(*).- ASEDIO DEL DUQUE DE BERWICK
(*).-16 de Junio de 1719. En Fuenterrabía (en la imagen), durante la noche, se defendió la media luna que mira al cubo de la Magdalena hasta las 5 de la mañana. Para evitar ser rodeada, la guarnición se retira, en buen orden, por la mañana, introduciéndose por la puerta nueva que había sido hecha. Se asegura que los franceses perdieron durante la noche más de 300 hombres, y los españoles 15, entre muertos y heridos. Entre los muertos se incluyen Domingo de Miranda, capitán del Regimiento de Galicia, y Francisco de Vega, Cadete de Guardias Españolas, ambos en la muralla que defendían. En el mismo lugar fue herido por casco de bomba el capitán de Guardias Garma, pero tras ser curado, se restituyó al combate, hasta que se retiró por orden del Comandante Emparan.
La ciudad de Fuenterrabía escribió al Rey sobre sus dramática situación. El mensajero retornó sin carta para la ciudad. Trajo una carta para Blas de Loya, al parecer para que se mantuviera luchando Fuenterrabía. Loya informó al comandante Emparan. Se supo que el rey Felipe V, con un ejército inferior al francés, penetró por Navarra, y que en cuatro horas, al parecer, se podría socorrer la plaza; pero la ayuda nunca llegó. Para defenderla hasta el final se dejaron en la estrada y medias lunas 4 compañías por no abandonar las posiciones enteramente, pese a ser temerario tal acto. Se trabajó en hacer dos cortaduras con barricas y tierra en las brechas, que en dictamen de ingenieros y oficiales, eran muy accesibles. Pero estas soluciones solo eran a la desesperada, incluso se planteó hacer salidas, pero las exiguas fuerzas lo impedían. Los franceses proseguían haciendo fuego. En medio de aquella grave situación llegó a suceder una anécdota memorable. Un sargento del Regimiento de Galicia. Se metió con su fusil en uno de los ramales del campo francés y disparó a uno de los trabajadores franceses. Volvió la cara a la plaza gritando "fusileros, avanzad, avanzad granaderos de Torreiros". Los franceses, creyendo que le seguían más tropas, se retiraron en fuga precipitada. El sargento, tomando un azadón, una pala y un martillo que encontró, los llevó como trofeo al Comandante, que en premio de su valor y el ardid, como ejemplo para el resto de los soldados, lo nombró alférez. Durante la madrugada del 15 al 16 se creyó que el enemigo volvía al asalto, y el comandante Emparan, que se hallaba en la muralla, donde salían a hacer guardia los vecinos al pie del baluarte de los Inocentes, mandó a los vecinos que no se hallaban de guardia coronaran la muralla de la estacada y que algunos de ellos acudiesen a la puerta de Santa María y otros a San Nicolás, para hacer fuego. El combate fue duro, "parecía un infierno". Los sitiados desconocían la razón de tal ataque, y pese a echar muchas fajinas encendidas para iluminar los fosos, no descubrían gente, causando alarmas infundadas. En plena oscuridad de la noche, escucharon voces, que "pronunciaban duramente", en el revellín de la puerta de San Nicolás. Algún rato después, subieron algunos soldados del revellín por la puerta surtida de San Nicolás, informando que el enemigo dominó la media luna y que se acuartelaba en ella. Se le disparó "vigorosamente" en medio del bombardeo de 500 bombas que cayeron en aquella noche, pero no se pudo evitar que los franceses se cubrieran en la media luna para el amanecer. Durante el día 16 s continuó el fuego, para allanar las brechas hasta las 16:00, y se observó que desfilaba la gente que guarnecía los ataques, dejando "con arte en ellos puestas las banderas y que en esta forma engrosaron el centro". Se vió que formaban para avanzar todos a la vez por las dos brechas, y que para la ocasión destinaron 40 fusileros y 30 compañías de granaderos. Los oficiales españoles murmuraban, manteniendo la obediencia, y el comandante, llamó ante sí a Pedro Ignacio de Zuloaga y a Francisco de Izquierdo, vecinos de Fuenterrabía, y les encomendó cortésmente que informasen a los dos cabildos, eclesiástico y secular, sobre la intención de capitular, y que estimaría las condiciones que les conviniese. Los cabildos fueron reunidos por aquellos hombres en el Alcázar y concluyeron en informar al comandante, mostrándole las 2 cartas de Durán que informaban de la pronta llegada del Rey con los refuerzos y que se mandaba mantener la lucha hasta el último trance y que no quedaba bien no informar antes al Rey de la capitulación. Emparan, con aquel movimiento de tropas francesas, puso en armas a toda la guarnición y en la misma muralla hizo su consejo de guerra, incluyendo a todos los oficiales mayores hasta tenientes coroneles y los capitanes más antiguos de los cuerpos, y el ingeniero en jefe. Informó a los oficiales sobre la gravedad de la situación. Los oficiales respondieron que seguirían las órdenes, pero algunos oficiales le comentaron de que el rey debía de ser informado de los graves inconvenientes de proseguir el asedio. El comandante Emparan, tras mandar poner bandera, mandó al duque de Berwick por rehenes y con la misión de capitular a Ventura de Queto, capitán coronel de Guardias Españolas, a Gerónimo Rivas, teniente coronel, y a Pedro Fajardo, primer teniente de una de las Compañías Valonas, para que condujese a dos oficiales del mismo rango franceses, enviados por Berwick como rehenes. Los comisarios llegaron al alojamiento de Berwick en Irún, con grandes muestras de aprecio. Le entregaron el papel con las Capitulaciones. Durante la entrevista, Berwcik las aprobó, enviando a su edecán al comandante Emparan, dándole 2 horas de término para la respuesta. Emparan reunió al consejo de guerra, para confirmar la rendición, que fue admitida por todos, tras lo cual fue informado Berwick, siendo llevado el mensaje por el propio edecán. Las tropas de refuerzo de Felipe V descansan en Santesteban tras la dura jornada del día anterior. Se envían destacamentos con dirección a Irún. Ese mismo día, en la zona de Hernani, el mayor Portu que se hallaba componiendo caminos, llegó a los Zamalbides, a la composición del último tramo con 100 milicianos de Rentería, que se aplicaban con celo. Durante el anochecer vio que subía alguna gente. Portu puso en armas a sus tropas, y se halló con 36 desertores franceses que por la orilla del río iban caminando entre los lodazales, y habían salido de la plaza de Fuenterrabía, que se disponía a capitular. Portu reconoció lo inútil del presente trabajo, y se retiraron todos a la nevera de Hernani. También fue un día de gran trasiego de correos. La Villa de Aya avisó a la Diputación que enviaba la 2ª compañía a Guetaria. Vergara envió 2 compañías, en lugar de la primera. Azcoitia agradeció, tras su oferta, el haber destinado sus 2 compañías para guarnición de San Sebastián. Lazcano hizo lo propio, consiguiendo lo mismo. El mayor Aranza informa desde Guetaria que llegó la 2ª compañía de Aya. Pablo de Córdoba, capitán del Regimiento de Zamora, con algunas municiones, granadas y picos, al parecer también llega a Guetaria. Azpeitia informa sobre la falta de paga de los delegados Reales a sus soldados y que aportaba de su propio peculio dinero a sus milicianos. Guetaria, pedía que se mantuviera allí al mayor Aranza, para que mandase él y no el comandante del ejército, a los vecinos y las otras cías de Milicias. El diputado Oquendo, informaba de las novedades que recogía y enviando un prisionero. Blas de Loya, desde Navarra, avisaba de la llegada del Felipe V. El diputado Murua recibe orden de acudir con víveres a Hernani. Las tropas reciben orden de distribuirse como centinelas vigilantes para evitar sorpresas. También se esperaba la venida del Regimiento de Vizcaya, que al parecer estaba a la expectativa de lo que sucediese en Guipúzcoa para entrar a luchar; pero cómo aumentaban las amenazas en los puertos de Vizcaya ante la presencia naval, dicha unidad quedó allí de guarnición. Ese mismo día, el Sargento José de Mendiola sargento mayor de la Coronelía de Guipúzcoa. Reparte sus compañías de Placencia, Zumárraga, Elgueta, Cegama y Cizurquil en varios sitios avanzados. #Berwick1719. |
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