimen ione e importancia e hubiera hecho en equipo, y que la principales eccione del mismo etnografía, folklore, ciencias natura les, pintura, etcéte ra hubiera n ido precedidas de un texto digno, competente y uficientemente e plícito, encomendado a e pecialista , críticos y artistas en la materia, explicando y completando la visión de la lámina y de u re pectivos conjunto con su profunda razón de er. Algunas erratas, que en una obra de tanto precio y empeño, no pueden alegar premura de tiempo: abadía (una vez má ), por convento; la "curva" de rtiaga, por la cueva; prender, por prenger; Plasencia, por Placencia de la~ rma; Ambro io de Barrenechea, el del retablo anvicenteño, por Bengoechea; y otras por el e tilo. Por otra parte, en el prólogo de la obra se dice, refiriéndo e a la imagen escultórica de la popular Virgen egra o del Rosario. del convento de an Telmo, que "dicha imagen se con erva hoy en el convento de Coria , en la provincia de León" (Corias no está en León, sino en A turias); iendo más cierto que donde hoy se con erva dicha imagen es en la capilla privada de lo padre dominico~ cu todio delantuario de uestra Señora del Camino, ésta í en la provincia de León.  o quieran u tede saber la que armaría, iendo como era él de qui quillo o, i viviera, al ver que de la galería de fotografías publicadas al frente de e te libro, de lo cua tro directores que ha tenido el M useo municipal dono tiarra desde u fundación hasta el pre ente, él, don Pedro Manuel de ora luce, primer conservador del M u eo, había ido uplantado por la foto de su señor pad re, don icolá . Sen ible error, tratándo e de tan relevante per onalidad dono tiarra en la ge tación y primera dirección de dicho M useo. Por algo menos olía ulfurar e el buen don Pedro, al que e toy viéndole con u gran capa de corte e cocé , negra yamplí ima, volumino o fajo de diario bajo el brazo, camino del Museo de u entraña ... prote tando "inpelto" de tamaño de agui ado ... E un decir.  

Pintores Vascos

En el hotel Wellington, de Madrid, tuvo lugar días pa ados - exactamente el 16 de lo corrientes- la " uba ta del año". De de el día 12 e tuvieron expue to al público que e intere a por e ta co a , ha ta uno tre ciento cuadro agenciado por el gran Berkowit ch, objeto de la uba tao Madrid, también en e te orden de cosas, e ha colocado a la altura de Parí y Londre , por no crtar ino do de la má famo a capitale en que uba ta de e te género suelen tener lugar. Y i cito alguno de lo principale cuadros de referencia, es con el fin de 64 Pintores Vascos va lorar la importancia de dicha expo ición y uba ta con iguiente, en las que participaron hasta una docena de cuadros corre pondiente a una media docena de autore va co . Lo precio de alida de lo principale cuadro de esta suba ta iban del millón de pe eta para arriba. n óleo de McGreehan, por citar iquiera alguno de ello , era el primer millonario de la erie. Había una naturaleza muerta , al óleo, de inder, valorada en dos millones; un pai aje de bo que, de Courbert, en 1.300.000; un "Calvario del Mae tro", de IS18,en millón y medio; unJordaen , en tre millones; un Canaleto, en cuatro; un an Gogh, en eis; un Mathieu de ain, en fin , de dieciocho millone : precio o óleo digno de un museo, que repre enta a un joven degu tando una ostras ... , uno de eso cuadros que vi to una ola vez, no e olvidan. i que decir tiene que frente a e te magnífico elenco de autores y cuadros de excepción, se alinean los cuadros de numeroso y variados arti ta tanto nacionale como extranjero, que denotan alta cotas, es decir, que se mantenían en la zona más asequible del millón de pe etas para abajo. Es en esta zona donde media docena de pintore vascos hacían honor, con su digna y notable comparecencia, a la pintura de nuestro país. A í, por ejemplo, Félix Arteta estaba representado por una acuarela que lleva por título "Una merienda", valorada en 60.000,- pesetas. De Valentín Zubiaurre había hasta cuatro cuadros: "Ondárroa", fechado en 1949, 20.000; dos dibujos, "Toledo" y "Avila", a 10.000 pesetas cada uno; y un óleo po, siempre a la última pregunta, tan admirado y tan cotizado después! éxito en aquellos tiempo y circunstancias! Los dos lienzos al óleo que aquí se encuentran e hallan valorados en 150.000 peseta cada uno. A la sazón, a mí me retrató de balde; retrato, por cierto, que al ser expuesto, me identificó con mi eudónimo. obre lienzo, en fin, que representa unos tipos segovianos, valorado en la bonita suma de 700.000,- pesetas. Daría de Regoyos - al que incluíamos entre los vasco aunque no lo fuera de sangremostraba un paisaje al óleo obre lienzo cartón, valorado en 160.000, y el "Puente de Frías", en 950.000. ¡Qué diría i viera e ta cotización él, que solía decir humildemente que sus cuadros eran del orden de los cincuenta duro ... !, y gracias. cuando no los daba por menos. ¡ Pobre Regoyos, tan incomprendido en su tiemPor cierto que al citar líneas mas arriba a Valentín Zubiaurre, debí nombrar también, aunque no estuvieran colocados próximos, a su hermano Ramón, cuyo cuadro al óleo sobre lienzo representa a tres caseros jugando al mus. valorado en la bonita cantidad de 675.000. o sin emoción contemplé un cuadro, que desconocía, de quien fue mi mae tro de dibujo, que murió trágicamente en ara de u profe ión. El cuadro se titula "El labrador y su hijo", valorado en 500.000 peseta : una yunta de bueyes que conduce un caserito, el "akullu" sobre el hombro izquierdo, y el padre detrá , la mano en el rastrillo ... Y por fin , no ya mae tro como el anterior, ino amigo, Angel Cabana Oteiza, que también conoció años difíciles allá por el 900, antes de su afortunado viaje a la Sudamérica de aquello vascos en general y guipuzcoano en particular a los que el pintor les llevó la imagen nostálgica de sus nativos caseríos. j Un Estos artistas vascos en general, pero más concretamente los donostiarras citados, traen a mi memoria la época en que la pintura apenas estaba valorada en el ambiente de nue tra ciudad. Las exposiciones eran muy raras - Galán, el Salón" ovedades"- ; Regoyos era no sólo incomprendido, sino mofado. ¿Quién compraba cuadros? Con decir que los artistas eran unos bohemio, la ociedad e quedaba tan tranquila. Honor y recuerdo a los Gordon, a los Irureta, a los Ugarte, a los Martiarena, a los Iturrios, a tanto otros arti tas para quienes la pintura fue una vocación, y tan sólo en u pasión por ella, a Dio gracias, encontraron la razón de su existencia ...      

Escultura moderna

Si los programas de fiestas patronales de lo pueblos guipuzcoanos han contribuido, estos últimos tiempos, con sus colaboraciones artísticas y literarias, a divulgar y extender el conocimiento de la historia y del arte de los pueblos a que se referían, lo calendario que, de unos años a esta parte, vienen publicando entidades bancarias donostiarras, así como ambas Caja de Ahorros Municipal y Provincial, han logrado el mismo o parecidos fines. Tanto mi buen amigo y compañero Arteche como yo nos congratulábamos en tiempos de ambas coyunturas, que burla burlando, como quien dice, contribuían, a escala popular, a hacer todo lo asequible posible el conocimiento de las cosas y personas de nuestra tierra, tanto intelectual como gráficamente. Digo e to a la vista del calendario 1976 de la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa que tengo delante, como lo tendrán también tantos y tantos otros guipuzcoanos en sus oficinas y casas particulares. Saliéndose en cierto modo de las manifestaciones que pudiéramos llamar clásicas, tanto el texto como las reproducciones gráficas de dicho calendario han abordado un tema artístico polémico por excelencia: el arte e cultórico moderno, más concretamente aún, dicho arte practicado por propios y genuinos artistas vascos, guipuzcoanos preferentemente. Aun quienes no estamos muy al tanto, bien sea por nuestra edad, nuestro temperamento, nuestra educación artística y nue tras principios estéticos, de las actuales corrientes del arte en general y de la escultura en particular, hemos de agradecer a la mencionada entidad la información que nos ha proporcionado a traves de su calendario, en el que desfilan, a través de someros datos biográficos, cinco de tacados artistas, todos y cada uno de ello representados por alguna o algunas de sus obra má características. Si parte de ella tan sólo las conocemos por medio de reproducciones, de los galardones que "urbi et orbe" han merecido en reiteradas ex po icione , y de la crítica por ellas suscitada, alguna otras las conocemos de visu, al natural, toda vez que dichas obras de arte forman parte de la decoración escultórica de nuestra propia ciudad o de la provincia. Tal es el caso, por ejemplo, de la "Estela" de la plaza del Centenario, del escultor pasaitarra Ricardo Ugarte de Zubiarrain, el más joven del grupo a que nos referimos, que logró en la primera exposición bienal internacional de escultura de nuestra ciudad, en 1969, el primer premio, estela inaugurada en 'enero del año siguiente. Primer premio también logró otro de estos destacados artistas, el bermeano éstor Basterrechea, el de la "serie cosmogónica vasca", en la segunda bienal de referencia, con su "Homenaje a Pío Baroja", in talado en los jardines del paseo de este nombre, en el barrio del Antiguo, contiguo al palacio Miramar. En contraste con este plúmbeo monumento de cemento, obra del mismo autor es el metálico "Homenaje a los arrantzales de Pasajes San Pedro", hecho con perfiles laminados tal y como salen de los altos hornos, aunque acoplados. Tan sólo dos pequeñas obras de Chillida, poco exhibitorias por el lugar de sus respectivos emplazamientos y por su tamaño, constituyen algo así como el compás de espera de su tan anunCiado "Peine del viento", que va a decorar la plazoleta final del pa eo del Tenis, Dbra que no creo se haga mucho e perar y cuyo presupue to augura algo de cierta importancia. En cuanto al ondarribitarra Mendiburu, monumento en el Jaizkibel aparte, son muchos lo galardone logrados de 1958 a e ta parte, que le acreditan como ingular artista del grupo "Gaur". todo, el autor de la alucinante "Galería de lo apó toles", de la ba ílica de Aránzazu, tema u citado para la admiración de los uno, el escándalo de lo otro y el escepticismo de los demás. "The last, but not the lea t", Jorge de Oteiza: el oriotarra, el decano de esta pequeña pero ingular pléyade de artista, algo así como u verbo, el de "Quousque tandem?" pero, obre o deja de ser extraordinario el hecho de e ta media docena de artistas fuera de erie, en un arte tan poco común, convocados en el espacio, en el tiempo y en la raza, tanto que no e probable vuelva a repetir e fenómeno semejante. ¿Qué les e pera en la trayectoria ideral a la que han sido disparados por e a fe que atravie a la montañas tan caracterí tica del precur or?  

Guías Turísticas

Es natural que una ciudad al mismo tiempo veraniega y turística como San Sebastián cuente con un competente servicio de iniciativas y de propaganda, y al servicio de é ta con la consiguientes guía de viajeros. Si bien e cierto que nuestra ciudad fue la primera en contar con una entidad de servicio público a este re pecto, de la cual e actualmente titular nue tro acreditado Centro de Atracción y Turismo (el popular CAT), no menos cierto es que en su edición de Guía , tanto de la ciudad como de la provincia, ha ido también la primera y má antigua en su género. Cuando en pasados tiempo - me refiero a fines del próximo-pa ado siglo y principio del presente- olía publicarse, a principios de la temporada e tival, la Guía de San Sebastián y u programa de festejos, que comprendía lo tre meses de julio, agosto y septiembre, su aparición constituía un evento editorial en el ámbito donostiarra. En medio de la indigencia editorial de aquellos tiempos en cuanto a nue tra ciudad atañe, la publicación de la Guía de referencia constituía una novedad que su citaba al mismo tiempo la curio idad y la crítica. Era algo de lo poco o nada que en el género de la literatura local e hacía entonce en e te e tilo de publicacione . Verdad e que en e te orden de idea e ha progre ado mucho, tanto en cuanto al fondo como en cuanto a la forma. La literatura local de índole turística ha encontrado numerosos adeptos y cultivadores; la publicacione de e te género han sido tan reiterada como abundante; u pre entación tipográfica y u ilu tracione gráficas, obre todo en 66 Guías Turísticas cuanto a la foto en color, han sido cada día mejores. E to en cuanto al CATe refiere, toda vez que editoriales consagrada al género turístico han dedicado a nue tra ciudad ya nue tra región Guía muy estimables, redactada ademá en varias lengua. Lo que no ha impedido que autore y editoras má o meno solvente hayan manipulado el tema con tanta incompetencia cono inconsciencia, contribuyendo con sus errores materiale y us gratuitas apreciaciones a desacreditar el género. La verdad e que muchas veces e echa de menos la existencia de una competente censura literaria; pero sabido es que en nuestro país la llamada "cen ura" por antonomasia ha ido concebida y practicada cono una coacción a la libre expre ión de la ideas política , religio a y sociales, má que en defen a de la verdad y de la información. Recientemente, mi amigo éstor Luján se quejaba en letra de molde de la inanidad de alguna de las Guíasconcretamente referentes a España. Es cierto; y la cosa es tanto más lamentable teniendo en cuenta que nue tro país uscitó en pasado tiempo, cuando el turismo daba sus primero pasos en nuestra patria, una erie de Guía de alto valor literario, como eran las editada por los M urray, Ford, Baedeker y otros por el estilo, algunas de ellas excelentísimas en cuanto al arte en general ya la arquitectura monumental española en particular. Hoy la co a va por otro derroteros. A aquel turismo de altura le ha ustituido el turismo de masas. La gran mayoría vIaja en po del 01 y del llamado "folklore", sin conceder gran atención al arte, a los monumentos artísticos o arqueológicos y a lo mu eo , que se contemplan y e visitan - si se vi itanin ilusión ni competencia. El rever o de la medalla a la que e refiere el r. Luján es el que ofrecen aquella Guía que, retrasada mentales, pudiéramo decir, hablan de lo que ni iquiera exi te, o exi tió en tiempo ya pa ado . A í, por ejemplo, una revista ilu trada de Madrid ("Mundo", 31-7- 76), induce a lo lectores en general, y a lo eventuales visitante de San ebatián en particular, a error, al ponderar la exi tencia en nuestra ciudad de atractivo turísticos inexi tente en la actualidad, y de alguno de los cuale fuimo privado por decisión gubernativa. Tras ponderar la belleza naturale y urbaní tica donostiarras (¡ mucha gracia !), e cribe el anónimo autor del artículo de referencia lo que sigue: "Pero ademá exi ten lo atractivo propio de toda gran capital y de toda playa co mopolita. Cuatro casinos: el Casino de la playa, el Gran Casino, el Kursaal y el Casino de 19ueldo ... sin hablar de u temporada taurina , la má famo a de E paña y que tantos francese atrae ... " Por si fuera poco tal número de errores, el artículo añade: "El circuito automovili ta e ya una prueba de reputación mundial que congrega multitude a lo largo de su recorrido.""EI Golf de La arte ... tiene sus certámenes internacionale ma famosos ... " Donostiarras y verJneantes e habrán reído a carcajada de tanto disparate, que de graciada mente afea un artículo que pretende ponderar lo valore de la ciudad turística, dejándola , por el contrario, en evidencia ... Hay cariño que matan . i verdaderamente puede con iderarse cariño hablar o e cribir tan sin ton ni on de cosas y persona dignas de mayor con ideración y respeto.  

San Sehastián, retrospectivo y pintoresLo

En el B.l.M. de 1975 publicamos un extenso articulo acerca de la personalidad de Rodolfo Sprenger, Cónsul del Imperio Alemán en el momento de su fundación por los años 70 del próximo pasado siglo, notable dibujante. Es desde este punto de vista que publicamos hoy uno de sus grabados referentes a la vida donostiarra de que consta la colección de láminas adquirida recientemente por el Ayuntamiento al Sr. Kruger de la que hablamos en otro lugar del presente número. Dicho grabado referente a un grupo de reclutas del ejército en trance de incorporarse a filas, escribiendo a sus familias apenas llegados a su destino, en las inmediaciones del próximo cuartel de San Telmo. La barbacana que limita el átrio de la iglesia parroquial de San Vicente, antiguo cementerio, les sirve como mesa-escritorio, bajo la vigilancia de dos números de veteranos. Aún conservan dichos reclutas su atuendo civil tlpico de sus lugares de origen. La fuente gótica de San Vicente funciona todavla, a lo que se ve, y la actual calle del 31 de Agosto conserva aún su tradicional y antiguo nombre de calle de la Trinidad. En la planta baja o en el sótano de una de sus casa, .. Se vende sidra»: es, probablemente, una de las tantas sidrerlas antiguas de la parte vieja de nuestra ciudad.  

LA PRESA DEL RIO AÑ"ARBE Por Francisco Lasa E charri: Alcalde del Ayuntamiento de San Sebastlán

Uno de los problemas más importantes de una ciudad es el del agua. S an S ebastián le ha concedido siempre una gran atención, que estos últimos tiempos ha culminado en la constitución de la comunidad intermunicipal de aguas del río Añarbe. E sta mancomunidad la forman los ocho municipios más próximos a la capital; estll incluída, o sea: San S ebastián, Hernani, Lezo, Oyarzun, Pasajes, Rentería, Urnieta y Usurbil. S u constitución fue aprobada en el Consejo de Ministros del 26 de Junio de 1968, y su primera reunión se celebró el 21 de octubre del mismo año. Al término de las obras de su embalse y construcción a todos y cada uno de los pueblos de la Mancomunidad, S an S ebastián y su comarca tienen asegurado el normal suministro de agua potable de inmejorable calidad hasta el año 2.010 aproximadamente. Para conocimiento de su conciudadanos y de los pueblos limítrofes, el Ayuntamiento donostiarra ha organizado este año y años sucesivos, sendas y gratuitas excursiones en autocar al embalse del Añarbe, obra de ingeniería importantísima y espectacular, tanto por su trascendencia como por su elevado costo y aspectos técnicos. P ara la mejor inteligencia de la obra, he redactado las presentes líneas, expuestas de viva voz en las reiteradas y gratas ocasiones que he acompañado a los excursionistas. Vayamos por partes.

Como es sabido, el Ayuntamiento de San Sebastián, tiene en el término Municipal de Goizueta, (Navarra), una finca denominada ARTIKUTZA, donde capta aguas para el suministro de este líquido a nuestra Ciudad. Hay un pequeño embalse, cuya capacidad teórica es de 3 millones de metros cúbicos, que por razones técnicas no se sobrepasa del millón. Por su cola, esta presa es alimentada por el río Enobieta, y cerca de la pared de la presa, por su lado derecho, por el río Erroyari. El agua que de la presa sale para alimentar a San Sebastián, se une posteriormente con las aguas de otros dos ríos, que también pertenecen a la Finca, pero que no hacen su vertido a la Presa o embalse. Estos dos rlos son el Urdallue y el Elama. El conjunto de las aguas captadas de estos dos ríos y de la canalizada desde la Presa o Embalse de Enobieta, sirven de alimentación a San Sebastián desde la mencionada finca de Artikutza. Salvo casos de estiaje, hay un sobrante de 74 agua, que se incrementa con los cupos que la Fabril Lanera y La Papelera Española de Rentería, tienen para sus centrales eléctricas. Este sobrante y cupos salen de Artikutza formando un sólo río que pasa junto al caserío Añarbe y del que se ha tomado su nombre. Es decir, que el agua del río Añarbe es exactamente igual a la de Artikutza, con la única diferencia, de que el agua salida de esta Finca, se le añade la recogida en la propia cuenca del Añarbe. Este río Añarbe cuando circulaba libremente, era afluente qel río Urumea. Hoy alimenta a este río tan solamente'cuando se abren las compuertas de desagüe. La unión de los dos rlos está en la confluencia de los montes de Renterla, (Guipúzcoa), con Goizueta, (Navarra), en una vaguada que se forma en la zona denominada de Arrambide. 
PRESA DEL'AÑARBE Pues bien, a unos 450 metros aguas arriba del río Añarbe, desde la confluencia con el Urumea, es donde se ha proyectado y emplazado la muralla de hormigón que constituye la Presa del Añarbe, para la recogida del agua del río del mismo nombre. La cuenca del río tiene una forma de V. En el punto donde se ha construído el muro de contención, ha habido que hacer un fuerte desmonte (180.000 metros cúbicos de tierra y piedra), para encontrar con suficiente garantía los apoyos de los estribos de la Presa. Como durante las obras el río Añarbe iba a seguir suministrando agua a nuestro Urumea, entorpeciendo los trabajos, en su razón, a unos 1 00 metros ~guas arriba del muro de la Presa, se construyó una pequeña presilla, que desviaba el río afluente a través de un tunel perforado al efecto, bajo el chalet que puede verse en la visita y que se encuentra en la margen derecha del embalse. De esta forma, quedó en seco la zona de trabajo. Posteriormente, para llegar al día de hoy, se rompió la presilla, se cegó el tunel, y de esta forma las aguas del río Añarbe quedan embalsadas para su posterior alimentación a San Sebastián y Comarca. El tipo de presa es el denominado «de gravedad», Tiene una forma curva, cuyo radio es de 400 metros. La altura de la Presa, es de 80 metros y la anchura de la base, de 60. La parte alta, o sea su «coronación», sirve de unión para el paso de peatones y vehículos de una a otra margen del embalse. Esta coronación tiene 255 metros de longitud. en el muro de la Presa, se han invertido 300.000 metros cúbicos de hormigón elaborado con 650.000 toneladas de piedra, extraída del monte Arriurdiñeta, de Goizueta, justo en el límite con la finca de Artikutza. La piedra es caliza, y la extracción desde la cantera, de 900 toneladas diarias, que eran machacadas en 4 tamaños a un ritmo de hasta 200 toneladas por hora. Hay 14 kilómetros desde la cantera hasta la Presa. El hormigón se amasaba en dos hormigoneras de 1,6 metros cúbicos de capacidad cada una, con mando automático, y cuya fabricación podía alcanzar los 75 metros cúbicos por hora. La producción media ae hormigonado era de 400 metros cúbicos por día. Este hormigón era repartido en la obra, por medio de una grúa-blondín de una capacidad de 20 toneladas en el gancho y de 250 metros de luz. En la margen derecha del embalse, según la dirección del río, junto al chalet, y que además sirve de vial para llegar a él, ha habido que hacer en la coronación del monte una pequeña presa de unos 94 metros de longitud y de 6 a 7 metros de altua, porque la Presa es más alta que el monte de esa zona, y las aguas embalsadas, antes de llegar a su altura máxima, escaparían por aquel lugar. CAPACIDAD DEL EMBALSE La capacidad total y máxima del embalse, es de 43.500.000 metros cúbicos, es decir 28 veces la actual de Artikutza, teniendo así asegurado el suministro de agua, San Sebastián y Comarca, hasta el año 2.010 aproximadamente. El caudal del suministro, puede regularse hasta 3.000 litros por segundo. Para el caso de encontrarse lleno el embalse, en la coronación de la Presa hay 3 manos de aliviadero de 8,40 metros, por donde escaparía el sobrante de agua a un cuenco amortiguador. Además hay en el fondo dos tubos de desagüe con sus correspondientes grifos, de cada uno de lo cuales, según la altura del agua embalsada, pueden salir hasta 11 metros cúbicos por segundo, que equivalen a 11.000 litros por segundo, o sea, ONCE TONELADAS de agua POR SEGUNDO. Estos tubos, así como los de alimentación de agua a la Ciudad y Comarca, son de 1,20 metros de diámetro. Los de alimentación, son también dos, colocados a distinta altura o a distinto nivel. CONSUMO ACTUAL DE AGUA Si desde la coronación de la presa se mira hacia abajo en la cara de salida del agua, verán que hay una garita y un canal por el que discurre el preciado líquido, que es el que actualmente sale de la Presa, para alimentar a San Sebastián y Comarca. Anteriormente a la construcción de la Presa, San Sebastián ya captaba agua del río Añarbe por medio de una ataguía, agua que canalizada, se transportaba a la Capital Guipuzcoana. Este canal existe, y es el que actualmente se usa para seguir trayendo el agua antes mencionada, y cuya puesta en funcionamiento -para traer agua del embalse- se llevó a cabo el23 de Julio de 1976. Este suministro, hoy en día, es del orden de 800 litros por segundo, lo que en números redondos, supone un consumo de 70.000 metros cúbicos al día. El resto, -unos 40.000 metros cúbicos/díaproceden de Artikutza. El canal al que nos estamos refiriendo -Arrambide a Txoritokieta- es propiedad del Municipio de San Sebastián, y tiene hoy en día una capacidad de transporte de unos 1.200 litros por segundo, pero puede duplicarse, y está ya hecho el proyecto de doblamiento. En los acuerdos adoptados, este canal, el Ayuntamiento Donostiarra venderá a la Mancomunidad, y el dinero obtenido se invertirá en arreglar y mejorar el canal que desde Artikutza transporta el agua a la Capital. LONGITUD DEL EMBALSE En linea recta, la longitud del embalse es de unos dos kilómetros; pero como el río y el embalse van haciendo zig-zag, la longitud de este zig-zag en la Hito conmemorativo erigido en las Ventas de Astigarraga con motivo de la inauguración de las obras de aguas de Ailarbe el1 O de Septiembre de 1896 por S.M. la Reina Regente Dona Maria Cristina. cuenca del río es de unos 10,5 kilómetros, a cuyo alrededor se está construyendo un camino para vigilancia, que tendrá unos 24 Kilómetros, y su coste, 76 de hoy en día, será de unas 1.000 ptas. metro, es decir, un coste total de unos 24 millones de Pesetas. (Parte del camino está ya hecho y puede verse desde la coronación de la Presa.) ALTURA MAXIMA DE AGUA EN EL EMBALSE Naturalmente, que la altura máxima del agua la fija el aliviadero de la Presa, pero para más referencia, frente a ésta -a la Presa-, aguas arriba, hay una isla en forma de V invertida. Pues bien, alrededor del pico hay unos árboles sin talar. de suerte que el agua llegará hasta el árbol que se encuentra en la cota más baja. Otro punto de 'referencia puede ser, el que desde el camino de circunvalación, del que ya hemos hablado, hasta el nivel máximo del agua, habrá una distancia de 10 metros. OBRAS COMPLEMENTARIAS Faltan ahora las obras de tuberías y depósitos reguladores para la distribución de agua a los Municipios mancomunados. Provisionalmente, hoy en día, el reparto de agua se hace a través de los depósitos y conducciones propias del Ayuntamiento de San Sebastián, pero no en la cantidad que los demás Ayuntamientos mancomunados necesitan. COSTE DE LAS OBRAS Hablando de pesetas de valor actual, se estima que el monto de las obras ejecutadas asciende a 650.000.000 ptas. y que el valor de las obras a ejecutar ascenderá a 850.000.000 Ptas.; por lo que la obra total de Presa, Expropiaciones, Carretera de Circunvalación, desbrozado del vaso, Red y depósitos de distribución, etc. etc. asciende hoy en día a un total de MIL QUINIENTOS MILLONES de Pesetas. La participación de San Sebastián en la Mancomuni dad es de 2/3 ó sea de MIL MILLONES DE PESETAS. Esta participación de los 2/3 ó 66%, resulta de los caudales asignados en principio a cada Municipio Mancomunado, teniendo en cuenta las concesiones preexistentes, censos de población y desarrollo previsto, y cuya regulación de caudales ha de ser aprobada por el Ministerio de Obras Públicas.
REPARTO DE CAUDALES Con una previsión de suministro por parte del Añarbe de 2.200 litros de agua por segundo, el reparto inicial de caudales fue el siguiente: San Sebastián ................... 1.459Iitros/segundo Rentería ................................ 255 " Pasajes ................................. 150 " Oyarzun ................................ 39 " Lezo ....................................... 41 " Hernani ................................. 202 " Urnieta .................................. 30 Usurbil " .................................. 24 " Suman ........ . 2.200 SUBVENCIONES Y PRESTAMOS Para la construcción de la Presa, el Ministro de Obras Públicas ha concedido una subvención a fondo perdido, del 50% del coste, y un préstamo a 20 años y sin interés, del otro 50%. Para la red de distribución la suvbenión a fondo perdido, es del 25%, y el resto, a financiar por cada Municipio en forma de Mancomunidad, en la proporción que le corresponda. No tienen suvbención de ninguna clase los terrenos expropiados que han de ocuparse con las obras. Tampoco, la construcción de la carretera de circunvalación, ni el desbrozo del vaso del embalse. CARTA EUROPEA DE AGUAS ¡No hay vida sin agua!. En efecto, el agua constituye las 2/3 partes del peso de un hombre y alcanza hasta los 9/ 10 en el peso de las plantas. El agua es imprescindible al hombre para su bebida, alimento e higiene. Ya no hay bastante agua para todos nosotros. Las reservas de agua están siendo objeto de una demanda creciente que, no se logrará satisfacer, ni se elevará el nivel general de la vida, si todos nosotros no aprendemos a considerar el agua como preciado producto, que es preciso reservar y utilizar racionalmente. Los que contaminan el agua, destruyen la vida en el agua. . La calidad del agua debe ser preservada. ¡Todos tenemos la culpa! Los grados de calidad del agua pueden variar según el tipo de utilización. Sin embargo, siendo la vida en su infinita diversidad, tributaria de las múltiples cualidades de las aguas, deberán adoptarse las disposiciones necesarias con el fin de asegurar la conservación de sus propiedades naturales. ¡Hay que mantener viva el agua! La contaminación es una modificación -generalmente provocada por el hombre- de la calidad del agua que la convierte en inadecuada o peligrosa para el consumo humano, para la industria, la agricultura, la pesca, las actividades recreativas y para los animales domésticos o la vida silvestre. Sin vegetación no hay agua. Sin agua no hay vegetación. Es necesario mantener la cobertura vegetal, preferentemente forestal, y reconstruirla lo más rápidamente posible cada vez que desaparece. El 99 por 100 del agua existente en la tierra No es adecuada para el consumo humano. El agua dulce utilizable representa menos del1 % de la totalidad del agua existente y está muy desigualmente repartida por el mundo. Necesitamos agua para todo. La administración del agua es un deber. El agua es un recurso inapreciable y requiere una administración racional, y es un don que debemos entregar a nuestros hijos. Cada individuo es un consumidor y usuario del agua y como tal, es responsable ante los demás usuarios. Utilizar el agua de forma imprudente es atentar contra el patrimonio natural. ¡NO DESPERDICIEMOS EL AGUA!.


















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