Lunes. 30 de Agosto de 1813. 64º día de Sitio.
A las siete de la mañana, Lord Wellington, acompañado del General Graham, Dickson, Leith y Fletcher, inspeccionan todo el terreno desde la batería nº 5 del Alto de San Bartolomé. Después de ver el estado de las defensas y consultar las mareas, deciden fijar la hora del asalto para las once horas del día 31. La artillería aliada sigue machacando las murallas de San Sebastián. A pesar de encontrarse estas totalmente destruidas en los puntos elegidos para abrir brecha, se sigue intentando rebajar la altura de estas entradas. El estado actual de las defensas de la ciudad y la actividad de las baterías es el siguiente:
- Se sigue bombardeando la brecha por la mañana desde la derecha del Urumea. Cuando estas parecieron a los mandos totalmente practicables, todas las piezas se dirigieron contra las defensas en general aunque principalmente contra las baterías del castillo en general y la batería del Mirador en particular.
- El parapeto montado en el flanco de la brecha por los franceses ha sido totalmente demolido.
- El flanco del Cubo Imperial y la plataforma superior del mismo ha sufrido mucho.
- Las baterías nº 6 con tres cañones de 24' y la nº 7 con otros tres de igual calibre, siguieron disparando contra la cara exterior del semi bastión de Santiago y contra la cortina alta del frente de tierra. Todos estos objetivos ya eran practicables a mediados de la jornada. Habían quedado destruidos y sus ruinas unidas al resto de brechas, que formaban en conjunto una gigante, con una longitud de 500 pies.
- Las tres piezas de 18' de la batería nº 6 se emplearon todo el día en mejorar la brecha lograda en el semi bastión de Santiago.
- Otros tres cañones posicionados también en el Alto de San Bartolomé se encargaron de destruir las empalizadas montadas en lo alto de las murallas, intentando cerrar el acceso a las mismas desde las brechas.
- Es completada la batería nº 10 en la isla de Santa Clara, y armada con un cañón de 24' y un howitzer de 8'.
A consecuencia de los disparos de artillería, a las nueve y media de la mañana aparece un pequeño incendio entre los escombros de las casas destruidas, tras la brecha principal. Es un hecho inquietante que trae malos recuerdos a los soldados. Se acuerdan de como se retrasó el primer ataque por culpa de un hecho similar. Afortunadamente es rápidamente controlado. Un hecho curioso era como se comunicaban las baterías de un lado y otro del rio. No existe puente alguno que una las dos riveras. Los correos tenían que cruzar el rio a nado, con los mensajes en la boca. El Teniente Coronel Fraser nos dice que él tenía la costumbre de recompensarles con 10 dólares. Este gesto ocasionó que nunca le faltasen voluntarios para realizar esa fatigosa y arriesgada misión. A primera hora de la mañana el Coronel de Lancey se encuentra en Oyarzun a la cabeza de los voluntarios reclutados entre las otras divisiones por orden del Duque de Wellington. A raíz del fracasado ataque del 25 de Julio, perdió la confianza en la valentía de los hombres de la 5ª división. Por este motivo ordeno la formación de un grupo de voluntarios entre las otras unidades para "enseñarles" como se ataca una brecha. Esta acción creó un gran malestar entre los hombres, que eran injustamente acusados de cobardía. Desde las primeras noches del día se trabaja frenéticamente en la excavación de tres nuevas minas, que parten desde las trincheras más adelantadas, por delante de la batería nº 7. Estas se extendían de manera perpendicular a la línea de la pared del muro de mar, que existía frente al hornabeque de San Carlos. La primera llegó hasta esa pared, la segunda a 25 pies de esta y la tercera a 40 pies. Las tres estaban a unos 8 pies de profundidad y fueron cargadas con 540 libras de pólvora cada una. Nuevamente es visto Wellington a las tres del medio día inspeccionando las brechas. Está en la batería de cañones más cercana al puente quemado, a la derecha del Urumea, desde la que puede ver personalmente todo el camino que tienen que atravesar las tropas atacantes. Finalmente es decidida la hora del ataque definitivo para las once de la mañana del día siguiente. Entre los mandos se extiende la noticia de que el Mariscal Soult va a atacar desde sus posiciones en Francia para liberar de sus asedios las dos plazas que permanecen en sus manos, San Sebastián y Pamplona. Esta información causa una cierta inquietud entre los oficiales. Todo el frente se va a ver inmerso en un combate generalizado. Wellington abandona el asedio para ocuparse personalmente de la defensa de toda la zona fronteriza. El Teniente Coronel Fraser desde su posición en las baterías del Chofre escudriña con sus prismáticos el castillo y las baterías del monte Urgull. Ve que la batería del Mirador sufre un incendio. También se fija en otros restos, antes desafiantes, que ahora no son más que un montón de ruinas. Son las letras del mensaje que realizó el Teniente de Ingenieros francés, Albert Goblet, el día del cumpleaños del Emperador. Ahora no son más que unos espectrales restos. A las cuatro y cuarenta y cinco minutos se escuchan cinco fuertes explosiones dentro de la ciudad. Una de ellas cerca de la iglesia de San Vicente, habilitada como hospital. La noche entre el 30 y el 31 se realiza una nueva gesta, esta vez a cargo del Comandante Snodgrass. Este oficial, al mando de una columna de tropas portuguesas, era consciente de la importancia que tenía encontrar un nuevo vado por el que podría abrir un nuevo camino de ataque con sus tropas, desde el otro lado del rio. El hecho de que solamente se contara con una vía de ataque era muy peligroso tácticamente. Se sabía que existía esa posibilidad desde que lo cruzara el Capitán de artillería MacDonald, pero por donde este valiente vadeó anteriormente el rio no servía. Tenía la convicción de que existía un paso más cercano que le facilitara el acceso a la brecha más cercana al baluartillo de San Telmo. Se pasó toda la noche metido en el agua hasta la cintura aprovechando la marea baja, hasta comprobar que era vadeable justo enfrente de la brecha menor. Cruzó completamente y no contento con eso, trepó a lo alto de la brecha y estuvo observando el interior de la ciudad desde lo alto de la brecha, amparado por la oscuridad de la noche. |